tag:blogger.com,1999:blog-61535581275928410072024-03-06T08:36:29.054+01:00BLOG DE BIGARIATORelatos y Novelas de<img src="http://signatures.mylivesignature.com/54486/394/93466CE3F181EE11B84F05B91A6BD8F5.png">BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.comBlogger23125tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-14160530686422578992011-03-13T12:05:00.006+01:002011-03-13T12:13:53.689+01:00PREMIO TALENTO Y SENTIMIENTOS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBZrsmz7fAMdydl8WByUxcTpv2Lo-JfzWad7i_uZw8EWAEf0o6NVywkFtlcnLWpoh3D_aO0eqB7kBZjhbU8EDKsnoa6a2bx5c8oPTd17hfUTG3KeOZfGzP6Lw_NbfBwau_15yTpxsfetee/s1600/Talento+y+Sentimientos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" q6="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBZrsmz7fAMdydl8WByUxcTpv2Lo-JfzWad7i_uZw8EWAEf0o6NVywkFtlcnLWpoh3D_aO0eqB7kBZjhbU8EDKsnoa6a2bx5c8oPTd17hfUTG3KeOZfGzP6Lw_NbfBwau_15yTpxsfetee/s400/Talento+y+Sentimientos.jpg" width="218" /></a></div><br />
<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Este Blog de Novelas y Relatos, que escribe Sito Bern, ha recibido un premio para que "siga publicando más novelas y relatos interesantes". Este premio "TALENTO Y SENTIMIENTOS" se lo ha otorgado Motselaal del Blog: </span></div><br />
<div style="text-align: center;"><a href="http://montselaal.blogspot.com/"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">http://montselaal.blogspot.com/</span></a></div><br />
<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Recomiendo a todos visitar su Blog, donde encontraréis un arte de extraordinaria calidad y realizado con una excelente creatividad personal. Gracias amiga por tu cariñoso premio que pondré orgulloso en el lateral del Blog y la verdad es que es un gran aliciente para seguir escribiendo (gracias al Blog de Bigariato) todo lo que tengo dentro de mi cabeza.</span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Y como ella indica en su Blog, este premio debe ser pasado a cuatro Blogger, cosa bastante difícil de hacer sin quedar mal con algunos, si contamos que existen muchos blogs de extraordinaria calidad, talento y llenos de sentimientos, que merecen este reconocimiento. He recorrido un montón de Blogs y he optado por seleccionar estos cuatro que más me han gustado. Los premiados pueden copiar la imagen del premio, publicarla en sus Blogs y a su vez premiar a otros cuatro Blogs.</span></div><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Los Blogs premiados por mi y sus enlaces a ellos son :</span><br />
<br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">1º: Por compartir conmigo su amor por esa gran ciudad, para </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Jesús Angel del Blog </span><br />
<div style="text-align: center;"><a href="http://vallisoletvm.blogspot.com/"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">VALLISOLETUM</span></a><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">2º: Porque entre "diablillos" nos entendemos bien, para </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Lourdes del Blog </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span></div><div style="text-align: center;"><a href="http://cuadernodebitacora-lourdes.blogspot.com/"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">CUADERNO DE BITÁCORA</span></a><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></div><div style="text-align: center;"><div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: center;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">3º: Por sus maravillosos escritos y reflexiones, para </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Natacha (y sus gatos) del Blog</span></div> <a href="http://unpaisenlaluna.blogspot.com/"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">UN PAÍS EN LA LUNA</span></a><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></div><div style="text-align: center;"><div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: center;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">4º: Por ser tan real, sincera, divertida y muy de su familia, para </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Geni del Blog</span></div> <a href="http://diariodeunamujerdiferente.blogspot.com/"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">PENSAMIENTOS DE MUJER</span></a><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></div><div style="text-align: center;"><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Visitar sus Blogs y deleitaros con sus contenidos. Que paseis buen día a todos/as.</span></div></div></div></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-18922532875009083952010-04-28T14:46:00.002+02:002010-04-28T14:51:09.285+02:00LA PELOTA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3Yxb5lAneCMRsPZMC4346PORf-t-27fgFvsprRIEAy3wJq8Vb8GbIQW2GaWWVi7ohlOfDFg6EY0_wwRiwlGNkpKqSvsmtoo1R1Jz5tQy1cYgd_ytqQWz23VM-oXjl_qbp-FNMNqjabGY3/s1600/cristales+rotos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3Yxb5lAneCMRsPZMC4346PORf-t-27fgFvsprRIEAy3wJq8Vb8GbIQW2GaWWVi7ohlOfDFg6EY0_wwRiwlGNkpKqSvsmtoo1R1Jz5tQy1cYgd_ytqQWz23VM-oXjl_qbp-FNMNqjabGY3/s400/cristales+rotos.jpg" tt="true" width="400" /></a></div><div align="justify"><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">El pequeño Adrián miraba asustado el desastre que estaba a punto de suceder. Ante sus ojos y en un solo segundo vio cómo su pelota rebotaba en la pared del salón y enfilaba, con velocidad asombrosa, hacia el jarrón que su madre tenía puesto sobre la mesita pequeña, al lado del televisor. Por un momento, Adrián creyó que la pelota se iba a cargar el televisor, pero era una ilusión de sus ojos y la pelota continuaba su vuelo amenazante y en línea recta hasta el jarrón. Adrián pensaba que, a lo mejor, podía darle tiempo a correr y detener el chupinazo, pero nadie es más rápido que un chupinazo bien dado. También podía suceder que la pelota se desviase un poquito más y pegase en el marco de la puerta del pasillo, que hacía las veces de portería de fútbol. Pero la pelota no se desviaba ni un pelo. Y Adrián primero vio, casi a cámara lenta, el choque y luego vio explotar el jarrón y al ratito oyó el violento ruido. Un ruido como el que produce un jarrón al explotar de un pelotazo. Y luego un silencio, nada más. Bueno, si, vio todo ese rincón del salón lleno de pedacitos pequeñísimos del jarrón. Así visto, en trocitos, podía ser cualquier cosa desde un jarrón hasta un plato o un cenicero. Pero él sabía que antes de los cachitos había sido un jarrón.</span></div><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Adrián se quedó sin respiración. A lo mejor mamá no lo ha oído porque está muy ocupada haciendo la cena. Escuchó un ratito y luego otro ratito más y se dio cuenta, todo decidido de que su madre no había oído el ruido. Mamá dice que Adrián es un niño ya mayorcito pues tiene seis años y ya le deja jugar solo sin preocuparse tanto por él. Adrián piensa que la última vez que su madre se preocupó por él fue hace mucho rato para preguntarle si ya había hecho sus deberes del colegio. Y que la próxima vez que la vea preocupada será cuando le pregunte si se ha lavado las manos antes de cenar. Y después cuando le pregunte si se ha comido toda la cena. Y después si se ha cepillado los dientes. Y después si ya se ha quitado la ropa y ya está metido en la cama.</span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Pero antes de esos después ha sucedido lo del chupinazo y mamá le preguntará qué ha sucedido. Y después le va a reñir mucho y le va a castigar. Y después vendrá papá, siempre enfadado y cansado de su trabajo, y mandará a Adrián a la cama sin cenar. Y después mañana no le darán la propina para comprar la golosina en el kiosko. Y con un poco más de mala suerte le darán unos azotes en sus posaderas.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Pero antes que esos otros después, Adrián tiene que pensar algo para que no le riñan. Muy pálido y lentamente Adrián se sentó en el sofá y empezó a pensar en una buena solución a su problema. Apenas le quedaba tiempo porque de un momento a otro su madre podía aparecer por el pasillo y ver el desastre y pegar un grito. Después de un ratito, Adrián tenía ya dos soluciones casi perfectas y solo faltaba el decidirse por una o por otra. La primera solución era echarle la culpa a alguien, que es lo más fácil. Pero en casa no tienen un perro, ni un gato. Bueno, si, él tiene en su habitación una tortuga, en su piscina para tortugas, y se llama Matilde. Pero Adrián no puede imaginarse a Matilde saliendo de su piscina, bajando por la librería donde tiene sus cuentos, hasta el suelo, cruzar su habitación y llegar al salón, subirse en la mesita y tirar el jarrón al suelo. ¿Y para qué iba a venir una tonta tortuga a la mesita del salón?. Podía ser para beber agua. ¡Ya está!, se puede poner un vaso de agua en la mesita y decir que ha sido Matilde quien ha roto el jarrón. Pero si ahora Adrián va a la cocina a por un vaso de agua, su madre le preguntará y puede descubrirle, porque las mamás son muy listas. Entonces Adrián tiene que pensar en alguien que no sea Matilde.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Tal vez su hermanito pequeño. ¡Claro!, ha sido su hermanito Oscar, que todavía es muy pequeño porque tiene dos añitos y casi no sabe hablar bien y no puede defenderse. Es muy fácil, la dice a su madre que Oscar ha salido de su parque de juegos y que se agarró, trasteando, a la mesita y ha tirado el jarrón al suelo. Entonces Adrián, todo contento, buscó con los ojos el parque donde mamá metía a Oscar, en un rinconcito del salón. De pronto, la sonrisa de Adrián se le quitó de la boca. El parque de Oscar estaba vacío y a su hermanito no lo veía por ningún sitio. Adrián se acercó silenciosamente y de puntillas a la puerta de la cocina. Sin atreverse a mirar dentro ya supo que Oscar estaba en brazos de su madre, comiendo. Era inconfundible el escándalo que preparaba el pequeño cerdito Oscar para comer. Adrián podía imaginarse a su hermanito intentando hablar y tragarse, al mismo tiempo, la papilla del día. El resultado siempre era el de medio plato en la barriga de Oscar y el resto de la papilla pintando mesa, sillas, paredes y suelos, los mofletes de Oscar y el vestido de mamá.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Adrián casi se echa a reír de solo pensarlo y su madre le hubiera descubierto espiando. No quedaba otro remedio, había que poner en marcha la segunda solución que él había pensado. Al instante se puso muy triste, pero debía ser todo un hombre y hacer frente a su destino. Lentamente, Adrián se encaminó a su dormitorio y con lágrimas en los ojos comenzó a vaciar algunos de sus cajones del armario de su ropa. Empezó a poner pantalones, camisas y calzones encima de la cama, buscó una bolsa de plástico y lo guardó todo en ella. Cada cosa que iba guardando se mojaba con una lágrima suya. La solución está tomada, pensó Adrián, y nada puede detenerme, es peor el castigo de mis padres que esto. Agarró la bolsa con las dos manos y dio un repaso al resto de su habitación, por si se dejaba algo de utilidad. Allí quedaban sus juguetes y su tortuga Matilde, que estaba escondida, dentro de su caparazón, para dormir. Soltó un ratito la bolsa y se limpió las lágrimas con la manga de su chaqueta, luego cogió el bote de comida para tortugas y la echó un pellizco en la piscina de Matilde. “Toma tortuga tonta”; dijo el niño… “Mañana cuando despiertes verás la comida, pero a mí ya no me verás nunca, porque me voy de casa”. Y Adrián se echó a llorar otra vez.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Si, era una dura solución, Adrián se marcharía de casa y se iría, completamente solo, a la calle. Una calle que estaba ya toda oscura por la negra noche. Una calle que a Adrián le daba mucho miedo. Pero él ya era todo un hombre y lo había dicho papá el otro día, delante de sus amigotes, unos señores que daban muchas voces y que vinieron a casa a ver un partido de fútbol en el televisor. De eso Adrián se acordaba muy bien, porque su padre le llamó “hombre” delante de ellos y porque Adrián quería ser un ratito niño, solo un ratito, para poder ver los dibujos animados en el mismo televisor. Al final Adrián tuvo que irse a jugar a su habitación, muy aburrido, porque su madre le dijo que él estaba estorbando a los mayores en el salón. Y papá no salió en defensa de Adrián porque estaba muy pendiente del televisor.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Adrián volvió a coger la bolsa con sus cosas y se acercó a la ventana, pensaba escaparse por ella. Tuvo que soltar de nuevo la bolsa para arrimar una silla a la ventana y subirse a ella para abrirla. Cuando lo consiguió y después de muchos esfuerzos, abrió la ventana y se quedó horrorizado. Resulta que Adrián no había calculado que vivían en un sexto piso. Solo cuando vio los coches pequeñitos abajo, en la calle, se dio cuenta de que la huida por la ventana era imposible. Adrián podría ser todo un hombre, pero tuvo miedo de caerse a la calle desde esa altura enorme y quedar abajo convertido en una tortilla. Luego la gente al pasar preguntarían: “¿Qué es esa tortilla del suelo?”… “Parece un niño”. Y otras personas dirían: “¡No!, no es un niño, será un vómito de algún borracho”. Y luego llegarían los basureros y le recogerían con una pala para echarle al camión de la basura. Y dentro de un camión de la basura huele muy mal. Adrián lo sabe porque ha visto pasar alguno por la calle y sueltan un olor apestoso.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Con cara de asco, Adrián cerró la ventana y se bajó de la silla. Debía pensar rápidamente por donde escaparse y sin que le viera nadie. Agarró de nuevo su bolsa y miró otra vez, la última, a Matilde y el resto de su habitación. Y otra vez se puso a llorar y empezó a odiar a la tortuga tonta por ser una odiosa tortuga y no un bonito gatito, así Adrián le hubiese echado la culpa al gatito de romper el jarrón y no tendría que irse de casa. Para su próximo cumpleaños les pediría a sus padres un gatito. Pero no habrá próximo cumpleaños para Adrián si se escapa de casa. Y el niño volvió a llorar y a pensar que, si él no estaba en casa, sus padres le regalarían el gatito a Oscar. Y Oscar es tan pequeño que bañaría al gatito en las papillas.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Otra vez la sonrisa y de nuevo las lágrimas. Adrián también quiere a su hermanito Oscar, aunque rompe todos los juguetes que le quita a Adrián, o se los babosea con la boca. Mamá dice que eso es porque a Oscar le están saliendo los dientes. Y Adrián piensa en la paciencia de su madre hasta que Oscar tenga dientes y deje de comer papillas y la preguntará si Adrián también fue pequeño y pintaba todo con papilla. Porque Adrián no se acuerda de cuando era así de pequeño y solo lo ha visto en las fotos que guarda mamá en su cajoncito. Y sobre todo, Adrián no recuerda si a él le cambiaban el culete, de pequeño, como a Oscar, que le pone su madre unos paquetes de plástico que se llaman pañales. Se los pone limpios a Oscar y cuando mamá se los va a quitar, Adrián y papá salen corriendo de la habitación de lo mal que huele. Una vez, estando su abuela de visita, Adrián recuerda que ella dijo: “¡Este Oscar comerá flores, pero caga pura mierda!”. Adrián reía de nuevo recordando aquello y volvió a llorar. Se limpió con la manga las lágrimas y empezó a notar que tenía mocos. Es natural, siempre que llora le vienen los mocos a la nariz. Y su madre, entonces, siempre le dice a Adrián: “¡No llores que te pones feo!”. Debe ser por los mocos, por eso si llora se pone feo.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Por fin decidió irse por la puerta de la calle, no quedaba otra salida. Otra vez cogió su bolsa y salió de su habitación, cruzó el salón y se asomó al pasillo. Tenía que andar muy silencioso para poder pasar por delante de la puerta de la cocina, hasta la puerta de la calle, sin ser visto por su madre. Adrián dio un paso silencioso, de puntillas, luego otro y otro. Ya estaba muy cerca de la cocina y luego cruzaría corriendo por delante y hasta la puerta de casa. De repente oyó un fuerte ruido de llaves intentando abrir la puerta de la calle y Adrián se dio cuenta de que era su padre que ya regresaba a casa. Y seguro que pillaba a Adrián en medio del pasillo y con la bolsa en sus manos. La puerta ya empezaba a abrirse y Adrián estaba frente a ella, aterrorizado y poniéndose enfermo a cada rato. Con un fuerte impulso, Adrián retrocedió rápidamente y corrió al salón a esconderse detrás del sofá. Por el camino perdió la bolsa pero no se entretuvo en recogerla y la dejó tirada. ¡Todo está perdido!, pensó Adrián, ahora sí que no puedo escaparme por ningún sitio y me castigarán mis padres por lo que he hecho. Y se puso a llorar, mucho, mucho, con todas sus fuerzas, oculto detrás del sofá, con la cabeza escondida entre sus mangas de la chaqueta que ya estaban todas mojadas y con bastantes mocos.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Y entonces apareció su padre en el salón y Adrián mirando hacia arriba le vio asomarse detrás del sofá, y le pareció más alto, más grande, más fuerte y amenazador, visto desde el suelo adonde estaba Adrián. Ahora sí que estaba todo perdido y mas que perdido, había sido descubierto. Para colmo, allí estaban las pruebas del delito, junto al sofá los trozos del jarrón esparcidos por el suelo, la pelota al lado de esos trozos, la bolsa con sus cosas en la mano de su padre y Adrián el culpable llorando escondido detrás del sofá. Toda una escena de una película de policías y ladrones. Pero Adrián ahora no podía jugar a ser el policía bueno, le acababan de pillar, como al ladrón malo, con las manos en la masa.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">En esos momentos tan terribles, a Adrián solo se le ocurrió pensar que si se libraba de ésta le regalaría la pelota a su mejor amigo del colegio, David, que se la quería cambiar el mes pasado por un paquete de chicles. La tonta tortuga Matilde recibiría doble ración de comida y dejaría de odiarla por ser tortuga. Y prometía aguantar firme los cambios de pañales con caquitas de Oscar y jugar con él a la guerra de papillas. Y cambiaría de canal en la tele para ver el futbol, como los mayores, olvidando los dibujos animados. Y también estudiaría para ser un mago, cuando se hiciese mayor, y ordenaría a su varita mágica que hiciese aparecer otro jarrón nuevo, para mamá. Y además prometía no pedirles ya un gatito, a sus padres, para su próximo cumpleaños, porque los gatitos son muy juguetones, manchan mucho y rompen todos los jarrones que pillan. Adrián lo sabe porque su otra abuela tiene uno que es muy malo y cada vez que él va a visitarla, con Oscar y sus padres, el gatito se pone tan juguetón que le araña y luego quiere quitarle a Oscar su gorrito de lana para romperlo entre sus uñas. Y como mamá se enfada mucho y papá le persigue por toda la casa, el gato sale corriendo por encima de los muebles y por donde pilla algo que pueda tirar, pues lo tira y lo rompe.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Adrián volvió de sus pensamientos al notar la grandota figura de su padre que se acercaba para castigarle a él. Y también le llegaba su voz: “Mari, ven a ver qué le pasa a este niño”; dijo su padre… “¿Qué le pasa a Adrián?”; gritó su madre… “No lo sé Mari, está temblando y llorando con todas sus ganas aquí escondido”; dijo su padre. Su madre se acercó corriendo tras el sofá, agarró a Adrián por los brazos y después de levantarlo en alto lo abrazó con mucho mimo y ternura. “¿Pero qué le pasa a mi Adrián bonito?, ¿Te duele algo, cariño?”; dijo su madre. Adrián escondió su cabeza en el pecho de su madre y rompió a llorar con más fuerza y más temblores. “¡Mira lo que ha pasado aquí!”; dijo su padre… “Adrián ha roto este jarrón con la pelota”… “Le tengo dicho que no juegue en casa con esa maldita pelota, que un día va a romper el televisor”. “¡Mira, Mariano!”; dijo su madre… “No me riñas al niño por esa bobada, era un jarrón muy feo”… “¿No ves qué berrinche tiene el pobrecito?... “Seguro que ya está arrepentido de ello y llora porque nos tiene miedo por el castigo”. “¡Está bien!”; dijo su padre… “Muchos mimos es lo que le sobran a este niño”... “Mira, Adrián, no pasa nada, hijo, todo tiene remedio, cálmate, mamá y yo compraremos otro jarrón”. “Anda, toma”; dijo su madre… “Consuélale tú que eres su padre, hazle caso por una vez al día”... “Yo voy a la cocina que he dejado solo a Oscar y le puede pasar algo”.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Adrián pasó, en un momento, su cabeza desde el blandito pecho de su madre hasta el duro pecho de su padre. Su madre llegó corriendo a la cocina justo en el momento en que Oscar se encontró solo y se puso a llorar. Bueno, Adrián siempre dice que Oscar no llora, que Oscar berrea como una trompeta. Y así, Adrián se encontró algo más calmado en los brazos de su padre. ¿Cuánto hacía que su padre no le abrazaba?. Adrián no lo recordaba, quizás fue aquel día en que se cayó en el campo y se hizo un rasguño, pero no recordaba si su padre le abrazó.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Poco a poco, Adrián se fue calmando. “Mira Adrián”; dijo su padre… “Verás lo que hago”. Bajó al niño al suelo, recogió la pelota y se puso a botarla entre sus manazas. Estaba claro que su padre pretendía entretener a Adrián para ponerle contento y que se le pasara el lloriqueo. “¡Eh, Adrián!”; dijo su padre… “¿Te animas a dar conmigo unas pataditas?.. “Tú te pones allí de portero”. Adrián empezó a animarse un poco más y comprendió que la bronca que esperaba ya no se la iban a dar. El niño se colocó delante de la puerta del pasillo, igual que un portero de fútbol delante de su portería. Su padre se fue con la pelota entre los pies al otro lado del salón y se dio media vuelta apuntando a la portería de Adrián. Su padre cogió un poco de fuerza y le dio un puntapié estupendo a la pelota, que, Adrián vio como salía disparada hacia donde él estaba de portero. Vio como la pelota se desviaba un pelo y estirándose mucho casi pudo Adrián pararla. Pero no la paró, el niño no llegó a tiempo de detener esa pelota muy desviada y Adrián ya sabía por experiencia anterior que nadie es más rápido que un chupinazo bien dado.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Con un ruido muy gordo de cristales rotos, la pelota se metió contra el televisor y lo hizo puré de patatas. Adrián vio primero el choque y luego vio explotar el televisor, con un ruido como el que produce un televisor al explotar de un pelotazo. Adrián se quedó paralizado, con la boca abierta, viendo salir tiritas de humo de dentro del televisor. Su padre se echó las manos a la cabeza y empezó a decir un montón de palabrotas. Su madre llegó corriendo de la cocina, asustada, y traía a Oscar en brazos. “¿Pero que habéis hecho?”; dijo su madre… “Sois los dos igual de críos, tanto el padre como el hijo”… “y ahora ¿Qué vamos a hacer sin televisor?”. Adrián se quedó tranquilamente observando a su madre. Estaba claro que él no había sido y que toda la culpa era de su padre, así que, él era inocente esta vez. Adrián entonces contempló un instante a su hermanito Oscar que traía toda su carita pintada de papilla y se echó a reír. Adrián reía con todas sus fuerzas mientras su hermanito le observaba todo ceñudo. Sin parar de reír Adrián contempló a su padre que se había quedado con cara de tonto y entonces Adrián ya no pudo resistirse y se dejó caer al suelo, con tanta risa que ya le dolía el estómago. “No pasa nada, mamá”; dijo Adrián sin dejar de reír… “Creo que papá acaba de decidir que se va a comprar un gatito”. Y el padre miró extrañado a su hijo Adrián, que seguía en el suelo partiéndose de risa.</span></div><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span><br />
<div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Abril de 1990</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-49414760268642354992009-04-12T10:01:00.010+02:002009-04-12T10:25:48.087+02:00RECUERDOS DE MIS ESCRITOS<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEji-5QmxAwc6DgQBBwGqEvfSEzllS3zNL2At7OMyNYPGJx5AZXxZB5a6Dlt67NL2Dr8N2whC2PGcy8aAC0sCFVV4AAebegFnMqatK-a97MWJFV-wx9-VzK3Dr5IV6Kp40keH10stWv-B0ZP/s1600-h/Seasonscape_by_alexiuss.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5323716394514684610" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 230px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEji-5QmxAwc6DgQBBwGqEvfSEzllS3zNL2At7OMyNYPGJx5AZXxZB5a6Dlt67NL2Dr8N2whC2PGcy8aAC0sCFVV4AAebegFnMqatK-a97MWJFV-wx9-VzK3Dr5IV6Kp40keH10stWv-B0ZP/s400/Seasonscape_by_alexiuss.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;">A lo largo de toda mi vida siempre he escrito temas de todo tipo. Tengo una forma de ser que me hace desahogarme con la escritura y reflejar parte o todo mi estado de ánimo en esos momentos. También es verdad que mi misma forma de ser se vuelve contra mí y lo que un día escribo luego lo dejo por algún rincón de la casa olvidado. Después sucede que un buen día lo encuentro, lo leo y como tengo otro estado de ánimo, no me gusta lo que leo y lo destruyo. Soy así y todos me dicen que no debería destruirlo, pero es superior a mis fuerzas. Incluso ahora, al volver a leer lo que he ido recuperando, me quedan ganas de destruirlo.</span><br /><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">A partir del año 1990, quise hacer un gran esfuerzo y procurar almacenar todo lo escrito y lo futuro por escribir. Tengo una buena ayuda con el Ordenador Personal. Con su Editor de Texto puedo escribir y escribir, que todo queda almacenado en sus discos magnéticos, con lo cual todo está junto en un mismo sitio y no cada cosa por su lado. También se que es fácil apretar un día una tecla y cargarme, de golpe, cientos de páginas. Pero voy a ver si me controlo y procuraré no hacerlo.</span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Ese mismo año de 1990, por motivos personales y familiares, fue el único “Año Sabático” que me he tomado en mi larga vida y por ello quise reencontrarme conmigo mismo y darle a mi vida un nuevo giro, una nueva etapa y aprovechar para poner en orden un montón de cosas en mi vida. Ha sido el año que más tiempo tuve y por ello el año en que más pude escribir, aunque, también he de reconocer que fue un año intenso, de buenos y malos momentos, para recordar y olvidar.</span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">El caso es que también aproveché para poner orden en todos mis papeles y empezaron a aparecer algunos escritos míos y que yo daba por destruidos para siempre. Por supuesto, mi primera intención fue cargármelos después de leerlos. Pero opté por pasarlos al Editor de Texto antes de destruirlos. Así es como me ha salido una recopilación mía de escritos que abarca unos 25 años de mi existencia. Algunos temas recuperados están completos y otros no, porque de seguro que destruí el resto de ellos y dejé solo algunos papeles que tenían escrito al dorso apuntes de interés para mí. Por eso se salvaron.</span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Puestos en orden de antigüedad esta recopilación de mis escritos, que iré publicando en este Blog, contiene los siguientes títulos:<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- El Llanero Solitario contra Toro Sentado. (Navidad de 1965). (En esta mini novela yo tenía unos 9 años de edad).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- La familia White. (1969).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- El accidente. (1975).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Diario apócrifo y esquizofrénico de un progre productor. (1976).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Un error. (1978).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Una historia con mil millones de años. (1985).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Para ti. (14 de Febrero de 1985).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Cartas a mi amor platónico. (Abril de 1988).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- El baile; Una historia de amor. (Abril de 1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- La pelota. (Abril de 1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Brindis. (12 de Mayo de 1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Las diosas no saben sonreír; 1ª parte. (Mayo de 1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Mujer licor de algodón. (Junio de 1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- El duende Rog. (Julio de 1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- ¿Y si matamos al perro?. (Noviembre de 1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Encadenadas. (Diciembre de 1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Susy y su asesino). (Diciembre de 1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Las diosas no saben sonreír; 2ª parte. (Diciembre de 1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Exposición. (1990).<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">A fecha de hoy ya no existe ninguno de todos estos manuscritos y tan solo queda constancia de todo lo escrito en mi Disco Duro y ahora en este Blog.<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Abril de 2009.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-37580266663752983582009-04-05T09:46:00.004+02:002009-04-05T09:58:22.693+02:00MUJER LICOR DE ALGODON<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSCttITZZvq70pewuBhKsL_61ohxlUUNALKdu_nif7zlRjVv7h63u7XePJqu7QG4_mJpYZF5KoeWaDsRhAaO55QfrgzMNQ5j4yoFxJVnUd9-5DDAPa55ZXdR6f7FUmFP56tCA49CF4cb_U/s1600-h/To_remember.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5321112953207613090" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSCttITZZvq70pewuBhKsL_61ohxlUUNALKdu_nif7zlRjVv7h63u7XePJqu7QG4_mJpYZF5KoeWaDsRhAaO55QfrgzMNQ5j4yoFxJVnUd9-5DDAPa55ZXdR6f7FUmFP56tCA49CF4cb_U/s400/To_remember.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:verdana;">No me atrevo a hablar porque no se me quiebren las palabras. Y cuando hablo, caen con pesadez de piedra y no llegan a oídos de nadie. Muchas caras a mi alrededor, todas con ojeras. Y mucho frío en mi mano que agarra con torpeza un vaso, largo con bebida y hielo. Mis ojos están semicerrados y mis pies queriendo soportar mi precario equilibrio. Sí señor, buena borrachera acabo de agarrar. La música, alta de volumen, golpea mi cerebro y se incrusta en cada poro de mi piel con monótono compás, indescifrable. Frente a mí una amiga acompañante que, mismamente padece mis efectos, observa su vaso y duda si acabar por hoy o pedir otro vaso. La noche aún es joven, pero a este paso la estamos matando.<br /><br />Contemplo anonadado que me falta el reloj de pulsera en mi muñeca derecha. Pero aparece, intacto, en mi muñeca izquierda. Pensándolo bien, siempre lo he llevado puesto en la izquierda. Al rato mi amiga ha desaparecido de mi vista. Se habrá ido a los baños, sin avisarme, o quizás ha visto a alguien conocido, al otro lado de la sala, para ir a saludarlo. Ahora, si me muevo de mi sitio, nos perderemos mutuamente entre la multitud. Y solo nos encontraremos al cierre del local, cuando quede vacío. Mejor me quedo quieto.<br /><br />Miro sin ver. No reconozco a nadie. Y estoy tan cansado. Busco por mis bolsillos un cigarrillo o algo que se pueda fumar. No encuentro nada y al rato descubro que tengo la cajetilla y el encendedor frente a mí, sobre la barra. Pero veo dos cajetillas y dos encendedores. Bueno, no veo doble. Una cajetilla es de mi amiga… que susto. La luz del local me parece cada vez más tenue y no es por mis ojos semicerrados. Frente a mí vuelvo a descubrir el rostro de mi amiga que está ya de vuelta y me mira con atención, para cerciorarse que soy yo y no un desconocido en el mismo sitio. Apura su vaso, contempla el mío y opta por pedir otras dos consumiciones.<br /><br />Como ambos vivimos cerca no creo que nos perdamos de vuelta a casa. Acepto la oferta, apuro mi vaso y agarro el nuevo, que viene aún más frío. Además la regalo una sonrisa que, en mi estado de embriaguez, no me puede salir con más cara de imbécil. Pero no nos decimos palabra alguna y seguimos bebiendo juntos, pero ausentes de los demás. De vez en cuando nos contemplamos mutuamente, como si nunca nos hubiésemos visto. La luz ya es apenas perceptible. ¿Qué hora debe ser?. No puedo ver la hora en mi reloj. Pero debe ser ya tarde porque a mi amiga se le pone cara de sueño. Y cuando se le pone cara de sueño se vuelve rostro infantil, como pidiendo un peluche para dormir. Finalmente determinamos el no apurar los vasos de licor y nos salimos fuera del local.<br /><br />Afuera aún reina la negra y sensual noche. La ciudad dormida, los coches dormidos, nosotros dormidos despiertos. Ella busca su coche. Y está casi a la puerta del local, pero ambos no estamos en condiciones de conducirlo. Mejor lo quedamos quieto en su sitio. Juntos nos vamos caminando a casa, disfrutando de la cálida noche serena, oyendo el silencioso eco de nuestros pasos. Si el ser humano cuenta, como tiempo transcurrido, tanto los días como las noches, ¿Por qué no vivirlas también despierto?. Los dos vivimos cerca y no nos cuesta trabajo el llegar a casa. Llegamos, nos despedimos y quedamos para el día siguiente, por la mañana.<br /><br />Despierto con profundas ojeras y fotofobia en los ojos. Hago lo imposible por arreglarme un poco y salir a la calle. Afuera la luz solar consigue herir mis ojos aún a través de los oscuros cristales de mis gafas de sol. Camino embotado, con la boca pastosa y un zumbido permanente que taladra mi oído izquierdo hasta la parte superior del cráneo. Quiero ir en autobús y consigo subirme en el que no quiero. Al final acabo por bajarme en la siguiente parada y orientándome, a duras penas, logro caminar en la dirección adecuada.<br /><br />Tal y cómo quedé con ella llego a buscarla a donde trabaja. Pregunto por la Doctora y me llevan a una sala inmaculadamente verde. Al poco llega ella, me mira con gesto cansado y nos ponemos a comprobar unos trámites. Algunos de sus compañeros se acercan a nosotros, preguntan no se qué y se marchan satisfechos. Ella me recrimina para que me apee del tuteo y la dé el serio tratamiento de usted Doctora. Qué curioso; Alcohol, algodón y agua de día. Alcohol, licor y hielo de noche. Mujer licor de algodón. Luego me pregunta por su coche. No sé en qué parte de la ciudad se quedó. Me marcho luego de convenir con ella en buscarlo por la noche. Retorno mis ojos de los artificiales fluorescentes a la natural claridad del sol y camino rumbo a mis otros quehaceres.<br /><br />Llegado el atardecer, en casa, preparo mi cama y duermo una profunda y reparadora siesta. Sueño con luces, vasos y música. Luego con vidrios verdes inmaculados y coches verdes. Aún más, con luces de doctoras y clínicos termómetros de hielo en largos vasos con licor de algodón, vidriosos ojos de mujer sensual y con boquita infantil pecadora. Después, una música con partitura de timbre despertador, me saca de mis sueños y me devuelve, aturdido, al mundo de los ojos abiertos. Consigo mirar el reloj y parar su estruendo, levantarme y apagar mi estruendo, arreglarme en grato silencio y esperar la hora de la cita. Mientras, busco algo comible en el frigorífico para desentumecer mandíbula y acallar mi quejumbroso estómago vacío.<br /><br />Unas horas después el reloj me marca la hora de Cenicienta y yo salgo a la calle. Me han devuelto la noche pero a mis ojos no se lo he dicho y se empeñan en conseguir ver con nitidez más allá del metro de distancia. Entro en un bar y me aparco en un taburete alto y con forma de as de copas. Al momento llega mi amiga Doctora usted, que sigue sin encontrar su coche. Nos tomamos juntos algo con graduación alcohólica nada alarmante y procuramos acordarnos del local aquel, el de la noche anterior, si, ese de la tenue luz… ¿Cómo se llamaba?... ¿Ah!, pero… ¿Era música aquello que sonaba de fondo?... qué bueno, entonces no era mi cabeza dando alaridos.<br /><br />Ambos coincidimos en que aquel local debía ser una discoteca. Pero según este sabiondo camarero, existen muchas en esta ciudad. Tendremos que unir fuerzas y empezar a buscar. Si encontramos el local, encontramos tu coche. Y volvimos a la calle, juntos, a patrullar la ciudad prohibida, mi amiga y yo. Dentro de ese bar nos dejamos olvidado el antifaz de la Doctora usted y la mayor parte del cansancio diurno. Acometimos nuestra tarea, pero el resultado no era el deseado y el coche seguía sin aparecer. Luego decidimos hacerlo al revés. Empezaríamos a buscar el coche y así encontraríamos el local discoteca. Pero no contábamos con la ocurrencia del ciudadano que, parecía, solo compraba coches de esa marca nacional y además, de ese mismo modelo. Así, descubrimos toda la gama de colores utilizados en su fabricación.<br /><br />Más tarde comenzamos a intentar recordar las calles. Pero los únicos en saberlas debían ser nuestros pies y se nos negaban a decirlas. Por lo visto, el alcohol de esa noche nos había lavado el disco de memoria de nuestro cerebro. Y eso si no nos habíamos olvidado, también, de conectar ese disco. Con todos estos cortocircuitos cerebrales, volvimos nuestros pasos, justo hasta el bar del comienzo de nuestras pesquisas. Las horas habían ido avanzando y la noche ya no era tan joven y nos alcanzaba en madurez. El mismo sabiondo camarero nos dio la solución: A mayor graduación alcohólica podríamos revelar nuestra imagen en negativo de la noche anterior. Ni cortos ni perezosos nos pedimos unos vasos largos, con mas licor que hielo, por aquello de recuperar las horas perdidas hasta entonces. El resultado fue asombroso y al volver a poner nuestros pies en la calle, estos, se nos pusieron en marcha, robaron la iniciativa al cerebro y en pocos minutos, en una de las cercanas calles, apareció el local discoteca famoso. Y luego apareció su coche, al lado de la puerta del local, en esa maldita calle que nos faltaba por mirar. Por supuesto, nos metimos en el dichoso local discoteca para celebrarlo.<br /><br />Al entrar parecía que lo hiciésemos en nuestro propio hogar. De entrada nos saluda el camarero como si nos conociese de toda la vida. Luego nos sirve, sin pedírselas, nuestras bebidas favoritas y en los ya familiares vasos largos y fríos. Así pues, mi amiga y yo coincidimos de pensar en que debía ser nuestro lugar nocturno habitual, sin nosotros saberlo. Entre trago y trago comenzamos a recordar el por qué no recordábamos. Debía ser que siempre acabamos en este local, cuando, en las noches, locas por lo general, ya se nos había lavado la memoria de nuestro cerebro. Seguimos hablando y bebiendo. Y decidimos empezar a lavar.<br /><br />Pero ésta noche lavamos poco y hablamos más de lo normal. Mis palabras aún no se han vuelto piedras y el rostro de ella aún no se ha vuelto infantil. Pedimos otra consumición y logramos reventar nuestras vidas. A ella no le gusta su trabajo y a mí tampoco el mío. No la gusta su coche y prefiere otro que no sea tan corriente y tan nacional. Ella quiere saber el secreto de vivir sin trabajar, vivir sin dormir, vivir viviendo. Y yo también quiero vivirlo hasta morir. Al final ambos nos ponemos un silencioso sello en nuestro pacto, apuramos los vasos y para ganar tiempo a la noche pedimos nueva consumición, esta vez sin el frío hielo, para que no desplace cantidad y mejore calidad.<br /><br />Horas después, colofón de un espantoso silencio entre ambos, su cara infantil y mis piedras nos indican que debemos salir de allí. Damos el primer paso y luego los restantes y claro está, salimos a la calle. Vemos su coche entre tinieblas, nos miramos, nos reímos y arrancamos a andar por las mismas calles de todas nuestras noches. Total, el coche puede seguir donde está y quizás mañana lo encontremos a la luz del día. Y si no lo encontramos ya sabemos la fórmula nocturna de los objetos perdidos. Si, nosotros sí que somos unos perdidos. Pero nos gusta perdernos, perder todo, menos nuestras noches de perdición. Más tarde aún no lograba yo acordarme si sonaba el taladro de música en aquel local. Esta noche debimos matar la noche y su música. Si podemos, mañana matamos los vasos, el coche y quizás al camarero.<br /><br />Por una vez, el camino a casa se nos hizo más corto, mas deliciosamente silencioso, mas secretamente cómplice. Quedamos en vernos al día siguiente, en la mañana, como siempre. Y nos fuimos a casa, no nos pillase el maligno amanecer que rompe todos los hechizos, deja al descubierto los verdaderos rostros nocturnos trasnochadores y llena el aire con perfume de hornos de pan caliente y frescos jabones de baño. También cierra los lechos de parejas juntas, que amanecen juntas, que también vivieron su noche, as u modo, con otra clase de pacto, unida desunión. Pero este amanecer mío, a golpe de despertador ruidoso, me trae, hoy, malos presagios. Me arreglo deprisa, agarro mi fotofobia, mis ojeras y mis oscuras gafas de sol y me marcho a donde ella trabaja. A la puerta de las verdes e inmaculadas salas me pongo en los labios el tratamiento de Doctora usted. Y me dicen que no está ella, que hoy no viene ella, que ya no trabaja aquí ella. Salgo a la calle, asalto un endiablado teléfono público que insiste en pedirme más dinero y marco las únicas cifras que soy capaz de recordar en estos momentos. La voz de la Doctora usted, al otro lado del hilo, me explica de no sé que carta recibida, de no sé que traslado con ascenso, de no sé que lejana ciudad que quizás figure en los mapas y de no sé que extraño adiós, hasta siempre o hasta nunca.<br /><br />Esta tarde no pude dormir, no encontré sueño. Únicamente pude llenarme de soledad, de miedo a la próxima noche, de miedo a las siguientes noches, todas contra mi solo. Así, al llegar mi hora Cenicienta, asomé tímidamente a las nocturnas calles. Intenté tomar valor pidiendo algo fuerte en aquel bar del camarero sabiondo. Y casi lo consigo. Una joven ambulante me quiere vender una de las flores que ella lleva, se la compro y pido otro licor más fuerte. Cuando creo poder dejar mi timidez sobre el taburete as de copas, salgo a la calle de nuevo y me dejo llevar por mis pies y mi prelavado cerebro. En una tapia veo pegado un cartel alusivo a la peligrosidad del tabaco. Yo fumo, soy de la escuela de los fastuosos anuncios, años atrás, sobre las ventajas del fumar y su consumo ensoñador sobre motos o caballos. El cartel reza así: “No quemes tu vida, disfrútala”. Inmediatamente saco mi rotulador y añado “… fumándola con placer”. Y continúo mi camino. Tal y cómo intuí, luego de cruzar calles, encuentro nuestro local discoteca, de noches bellas. Pero su coche no está al lado de la puerta, su coche se lo ha llevado ella a esa extraña ciudad del mapa. Me acerco al pié de la acera y como fúnebre despedida beso la flor que dejo caer sobre el asfalto, que siempre sirvió de oscura mano acogedora de su coche nacional. Adiós, querida amiga.<br /><br />Minutos después entro en la tenue luz del local y esta vez vuelvo a sentir la hiriente y ofensiva música que lo llena. Hoy no tengo ganas de matarla. El sonriente camarero ya no está tan sonriente y mi frío vaso ya no está tan frío. Luego de tres consumiciones demasiado seguidas yo he conseguido mi cara de imbécil y mis palabras pesadas como piedras. He conseguido lavar con alcohol mi disco cerebral, pero no he visto aun ningún rostro con sueño infantil frente a mí. Y los que veo por aquí, que parecen infantiles, no me gustan. Abandono el local mucho antes de nuestra hora habitual. La flor sigue sobre el asfalto y no vislumbro su mágico hechizo puesto que tu coche sigue sin estar ahí. Enfundo las manos en mis bolsillos y recorro calles y mas calles vacías, negras de noche, ausentes de pasos junto a mí. Me espera un duro amanecer y lo peor es que lo presiento. Pero miro al cielo estrellado y comprendo que no voy a poder detener la bóveda celeste en su loca carrera diaria. Hasta la diosa Luna, hoy, se me ha negado a dejarse ver por un mortal. Si, las noches me van a resultar más noches a partir de hoy, más largas, mas altas damas de inaccesible placer. Si no logro sobrevivir arrojadme sobre mi flor de asfalto, así la guardaré el sitio a su nacional y me llevaré a esa tumba nuestro secreto de la fórmula del licor de algodón.<br /><br />Años más tarde, cientos de noches después, he vuelto, como cada día de mi supervivencia, a mi taburete as de copas, en ese bar. El sabiondo camarero me da la buena noticia, mi amiga Doctora usted está al final de la barra. Corro a tu encuentro y me encuentro que no estás sola. Me presentas a tu apuesto marido, un Doctor usted. Estás más guapa, te sienta bien tu nueva sonrisa feliz de aquella lejana ciudad. Aquí mi marido, aquí un amigo perdido. Saludo, me cuentas tu vida, te cuento mi vida, la flor de asfalto y aquél famoso y frío licor de nuestro pacto. Risas, besos y abrazos entre copa y copa. Tu marido también bebe. Me despido, mañana, pasado mañana, otro día quizás nos vemos. Subo a mi casa y me apetece romper la noche. Y la rompo. Hoy no tengo hora Cenicienta, he parado el reloj. Mis sábanas se extrañan al envolverme en hora nada habitual. Y suena el teléfono. Dudo de contestar o taparme con la almohada y finalmente contesto, por aquello de las llamadas de emergencia. Y de una emergencia se trata, eres tú, acabas de dejar a tu marido sobre el as de copas, con la Doctora usted en su bolsillo. Dices que has dejado a tu querido nacional sobre la flor de asfalto, quieres que vaya contigo a buscarlo. Que quieres poner cara de sueño infantil ante mi imbécil rostro de palabras de piedra. Que quieres volver a vivir, sentirte de nuevo mujer licor de algodón.<br /><br />Junio de 1990.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-80293412277547284312009-03-29T09:22:00.005+02:002009-03-29T09:29:40.696+02:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (y Capitulo XVIII - Otra Amiga)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhr3ymDEFPqU7m0tHaou63JLe-wMjxY5ykCLhdm8qOjijg3-nUEMCA-akMDms6WK5_gPXCpSU_tbfnW78WRuEmbaPdXXDwYV24Rr9NE818WbVgJ9yp8O8Blq6TI511DPi0fTWom38jkeDL0/s1600-h/82.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5318507985695962082" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhr3ymDEFPqU7m0tHaou63JLe-wMjxY5ykCLhdm8qOjijg3-nUEMCA-akMDms6WK5_gPXCpSU_tbfnW78WRuEmbaPdXXDwYV24Rr9NE818WbVgJ9yp8O8Blq6TI511DPi0fTWom38jkeDL0/s400/82.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;">Me habían hablado de que los escritores tenemos una maldición y que es la de estar condenados a estar solos el resto de sus días. Empecé a creerlo, aunque, en raras ocasiones no sea del todo cierto si que se dan mayoría con esa maldición. Y no es porque yo no ponga empeño en no estar solo y no lo consiga. Lo que me pasa es que tengo un miedo horrible a las mujeres, bueno, me gusta tener mujeres amigas y esas no me dan miedo. Pero cuando alguna mujer me habla de amor entonces saco mi coraza hecha del miedo a querer y ser querido. No es que eso sea malo, al contrario, lo cierto es que mi miedo es a que ese cariño se la acabe y me dejen otra vez tirado a la basura. Ese miedo es tan fuerte porque se que yo no podría soportarlo de nuevo y por eso me pongo la coraza al mas mínimo atisbo de amor. Lo mismo me pasa si soy yo el que se enamora y el miedo a no ser correspondido me hace silenciarlo. Con la única que no me pasó todo esto fue con mi bella desconocida.<br /><br />Seguían pasando los días del verano, calurosos todos, lentos y largos. Escribí algunos relatos mas, todos cortitos, pero mi novela no conseguía empezarla y se sucedían las llamadas de mi Editor que empezaba a ponerse nervioso. Un día en que estaba yo tomando algo parecido a una hamburguesa en un local, me encontré a un buen amigo que iba acompañado de una chica. Nos presentó y ella me comentó que era pintora, que tenía unos cuadros expuestos y que podía ir a verlos, a ver que me parecían. Yo la dije que encantado de ir a verlos y la hice una proposición; Si me gustaban sus cuadros yo la regalaría unos originales de mis relatos. Aceptó la propuesta y así quedó el asunto, gané otra amiga mas y además la chica, que se llama Laura, es bastante guapa.<br /><br />Pasados unos días me acerqué a ver la exposición de Laura y me entretuve mas de lo previsto en cada cuadro. Me gustó mucho su pintura, su forma de expresión y los tonos adecuados para cada circunstancia. Hubo un cuadro, creo que titulado “Apagón” o algo así, que me dejó clavado en el sitio nada mas verlo. Primero me dio un escalofrío y continué mirando el cuadro siguiente, pero al rato no podía olvidarlo y volví para mirarlo mas detenidamente. Dentro de su sencillez ese cuadro me cautivó, pude ver a través de él y comprendí que Laura era de mi “quinta”, porque, seguramente, Laura conocía también bastante a mi bella diosa.<br /><br />Estuve mucho tiempo mirándolo, mucho, mucho tiempo. Y cada vez lo veía mas claro, corrí a casa, me encerré en mi habitación delante del ordenador y empecé a escribir mi novela. Ya me sentía motivado, inspirado, ya tenía un título también: “Laura”. Ella iba a ser el personaje principal. A partir de ese momento nos vimos con mas frecuencia, acabó el verano, regresó mi hija, pero yo seguía con la fiebre de mi libro. Cumplí lo prometido y a Laura la di algunos originales de relatos cortos y también, para mi propio asombro, la fui dando, poco a poco, cada capítulo que yo acababa de mi libro. Algo inusual porque nunca lo hago con nadie y hasta que no acabo un libro no lo dejo leer.<br /><br />Aunque ella nunca lo supo, yo volví unas tres veces mas a contemplar aquel cuadro suyo. No había duda, Laura y mi bella desconocida se conocían, seguro, aunque jamás las llegué a comentar nada a ambas. Le di muchas vueltas al asunto, ¡Que demonios!, Laura era de carne y hueso y mi diosa no. Hasta un tonto se daría cuenta de que es mejor apreciar a una mortal. Al llegar el invierno acabé mi novela y la estuve leyendo unas cinco veces seguidas y a continuación la rompí.<br /><br />Volví a escribirla de nuevo, de otra forma... y la volví a romper. Laura solo llegó a tener los dos capítulos primeros. Luego la empecé, otra vez, y me convenció un capítulo, dos, los tres primeros, aunque, el tercero no acababa de gustarme y acabé rompiéndolo también. No, mi novela “Laura” debía ser algo distinto a todo lo que he escrito. Así pues, comencé a escribirla de la única forma que yo nunca quiero, con el corazón. Y eso fue lo que me perdió. Decidí dejar de escribir mi novela durante una temporada, ya que empezaba a notar los síntomas. Pero era ya como una droga y al poco tiempo sucumbí de nuevo.<br /><br />Y volví a romperla de nuevo. Luego, mi amigo Antonio me pidió que yo fuese el director de cine de uno de mis guiones y acepté. Con eso me mantuve olvidado del tema por una temporada. Un día llamé a Angélica y se lo conté por teléfono. No pudo quedar conmigo porque andaba muy liada y desde entonces nos vemos con menos frecuencia. Ha encontrado su equilibrio sentimental, de lo cual me alegro.<br /><br />Otro día me llamó Laura y quedamos a tomar café. Estuvimos comentando mis guiones de cine y aproveché para decírselo.<br /><br />- Laura, tengo que decirte algo que lo mismo no te va a gustar.<br /><br />- Dime.<br /><br />- A partir de hoy no te daré mas capítulos de mi novela. Pienso dejar de escribirla temporalmente y reanudarla dentro de algún tiempo.<br /><br />- ¿Sucede algo?.<br /><br />- Pues si y no. Con esto del cine ando muy liado, pero, también hay algo mas.<br /><br />- ¡Suéltalo ya!.<br /><br />Opté por decirla una mentira piadosa por toda contestación.<br /><br />- Laura, empiezo a tener miedo al personaje. Me absorbe de tal manera que no me deja pensar en otra cosa.<br /><br />Pero no la dije que yo estaba cogiendo cariño al personaje.<br /><br />- Pero, ¿Piensas acabarla, verdad?.<br /><br />- Por supuesto, nunca dejo un libro sin terminar.<br /><br />No se si quedó conforme porque lo sabe disimular muy bien. Yo por mi parte no me quedé a gusto conmigo mismo y me sentí ruin y despreciable. Al fin y al cabo mi novela era prácticamente “su” novela.<br /><br />Una noche daban un concierto de órgano en la Catedral y me fui a escucharlo. Aunque había mucho público no tuve dificultad en encontrar un hueco en uno de los bancos laterales. El día era frío de invierno, cercano ya a la Navidad y en el templo hacía un frío glaciar y la penumbra oscura de la noche y la poca iluminación le daban un escenario perfecto para el concierto. A mitad del concierto me sorprendí absorto en las notas musicales majestuosas, pero pensando en mi novela. Una vez que acabó, salí de la Catedral y me senté en un banco de piedra de la muralla lateral del edificio, sollozando, congelándome lágrimas nada mas que salían de mis ojos. Estaba comprendiendo muchas cosas. Estuve allí mucho, mucho rato.<br /><br />Rápidamente me levanté y me fui a otro templo que yo conocía muy bien, demasiado. Llegué en un momento y vi que estaba abierto, entré deprisa, no había nadie, ni siquiera el viejo cura. Me quedé en la penumbra, cerca de la imagen de la otra diosa sonriente, pero dándola la espalda. Y grité:<br /><br />- ¡Sé que me estás escuchando!, necesito hablar contigo, ¡Ahora mismo!.<br /><br />No me hizo falta repetirlo porque, casi al instante, la conocida figura de mi bella desconocida apareció en la puerta y se me acercó despacio y sin apartar sus ojos de los míos.<br /><br />- Theo, se lo que vas a decirme.<br /><br />- ¿Qué puedo hacer?.<br /><br />- Tienes que decidirlo tu solito.<br /><br />- ¡Ayúdame!, ¡Por favor!.<br /><br />- Mira, la Navidad está aquí mismo y no te ayuda, al contrario, por ese motivo estás pasando por una de tus depresiones sentimentales, ten cuidado.<br /><br />- No se que hacer, no consigo centrarme.<br /><br />- Primero espérate a diferenciar el vacío del amor y luego espera un poco mas, en estas fechas estás desorientado, aguanta un poco.<br /><br />- Lo intentaré, gracias. De todas formas te quiero pedir un enorme favor. Lo he pensado mucho antes de hablarlo contigo.<br /><br />- Te vuelvo a repetir que ya se lo que quieres. Pobrecito mío, pareces un bebé desprotegido.<br /><br />- ¿Y...?.<br /><br />- Mi respuesta es si. Dejaremos de vernos tu y yo durante muchos años.<br /><br />- ¿Así de fácil?.<br /><br />- Exacto. Escucha Theo, he comprendido que aunque llevo mucho teimpo sola, para mi tu vida es solo un insignificante segundo de mi tiempo. Prefiero dejarte en manos de las mortales para luego tenerte yo solita para la eternidad.<br /><br />- ¿Podrás tu esperar?.<br /><br />- Sé esperar, siempre hago solo eso, esperar.<br /><br />- Gracias, bonita. Al final va a resultar que tú si que sabes sonreír.<br /><br />- Porque he aprendido de ti a ser tu amiga. Y ahora dame un beso y hasta siempre, que tengas mucha suerte.<br /><br />Y la besé con fuerza y luego ella despareció. De todas formas me quedé con un vacío interior difícil de describir. Marché a casa y me encerré en mi habitación durante dos largos días, escribiendo. Rompí otras tantas veces otros capítulos de “Laura” y me tuve que dar por vencido. En un reloj escuché dar las doce de la noche y cinco minutos después sonó el teléfono. Estaba yo solo en casa porque mis compañeros de piso, incluida Marta, se fueron a sus hogares paternos a pasar la Navidad. Descolgué el auricular y era mi hija.<br /><br />- ¡Feliz Año Nuevo!.<br /><br />- Igualmente hija.<br /><br />- ¿Te lo estás pasando bien?.<br /><br />- Si, como un enano, aquí con todos.<br /><br />- ¿Sois muchos?.<br /><br />- Pues todos los personajes de todos mis libros y yo.<br /><br />Afuera, en la calle, empezó a resonar una gran traca de petardos y de fuegos artificiales anunciando el nuevo año. Dentro de casa mi tocadiscos se puso en marcha él solo y la música de discoteca inundó todas las habitaciones.<br /><br />- Que bromista eres. Felicita a todos los que estén contigo. Mañana nos veremos.<br /><br />- Igualmente hija, hasta mañana, besos a todos.<br /><br />Me acerqué al sofá y me derrumbé como un muñeco. El salón se encontraba lleno de los personajes de mis libros y todos bailaban y reían celebrando con mi soledad la Navidad. Estaban todos menos “Laura” y al rato lo comprendí. “Laura” estaba incompleta y debía acabarla para que se uniera a nosotros en la fiesta. Me fui hasta mi ordenador, encendí el editor de textos y al rato ya estaba yo tecleando como un loco. Casi al amanecer, cuando puse la palabra “Fin”, aún no era demasiado tarde y a mis espaldas la protagonista de “Laura” me dio las gracias, me acompañó a la cama y me arropó para que descansara. Luego se unió a la fiesta con los demás.<br /><br />Mi Editor se puso muy contento y la novela fue otro éxito total. Mi amiga Laura. La auténtica, nunca llegó a saber todas las vicisitudes que pasé. Algún día, si llego a conocerla mejor, se lo contaré. Puedo estar seguro de que ella sí que me va a creer.<br /><br />Fin de la Segunda Parte. Diciembre de 1990<br /><br />FIN DE LA NOVELA</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-49526634283195518252009-03-22T12:06:00.006+01:002009-03-29T09:17:50.742+02:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo XVII - La Verdad)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVXvRx4ID8zYUCRx5YrMGgjxrOIQqnDDNuEq14JOnIrrChuMzqEVcAfEUUjlh4Aq-m_d5fdTMgGGNeZClL4EYyyoVtKlGoM-tcRBYQwmJyfQgoq2iIvqMJeX3lLXsjUVEgzJqbBzDhuCjP/s1600-h/36.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5315967939915454562" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVXvRx4ID8zYUCRx5YrMGgjxrOIQqnDDNuEq14JOnIrrChuMzqEVcAfEUUjlh4Aq-m_d5fdTMgGGNeZClL4EYyyoVtKlGoM-tcRBYQwmJyfQgoq2iIvqMJeX3lLXsjUVEgzJqbBzDhuCjP/s400/36.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;">Prácticamente pasamos toda la tarde hablando del mismo tema. Mónica me hacía mil preguntas y se mostraba claramente incrédula sobre mi bella diosa. Cayó la noche, nos preparamos algo de cenar y a los postres fue cuando ella ya no se pudo aguantar mas y me soltó de golpe lo que pensaba de todo esto.<br /><br />- Theo, creo que me estás utilizando de conejillo de indias.<br /><br />- ¿Por qué lo dices?.<br /><br />- Te voy a ser franca. Todo esto que me has contado yo creo que es tu próxima novela y me lo cuentas como si fuera algo serio para ver como reacciono a ello.<br /><br />- ¿Y bien?.<br /><br />- Así como yo me lo tome sabrás si a tus lectores les va a gustar o no tu novela. Bueno, ¿Qué quieres que te diga?, a mi me gusta ese tema y te digo sinceramente que les va a gustar bastante. Empieza a escribirlo porque es un buen tema, muy bueno.<br /><br />- Creo que no has entendido nada Mónica.<br /><br />Ella me miró con extrañeza pero no la dio tiempo a contestarme. En esos momentos llamaron a la puerta, fui a abrir y me encontré con Dora y Andrés que me traían a Marta.<br /><br />- ¿Molestamos?.<br /><br />- En absoluto, vosotros nunca molestáis.<br /><br />- Es que tu amiga Marta llegó al pueblo y a pesar de que quisimos retenerla se empeñó en que la acercásemos hasta aquí.<br /><br />- No importa, pasad. Hola Marta, encantado de volverte a ver, pequeña cabezota.<br /><br />- Theo, eres un sinvergüenza, un día nos vas a dar un disgusto.<br /><br />- Lo se, pero mi forma de ser es así, no quería preocuparos a nadie y menuda la que he armado.<br /><br />- Desde luego que si.<br /><br />- Mira Marta, esta es Mónica, una nueva amiga mía.<br /><br />- Hola Mónica.<br /><br />- Hola Marta. Este Theo es alucinante, llevamos horas y horas hablando de su nuevo libro, un tema interesante y bonito.<br /><br />- Pues tienes mucha suerte porque nadie conoce el tema de su nuevo libro. Theo es de los que no comentan nada hasta que no lo tiene acabado.<br /><br />- Bueno, vosotros podéis quedaros si queréis. Andrés y yo nos volvemos al pueblo, que ya es tardísimo.<br /><br />- Esperad, yo me voy con vosotros, creo que Theo y yo ya lo hemos hablado todo.<br /><br />- ¿Mónica, no te quedas?.<br /><br />- No, me voy con vosotros.<br /><br />- Bien, pues vamos.<br /><br />Yo no dije nada y dejé que Mónica se marchara con Dora y Andrés. Cuando Mónica tomó la decisión de irse lo dijo mirando fijamente a Marta y esta la devolvió la mirada. Creo que Mónica creía ver en Marta a una difícil rival y por eso decidió irse ella. Pero. Antes de cerrar la puerta, aún se volvió Mónica a preguntarme.<br /><br />- Theo, tan solo una pregunta mas. Pero quiero que me la contestes sinceramente.<br /><br />- Tu dirás.<br /><br />- ¿Existe de verdad esa mujer que dices?.<br /><br />- Mónica..., si, de verdad existe.<br /><br />Y Mónica cerró la puerta tras de si sin dejar de mirarme. Mi respuesta la había asustado y se la notaba. Volvieron los tres al pueblo y Marta se apresuró a entrar en una de la habitaciones.<br /><br />- ¿Es en esta donde voy a dormir?, vengo muy cansada y necesito varias horas de cama.<br /><br />- No, no pases a esa. Es muy pequeña e incómoda. Vete mejor a aquella que es mas espaciosa. En el armario encontrarás sábanas limpias y mantas, que aquí las noches son frías.<br /><br />- De acuerdo Don Señor, hasta mañana. Me acuesto porque ya no puedo mas.<br /><br />- Hasta mañana Marta, que descanses.<br /><br />Y entró en la habitación y cerró la puerta. Me quedé solo, al lado de la chimenea y reavivé un poco mas el fuego. Ya era tarde, yo también tenía sueño y me fui a dormir. Por supuesto esa noche tampoco escribí nada de mi nuevo libro. Estaba visto que no iba a comenzarlo nunca.<br /><br />Una vez en la cama me acordé de mi bella diosa. Me preguntaba por donde andaría ella que no la había visto en las últimas horas. Además me había amenazado con no dejar llegar a Marta hasta aquí y en cambio no la había pasado nada. Mientras pensaba en ello, mi bella de melocotón apareció sentada a los pies de mi cama. Ya estoy acostumbrado y por eso no me sobresalté. Me miró fijamente y yo a ella.<br /><br />- Creo que ya lo has visto todo, chica. Para una vez que se me ocurre contar todo nuestro secreto a otra persona, resulta que no me creen.<br /><br />- Te equivocas Theo, Mónica si que te ha creído, pero la ha dado tanto miedo reconocerlo que no creo que se sienta con ganas de volverte a ver y hablarlo de nuevo.<br /><br />- La política del avestruz.<br /><br />- Exacto, se esconde y lo olvida para no tener que enfrentarse a la realidad. Y ahora, ¿Qué vas a hacer?.<br /><br />- No lo se, supongo que me quedaré un par de días mas en este pueblo y si no consigo empezar mi novela me vuelvo a la ciudad, con Marta.<br /><br />- A Marta tampoco la digas nada porque tampoco te va a creer. ¿Tienes algún nuevo argumento ya para tu libro?.<br /><br />- Ninguno, no tengo ninguno. Creo que se me han ido todas mis musas.<br /><br />- Puedes escribir nuestra historia, continuación de la de Jesús, tu amigo taxista.<br /><br />- ¿Para que?, ¿Para incitar a la gente a que se enamore de ti?, ¿Incitación al suicidio?.<br /><br />- No lo creo. Era una alternativa, si no tienes tema, ese puede servirte.<br /><br />- Nada me atrae en absoluto.<br /><br />- Lo que tienes encima es un tremendo bajón sentimental y se te nota muy afectado.<br /><br />- Es cierto, pero nadie tengo para ayudarme. Ni siquiera tu puedes.<br /><br />- Lo se, por eso hoy no te quiero molestar. Me marcharé dentro de un rato.<br /><br />- ¿Tanto has cambiado?.<br /><br />- No, he descubierto que si te acorralo y te obligo luego tu me odias en vez de amarme.<br /><br />- Cierto, lo has comprendido. No puedes apabullarme a cada momento, ni doblegarme por la fuerza a tu voluntad, porque acabaré cogiéndote tedio e intentando esquivarte.<br /><br />- ¿Me echas de menos en mi ausencia?.<br /><br />- Creo que si, hay muchos momentos en que si.<br /><br />- Entonces eso es señal de que te estoy ganando para mi. Adiós Theo, duerme y cuídate.<br /><br />- Adiós guapa.<br /><br />Nada mas marchar ella me entró un agradable sopor y me quedé dormido profundamente. Soñé con mucha gente conocida. Estaban todos de pié, en una gran sala, como espectadores de algo que no pude ver. Eran todos mis amigos. Al rato empecé a notar algo extraño, que empezaban a haber mas huecos entre esos espectadores. Poco tardé en comprenderlo, era que uno a uno iban desapareciendo al azar. Mas tarde apenas quedaban media docena y posteriormente no quedaba ninguno. El silencio de esa sala era espeluznante y solo roto por los compases de una melodía al piano. Entonces aparecí yo por una de las puertas, vi la sala vacía y miré hacia el escenario y pude ver, por fin, lo que en él sucedía. Estaba allí mi bella diosa, sentada tranquilamente, tocando una bonita pieza musical en un piano grande, negro, de cola. Ella acabó su concierto y me miró fijamente, como solo ella sabe hacerlo, y yo aplaudí con fuerza. Mis aplausos resonaron con eco en la inmensa sala vacía.<br /><br />Por la mañana me levanté descansado, pero tremendamente preocupado por mi sueño. Cuando salí de mi habitación vi que Marta ya se había levantado y había desayunado, pero ella no estaba en la casa. Me di una ducha, me arreglé y tomé un ligero desayuno. Al mirar por una de las ventanas descubrí, a lo lejos, a Marta paseando por la playa. Me pareció buena idea y salí yo también a pasear. Cuando llegué a su altura me saludó muy sonriente, estaba claro que ella también había descansado muy bien. Seguimos andando juntos y nos llegamos hasta unas rocas y nos sentamos un rato a charlar.<br /><br />- Esto si que es vida y no la ciudad. Theo, cuando he visto esta playa con las luces de la mañana me entraron ganas de pasear por ella. Esta paz, este arrullo de las olas. ¿Sabes?, anoche las oía desde mi cama y me quedé dormida contándolas.<br /><br />- Si, esto es muy bonito, merece la pena disfrutarlo. A mi no me importaría pasarme aquí el resto de mi vida.<br /><br />- ¿Y por qué no lo haces?, tu, que puedes, te quedas aquí a vivir y disfrutas.<br /><br />- Tienes razón, pero tengo un pequeño inconveniente. Esto es hermoso para disfrutarlo en compañía y no en soledad. No, debo volver a la ciudad, que allí estoy muy bien acompañado por todos vosotros. Por cierto, mañana o pasado mañana quiero volver allí. Si vienes conmigo me llevas y si no te apetece marcharte pues cojo un tren y la digo a dora que te quedas aquí y todo el tiempo que quieras.<br /><br />- Creo que me voy contigo. Aquí yo sola no me encontraría bien. Me gusta demasiado el bullicio y la gente.<br /><br />Reanudamos nuestro paseo y volvimos a la cabaña. Descansamos otro par de días y dábamos nuestro paseo matutino por la playa. Pero no empecé mi libro, no me sentía motivado en ninguna forma. El día de nuestra marcha fue triste para Dora y Andrés, aunque les prometí volver pronto a pasar unos días con ellos. A la salida del pueblo paramos un ratito en la oficina de correos y me despedí de Mónica y de su madre. Después todo fueron kilómetros y kilómetros de carretera, hasta llegar a la ciudad. Durante el camino apenas hablamos y me dediqué a contemplar el paisaje y oír música de la que me gusta. No pude evitar que algo dentro de mi se revolviera cuando pasamos por el lugar donde yo tuve mi accidente. Marta me lo notó, pero no comentamos nada. Por cierto, tengo que llamar al taller, a ver si se puede salvar algo de mi pobre coche.<br /><br />Una vez en la ciudad, el consabido disgusto de mi Editor y el verano, que se nos vino encima, me lo pasé vegetando, salí algunas noches, la mayor parte de las veces con Marta, pero no empecé mi libro. Nada me apetecía y caí en picado en una profunda depresión sentimental.</span><span style="font-family:trebuchet ms;"><br />.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Un día me llamó mi amigo Antonio, que se dedica al cine amateur, para pedirme unos guiones. Quedamos en vernos y empecé y termine algunos, muy cortitos, pero que le gustaron y a mi me sirvieron para irme distrayendo con lo del cine. Empecé a tener mas nuevos amigos y amigas, la mayoría actores, pero cada vez me encontraba mas solo. Mi único consuelo era estar con mi hija un día entero a la semana y que yo siempre esperaba con impaciencia. Pero ese verano la dejamos irse de campamento con sus amigas y me quedé mas solo que nadie. Así la vida es mucho mas dura y no te quedan ganas de luchar por algo.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-89046031216042578112009-03-15T13:41:00.010+01:002009-03-15T14:12:33.273+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo XVI - Otra Mujer)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVqneNW7JiM312P7bhpUpnaLnYYJN1LQHMrx-xDRwi00ScPEm_piTzturnI-NoqPVjR4aYpR94EiFxWx50t1WBZqKgIJ48pFAO9L5SgfCr1nMxx-PHwmAPG7EksYoaT8jFKllDQvHsPFH1/s1600-h/step-ladder.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5313399736837867442" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVqneNW7JiM312P7bhpUpnaLnYYJN1LQHMrx-xDRwi00ScPEm_piTzturnI-NoqPVjR4aYpR94EiFxWx50t1WBZqKgIJ48pFAO9L5SgfCr1nMxx-PHwmAPG7EksYoaT8jFKllDQvHsPFH1/s400/step-ladder.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;">Por supuesto, a la mañana siguiente ella ya no estaba a mi lado. Desaparecía al amanecer, satisfecha de haber permanecido conmigo. Me levanté pronto y me puse el desayuno, la mañana estaba fría pero me apetecía estirar mis huesos por la playa. Después del desayuno opté por ponerme algo de abrigo y salí a pasear. El sol brillaba limpio pero sin calentar y el frío se hacía notar en la brisa. Un montón de gaviotas picoteaban la marea baja en busca de alimento y me fui por el lado contrario para no espantarlas. Al cabo de un rato llegué hasta una escollera y pude distinguir una figura entre las rocas. Al acercarme comprobé que era una mujer, una muchacha de unos veinte y muchos años.<br /><br />- ¡Hola!, ¿Cómo estás?, me llamo...<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Y la muchacha al oírme y verme se dio media vuelta y echó a correr hacia el pueblo.<br /><br />- Espera, no quiero hacerte nada.<br /><br />Pero no me oyó o no quiso oírme. Me encogí de hombros y volví sobre mis pasos, quizás las gaviotas me hagan mas caso. Luego me acordé de que debía llamar por teléfono a la ciudad y me encaminé hasta el pueblo. La marcha fue larga y largo el recorrido aunque disfruté enormemente con el paisaje que la naturaleza le regalaba a mis ojos. De todas formas no calculé yo bien la distancia hasta el pueblo, debería pensarme algún medio de transporte si quería trasladarme muchas veces durante mi estancia. Y por primera vez empecé a echar de menos mi destrozado coche. Nada mas llegar pregunté al primer lugareño que vi.<br /><br />- ¡Buenos días!.<br /><br />- ¡Buenos días tenga usted!.<br /><br />- Quiero llamar por teléfono, ¿Existe alguna centralita en este pueblo?.<br /><br />- Si señor, mire usted, al lado mismo de esa casona la tiene. También es la oficina de correos, tiene un letrero a la puerta.<br /><br />- Muchas gracias.<br /><br />Lo que yo no quería era molestar mucho a mis amigos Andrés y Dora. Ellos tenían teléfono, pero no me gusta abusar en mis conferencias. Así, de paso, me enteraba un poco de cómo funcionaba lo del cartero para con mi correspondencia. Al entrar en la oficina me topé de cara con Dora que se extrañó primero y se enfadó después.<br /><br />- Eres como un niño, no nos importa que uses nuestro teléfono y además te consideramos como nuestro invitado.<br /><br />- Ya, pero yo me quedo mas tranquilo.<br /><br />- Pues tu verás. Mira Encarna, este es Theo, el amigo nuestro del que te hablaba. Esta es Encarna, encargada de la oficina y aquella en Mónica, su hija.<br /><br />- Encantado de conocerlas. A su hija ya la conozco, pero solo de vista. Me la encontré antes, en la playa, cerca de mi casa, pero huyó de mi presencia sin decirme nada.<br /><br />- Debe usted perdonarla, es que generalmente no habla ya con nadie.<br /><br />- Ya te lo contaré luego Theo, si ibas a llamar te espero y te vienes luego conmigo a mi casa.<br /><br />- De acuerdo. Mire Encarna, marque este prefijo y este número y me pasa la comunicación.<br /><br />- Ahora mismo, a ver si hoy están bien las líneas y no tenemos problemas.<br /><br />- ¿Y que haces aquí Dora?.<br /><br />- He venido a por una carta certificada que me mandan de Madrid, del Ministerio.<br /><br />- ¿Aún sigues con ese problema de antaño?.<br /><br />- Sigo con lo mismo, pero parece ser que está a punto de solucionarse. Sabes que mi ilusión es dar clases en el colegio de este pueblo y siempre hay una vacante que no son capaces de cubrir todo un año entero. Los que vienen duran muy poco, se aburren aquí, son muy jóvenes y acaban marchándose.<br /><br />- Y se agarran a que tu hace tiempo que no ejerces.<br /><br />- No es eso, es que ahora lo hacen por no se que convocatorias y una no está al día en esas modernidades. Yo tengo un título que quiero aprovechar y quiero hacerlo en mi pueblo, porque me gusta. Y ellos no saben de nadie que quiera quedarse aquí.<br /><br />- ¿Y se te va solucionando?.<br /><br />- Tuve que ir con Andrés a Madrid y hablar con uno de los altos cargos. Ese me prometió que lo llevaría él personalmente y ahora recibo una carta para que les envíe unas documentaciones que necesitan.<br /><br />- Al menos ya es algo.<br /><br />- Tiene usted su conferencia, coja ese teléfono de ahí, en la pared.<br /><br />- Muchas gracias Encarna. Luego seguimos con esto Dora, si quieres me esperas o voy luego a tu casa.<br /><br />- No importa Theo, te espero.<br /><br />- ¡Hola!, ¿Con quién hablo?, soy Theo.<br /><br />- ¿Qué tal te lo estás pasando?, soy Alberto.<br /><br />- Hola Alberto, me lo estoy pasando muy bien, por eso os llamo, para daros envidia.<br /><br />- Nos tienes preocupados, llevas diez días fuera y no nos has llamado. Dame tu teléfono y así te llamamos nosotros.<br /><br />- Ni hablar, no tengo teléfono y llamo desde una centralita. ¿Estás tu solo?, me gustaría saludar a alguien mas.<br /><br />- Ahora estoy yo solo, los demás están con sus cosas y Marta ha hecho las maletas y se nos ha ido de vacaciones esta misma mañana.<br /><br />- ¿Te ha dicho donde ha ido?.<br /><br />- No se lo ha dicho a nadie, ya sabes como es, un día piensa una cosa y luego hace otra distinta. Ya no nos extraña nada.<br /><br />- Bueno, pues corto ya. Les das recuerdos y ya os mandaré una postal.<br /><br />- ¿Cuándo volverás a llamar?.<br /><br />- No lo se, un día de estos. Hasta luego.<br /><br />- Hasta luego y pásatelo bien.<br /><br />- ¿Ha terminado ya, señor?.<br /><br />- Si, dígame el importe. Luego volveré a llamar a mi hija, aún es pronto y no estará en casa.<br /><br />- Theo, pareces enfadado.<br /><br />- Si Dora, resulta que Marta ya está en camino para acá.<br /><br />- Cuanto lo siento, fue por lo de anoche, además no nos dijiste nada y la dimos nuestras señas.<br /><br />- Ya me extrañaba a mi que ella se viniese tan decidida. Hubiese tardado mucho en averiguar a que localidad pertenecía el número de vuestro teléfono que yo la dejé.<br /><br />- Aquí tiene el recibo, señor.<br /><br />- Gracias Encarna, tome, ya nos veremos. Si tengo alguna carta désela a mis amigos que ellos me la harán llegar. De todas formas nadie tiene estas señas, pero uno nunca sabe.<br /><br />- No se preocupe, así lo haré.<br /><br />- Vamos Theo, haremos antes unas compras de camino a mi casa.<br /><br />- De acuerdo, vamos. ¿Qué me ibas a contar de esa chica, la hija de Encarna?.<br /><br />- ¿De Mónica?, primero dime tu si de verdad la conociste como has dicho.<br /><br />- Pues eso mismo, nada importante, salí de la cabaña a pasear por la playa y la vi por allí cerca, la saludé, me vio y echó a correr al pueblo sin decirme ni una palabra.<br /><br />- Verás, antes Mónica no vivía en el pueblo, se quedó en la capital después de acabar su carrera de farmacia. Dicen que estaba viviendo con un chico desde hace años y que ahora rompieron y que ella se ha venido al pueblo con su madre, para olvidar.<br /><br />- Eso no es excusa para ser tan maleducada.<br /><br />- Aquí si lo es. Date cuenta que en el pueblo se llegó a decir que Mónica era una fulana por vivir con alguien sin casarse. Ahora que vuelve al pueblo las mujeres no la hablan y los hombres la hacen proposiciones deshonestas.<br /><br />- Por eso ella huye de los hombres.<br /><br />- Exactamente.<br /><br />- ¿Pero aún estáis en la Edad Media?.<br /><br />- Si Theo, en estos pueblecitos solo ven normal lo que sale por televisión, la vida real la ven de otra forma.<br /><br />- Pues es muy triste.<br /><br />- Si que lo es, con la única que ella suele hablar es conmigo, tal vez porque ve que yo tengo las ideas mas modernas.<br /><br />- Yo no me explico como puedes aguantar todo el año en un pueblo así. Tu naciste para ser ciudadana de asfalto.<br /><br />- La vida es así, a mi me gusta y Andrés es un buen hombre, trabajador y cariñoso. Y ¿A ti que tal te va con lo tu separación?.<br /><br />- Lo voy superando, peor lo lleva mi hija pero el tiempo lo cura todo.<br /><br />- Vamos Theo, que yo perdí una oportunidad al no casarme contigo. Yo nunca te hubiera dejado siendo ya mi marido.<br /><br />- Eso no lo sabremos nunca. Además yo no te pedí que te casaras conmigo, tuvimos nuestro romance aquel verano y solo tenemos ese pequeño y maravilloso recuerdo. Luego lo dejamos mutuamente, conociste a Andrés el verano siguiente y aquí estás, feliz y casada.<br /><br />- Cierto, no te conocía lo suficiente por entonces. Pero ahora que te conozco mejor siempre tendré esa duda.<br /><br />- Dora, es mas bonito una vieja amistad.<br /><br />- También es verdad, te quiero así, tan amigo.<br /><br />- Gracias, yo también os quiero a los dos así.<br /><br />- Entra conmigo en esta tienda, quiero comprar algo.<br /><br />- De acuerdo.<br /><br />Dora compró algunas cosas y de paso también un pequeño regalo para mi hija. Yo compré algunos recuerdos para todos y unas cuantas postales para enviarlas sin remite. Seguidamente nos fuimos a su casa, llamé por teléfono a mi hija y hablé con ella largamente, una conversación maravillosa que me llenó de nuevos ánimos. Todo lo que me contó eran cosas suyas y del colegio, cosas importantes para ella pero que yo debía escuchar como buen padre, que para eso estamos los padres.<br /><br />Andrés volvió a casa un rato después y se alegró al verme. Me quedé a comer con ellos y hablamos de todo un poco y posteriormente del contenido del libro que yo pensaba escribir. También salió a relucir lo de mi accidente y las secuelas del mismo durante mi estancia en aquel hospital. Por raro que parezca, estando allí con ellos dos, en su casa, tan en familia, me encontraba yo muy a gusto y se veía que ellos también. Luego llamaron a la puerta y Dora se levantó a abrir. Al rato volvió a la sala con media sonrisa enigmática en su boca.<br /><br />- Theo, quieren hablar contigo.<br /><br />- ¿Quién es?.<br /><br />- Sal fuera y lo verás, te espera en el recibidor porque la da apuro entrar hasta aquí.<br /><br />- Iré a ver. Luego vuelvo un rato mas antes de volver a mi casa.<br /><br />- Como quieras. ¿Qué las das, Theo?.<br /><br />- ¿Cómo dices?.<br /><br />- Nada, que no hace falta que vuelvas luego por aquí, ya nos veremos en otra ocasión.<br /><br />Salí al recibidor con la imagen de Marta en mi cabeza. Pero era absurdo que fuese ella y que tardase tan poco tiempo en recorrer toda esa distancia desde mi ciudad hasta aquí. Mi sorpresa fue mayúscula, era Mónica.<br /><br />- Hola Theo.<br /><br />- Vaya, pero si sabes hablar.<br /><br />- Perdona por lo esta mañana, no te conocía y no sabía que fueses tan amigo de Dora.<br /><br />- ¿Es que eso cambia las cosas?.<br /><br />- Bastante, hay amigos en los que sí puedes confiar y en ella confío. Y por lo que dicen ellos de ti, se que también acabaré confiando en ti.<br /><br />- Gracias por el halago y te perdono el desplante. ¿Hay algún sitio donde podamos charlar mas tranquilos, aquí, en el pueblo?.<br /><br />- No, ninguno. Mejor vamos a tu casa, bueno, eso si tenías intención de ir ahora. Y si no lo dejamos para mas tarde.<br /><br />- No te sientas obligada, no me debes nada por lo del desplante.<br /><br />- Ya, pero me apetece hablar contigo, bien, si tu quieres, claro.<br /><br />- Pues claro que quiero. Venga, vamos andando hasta mi casa, te invito allí a algo y así hablamos durante el camino.<br /><br />- Gracias, vamos.<br /><br />- Por cierto Mónica, ¿No tienes miedo de que los del pueblo murmuren por esto?.<br /><br />- Allá ellos, ya mas de lo que murmuran no creo que les quede.</span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Y marchamos andando juntos. Ella me contó su historia al completo y yo la conté mi vida al completo. Intenté eludí la parte correspondiente a mi bella diosa desconocida, pero no se la podía ocultar. Algo dentro de mi me decía que se lo contase todo, quizás porque yo necesitaba hablarlo ya con alguien. Así pues, como la persona y el momento eran propicios, empecé a hablarla de ello.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-47069595508371528162009-03-08T09:18:00.005+01:002009-03-08T09:28:18.252+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo XV - Mi LLegada<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgvVvZrY3_MCsi7vY8Q5QY5PnrisNvoi8Wlf6WAllgx9DLcgWfyEd3pKGq3wTHuoxC5HVPf_SgGLAyySrZuUiuyAQV1fk7Y-T-YFxhSGyzIGuctVCpH-1WYWLsFXdvGrNqrvCOtIy2VfAz/s1600-h/x1pN1mp8dKYgTHSJD0DVVeu_nBCgXb6XaUQ0P8i5qjL2mB0WX75umgPVEMDAk0YWreQhtiAFZdlsWKTlBbrFIgSIaas0zQeoflj0uAk-rrFOpehBl80FiC20g.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5310730109495845490" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 290px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgvVvZrY3_MCsi7vY8Q5QY5PnrisNvoi8Wlf6WAllgx9DLcgWfyEd3pKGq3wTHuoxC5HVPf_SgGLAyySrZuUiuyAQV1fk7Y-T-YFxhSGyzIGuctVCpH-1WYWLsFXdvGrNqrvCOtIy2VfAz/s400/x1pN1mp8dKYgTHSJD0DVVeu_nBCgXb6XaUQ0P8i5qjL2mB0WX75umgPVEMDAk0YWreQhtiAFZdlsWKTlBbrFIgSIaas0zQeoflj0uAk-rrFOpehBl80FiC20g.JPG" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;">Unas horas después ese tren me dejaba justo en la pequeña Estación del pueblecito marinero que yo quería. Con un retraso de diez días sobre lo que yo había previsto me presenté en casa de unos conocidos, buenos amigos míos, que no me habían echado de menos porque yo no les había avisado de mis intenciones de viajar. Después de los saludos y abrazos de rigor, me dieron las llaves de una casita, al borde de una playa, en una recogida y pequeña cala preciosa. Me acompañaron hasta ella y me ayudaron a instalarme. Por supuesto no les conté lo de mi accidente y después de alegar que me encontraba cansado del viaje, me dejaron solo y se marcharon, de vuelta al pueblo, llevando una larga lista de todo lo que me iba a hacer falta.<br /><br />Sus nombres son Andrés y Dora. Son aún jóvenes pero Dios no les da hijos y eso que se los merecen por lo cariñosos que son. Todo el mundo que les conoce los aprecia, son sencillos, trabajadores y les gusta vivir donde viven. Son de la clase de gente que casi no se encuentran ya, que se desviven en ayudara los demás y se preocupan poco de sí mismos. Esta cabaña, como ellos la llaman, perteneció al padre de Andrés, que fue marinero de toda la vida. Y dista del pueblo como cinco kilómetros, aproximadamente.<br /><br />El resto del día lo dediqué a pasear por la pequeña playa, dejando que las olas mojaran mis pies y cogiendo algunas cosas que las mareas habían depositado. Por la noche refrescaba un poco y permanecí en el interior de la casa. En realidad era tan solo una casita, tenía su cocina, su saloncito con chimenea y unas habitaciones. También un retrete, con agua de un depósito elevado y los vertidos iban a parar en un pozo negro. Una casita, en madera, pero con auténtico sabor marinero. En el exterior tiene un porche cubierto que viene bien en el verano para respirar la brisa y en un lateral, recostada, una pequeña barca de remos.<br /><br />Intenté encender la chimenea pero no había leños en el interior de la casa y los de fuera estaban empapados por la llovizna que cayó durante todo el día. Resignado me puse un fuerte jersey de lana y me dispuse a preparar la cena. Mientras acababa de cenar divisé los faros de un coche que se acercaba por el camino de tierra. Salí al porche, eran Andrés y Dora.<br /><br />- Theo amigo, ¿Qué tal estás descansando?.<br /><br />- Bastante bien. Esto es vida y no la ciudad.<br /><br />- Deberías vivir siempre aquí, te conviene.<br /><br />- No Dora, no. No me tientes que soy muy comodón y no tengo vocación de ermitaño.<br /><br />- Pero puedes vivir con nosotros, en el pueblo. Esto está muy aislado y precisamente hablábamos, el otro día, de vender esta casa que no utilizamos y no nos vamos a venir a vivir aquí.<br /><br />- No insistas, además solo os molestaré unos pocos días mas.<br /><br />- No digas tonterías, para las pocas veces que te vemos tienes que quedarte aquí un mes, como mínimo.<br /><br />- No Andrés, solo me quedaré unos veinte días, los suficientes para escribir mi libro, que voy con mucho retraso.<br /><br />- Como quieras, pero nuestro deber de amigos es intentar convencerte de que te quedes con nosotros.<br /><br />- Por cierto Theo, ha llamado una tal Marta, compañera tuya en el piso de la ciudad.<br /><br />- Vaya, solo debía llamarme en caso de necesidad. ¿Y que se contaba?.<br /><br />- Nos preguntó que tal estabas y de que había algunas novedades, cosas sin mucha importancia, en el piso.<br /><br />- También nos preguntó que tal habías pasado estos diez días aquí, si tenías muy adelantado ya el libro y si habías llegado sin novedad con tu coche nuevo.<br /><br />- Bien, tal como me miráis los dos, debo suponer que me tenéis cazado. Y la habréis dicho que tan solo llevo aquí un día. Creo que me voy a quedar mas tranquilo si os lo explico.<br /><br />- Solo si tu quieres, Theo. Pero si es algo muy personal creo que hemos metido la pata. No sabíamos nada de tu coche y viniste en tren y hace diez días que saliste de allí. Y creo que la hemos dicho demasiado.<br /><br />- No importa, no tenéis la culpa.<br /><br />Y les expliqué todo al respecto de mi accidente y posterior hospitalización. Naturalmente omití todo lo concerniente a mi bella desconocida. Mas que nada porque es un secreto entre pocos y Andrés y Dora son gente sencilla y no lo entenderían o me tomarían por un loco.<br /><br />- Podías haberte matado y nadie sabría nada de ti en diez días. Eres un poco inconsciente, Theo.<br /><br />- Bueno, el hospital o la policía ya habrían avisado a mi familia si hubiese ocurrido lo peor. De momento estad tranquilos, la muerte me ronda pero me deja vivir por el momento. Es un privilegio suyo.<br /><br />- ¡Dios mío!, no juegues con esas cosas tan serias. A mi me da mucho respeto hablar de ello.<br /><br />- Y yo tengo miedo, cambiad inmediatamente de conversación, Theo, Andrés.<br /><br />- Sería conveniente que llamaras un día a la ciudad para tranquilizar a los tuyos.<br /><br />- Mañana me acercaré al pueblo y haré unas cuantas llamadas.<br /><br />Charlamos durante dos horas mas de otras cosas y después Andrés y Dora volvieron al pueblo. Recogí la mesa y pasé a la habitación con la intención de descansar. Aún me encontraba resentido del accidente y la humedad del lugar me ayudaba poco. Si, me esperaban unos cuantos días iguales al de hoy, llovizna muy ligera durante todo el día y frío por las noches. Con suerte vería el sol algún día de estos. Pero el clima y el paisaje hacía juego con mi estado de ánimo y eso precisamente necesitaba yo para escribir mi nuevo libro. Y debía comenzar mañana mismo a escribirlo, el retraso que llevaba era alarmante.<br /><br />Tal vez si empezaba ahora mismo... Las horas nocturnas son mi especialidad para escribir y cuando mas orden tengo en la cabeza. Pero hoy no me encuentro en condiciones, demasiado cansado. Me dispuse a prepararme la cama y algo, quizás mi sentido extra, me indicó que no me encontraba solo.<br /><br />- Puedes hacerte visible, se que estás aquí.<br /><br />- ¿Me presientes Theo?.<br /><br />- Afirmativo, siempre sé cuando estás cerca. ¿Qué quieres ahora?.<br /><br />- Nada en particular, solo hablar contigo.<br /><br />- Suelta lo que tengas. Cuando me dices eso significa que tienes mucho que decirme.<br /><br />- Me gustaría que volvieses a tu ciudad.<br /><br />- Y a mi no me gustaría.<br /><br />- Es que no te encuadro yo en otro sitio que no sea ese.<br /><br />- Deberías estar contenta porque aquí me tienes para ti solita y allí siempre ando ocupado con todo el mundo.<br /><br />- Pero mientras estás aquí todo el mundo allí anda preocupado y pensando en ti. Te echa mucho de menos mucha gente.<br /><br />- Eso te parece a ti. No deberías preocuparte ni sentir celos. Tu puedes estar en muchos sitios a la vez y no existen distancias para ti.<br /><br />- Pero prefiero tenerte en tu ciudad, no sabría como explicarlo.<br /><br />- ¿Por qué aquí puedo pensar mas y mejor lo nuestro?.<br /><br />- Algo así. Theo, debes volver allí.<br /><br />- De eso nada, he venido a escribir y escribiré. Me haces perder diez días y me harás perder muchos mas, pero una cosa si te digo; Si para escribir este libro me tengo que quedar aquí un año entero, lo haré.<br /><br />- ¿Nada te puede cambiar de opinión?.<br /><br />- En absoluto.<br /><br />- ¿Sabes que tu compañera Marta tiene pensado venir a verte este fin de semana?.<br /><br />- No, no lo sabía.<br /><br />- La tienes preocupada y va a venir. No lo haría si estuvieses allí.<br /><br />- Mañana la llamo y la haré desistir de ello.<br /><br />- No lo conseguirás, lo tiene muy decidido.<br /><br />- Pues me pondré de acuerdo con Andrés y Dora para que la digan que no estoy, que me he ido a otro sitio.<br /><br />- Deberías volver.<br /><br />- Y dale, te pones a veces un poco pesada.<br /><br />- Y tu te enfadas mucho últimamente.<br /><br />- Es que siempre te apareces en el momento mas inoportuno. Ahora quiero descansar. ¿Te importa si seguimos mañana esta conversación?.<br /><br />- Como quieras, pero déjame quedarme aquí contigo. Te prometo que no te quitaré tu descanso.<br /><br />- ¿No tienes nada que hacer esta noche?.<br /><br />- Si, pero estoy en varios sitios a la vez, ¿Recuerdas?.<br /><br />- ¿Por qué te gusta tanto acompañarme en silencio?.<br /><br />- Soy una solitaria, siempre lo he sido y nunca nadie me quiere por compañía. Luego vienes tu, después de tantísimo tiempo y me hablas, me comprendes un poco y me amas. Después de esto, ¿Cómo quieres que me vaya de tu lado?.<br /><br />- Por eso tienes miedo de que me canse de ti.<br /><br />- Exactamente.<br /><br />- Pues a este paso y con el acoso al que me tienes sometido si que me puedo cansar de ti.<br /><br />- Perdóname. ¿Hacemos las paces?.<br /><br />- De acuerdo, hecho. Pero nada ya de venganzas y de acosos.<br /><br />- ¿Tu no quieres volver ya a la ciudad?.<br /><br />- Si quiero, pero en su día. Ahora no y vamos a dejar ya ese asunto que quiero descansar. Siéntate ahí y te quedas quietecita mientras duermo.<br /><br />- Hemos hecho las paces, ¿Recuerdas?.<br /><br />- Esta bien, duerme a mi lado, pero te vas a estar todo el tiempo quietecita.<br /><br />- ¿Y un beso sería pedir mucho?.<br /><br /></div></span><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Y por ese beso empezó todo lo que tenía que suceder. Yo me encontraba en malas condiciones físicas, pero a ella no debió importarla mucho. Creo que se conformó porque di todo lo que pude de mi en caricias y besos. La verdad es que esta mujer es capaz de resucitar a un muerto, con perdón de la expresión, pero ni aún tratándose de ella no se me ocurre otra mejor. Y que bonito, el darme la vuelta en la cama, completamente agotado y ella, llena de cariño, quedarse abrazada a mi durante toda la noche. Mañana la preguntaré si ella duerme y si no así, que paciencia, esperarme toda la noche despierta, a mi lado. En esta situación no me importaba no volver nunca a la ciudad, ni escribir ningún libro. Me hubiese gustado permanecer así siempre, con ella junto a mi. Pero como mortal que soy pienso que eso es imposible, que algún día esto tendrá que acabar, que ella seguirá siendo siempre un bombón de mujer y yo me iré haciendo viejo. Pensando en todo esto debí quedarme profundamente dormido, con sus hermosas curvas adaptadas a mi cuerpo.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-69708299219694446832009-03-01T10:57:00.004+01:002009-03-01T11:07:18.591+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo XIV - La Convalecencia)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5aY_jvx_rMNQ40fMOmzAmeQTQ8s2GddFUtqHpIBg7ODU35gR-RwQ_JUhKsKdmBbMpugLvmXzTvXyOL1ccVPBJ5tEc_OJAwUO3mNp0wSmHOcw_arjLybiDL-Tfyd36w2yeMSRLOA2ShOtD/s1600-h/x1piYkpqHC_35mmd3Ic9P5wUSiEu5T6XOa2ifCpqEYAsTPY95hyC4LLq-yPmGhxjxwv4RzKZcaG21tgfK-mdyMPe_w2TG4MG6fj8pcfNr5sv-R3-E8cZBc2mQ.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5308157520963907426" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 550px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5aY_jvx_rMNQ40fMOmzAmeQTQ8s2GddFUtqHpIBg7ODU35gR-RwQ_JUhKsKdmBbMpugLvmXzTvXyOL1ccVPBJ5tEc_OJAwUO3mNp0wSmHOcw_arjLybiDL-Tfyd36w2yeMSRLOA2ShOtD/s400/x1piYkpqHC_35mmd3Ic9P5wUSiEu5T6XOa2ifCpqEYAsTPY95hyC4LLq-yPmGhxjxwv4RzKZcaG21tgfK-mdyMPe_w2TG4MG6fj8pcfNr5sv-R3-E8cZBc2mQ.JPG" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;">Tal y como ella dijo desperté en una cama de Hospital, rodeado de gente con bata blanca. Al fin y al cabo no había cumplido su amenaza, lo que me daba un alivio. O quizás me lo reservaba para mas tarde, lo que me daba miedo.<br /><br />- ¿Qué tal se encuentra?.<br /><br />- Muy poco bien, me disponía a besar a la muerte cuando ustedes me han despertado.<br /><br />- ¿Recuerda quién es usted?.<br /><br />- Pues si, lo recuerdo perfectamente.<br /><br />- Ha tenido usted suerte. Su coche no tanta, ha quedado inservible.<br /><br />- Y aún debo dinero por él.<br /><br />- Pues esa marca de coche viene muy preparada y le ha salvado a usted la vida. Bueno, eso y a que llevaba puesto el cinturón de seguridad.<br /><br />- Mentira, solo me ha salvado ella, nada mas que ella.<br /><br />- ¿A quién se refiere?.<br /><br />- Nada..., a la suerte.<br /><br />- Procure descansar otro poco, mientras nos vamos a comprobar de nuevo sus análisis por si tiene algo roto por ahí dentro.<br /><br />- ¿Ya es de día?.<br /><br />- Ya es por la tarde. Cuando le encontraron ya había amanecido y debía llevar usted muchas horas en el fondo de aquél barranco. Menos mal que no tuvo ninguna hemorragia.<br /><br />- Si, menos mal.<br /><br />- ¿Quiere que avisemos a alguien?, ¿A su familia?.<br /><br />- No, a nadie, a nadie.<br /><br />- Se lo digo porque lleva usted aquí unas ocho horas y como no nos pareció grave nos hicimos cargo de usted y la Policía cerró el caso.<br /><br />- Gracias, pero no avisen a nadie. Quiero dormir otro poco, solo eso. No me encuentro bien pero, durmiendo seguro que me recupero.<br /><br />- Bien, hasta luego. Enfermera, baje esa persiana y deje en penumbra esta habitación.<br /><br />Y así me dejaron, hecho polvo, sobre una cama cualquiera. Si, realmente iba a pasarme unos días muy tranquilo, alejado de todos, pero a muy mal precio. Hasta cierto punto yo había calibrado a mi bella desconocida, pero estaba visto que debía irme con cuidado a partir de ahora. Menos mal que ella creía que no me leía mi pensamiento en algunas ocasiones y no pude por menos que reírme un poco. Era sencillísimo porque, en realidad, yo no pensaba en nada. Dejaba mi mente en blanco y ella no me podía leer nada y entonces ella intuía que yo pensaba algo que ella no podía leerme, que bien. Pero no me puedo estar toda la vida quedándome la mente en blanco. ¿Y ella?, ¿Dónde se habrá metido ahora?. Seguro que anda por aquí, acechándome y preparando algo para mi, o contra mi. Eso nunca se sabe con ella.<br /><br />Poco a poco fui cerrando los ojos y una agradable somnolencia se apoderaba de mi. Al cabo de lo que yo creí pocas horas desperté adormilado aún y repasé la habitación con la vista. Era una habitación vulgar igual a todas las habitaciones de los Hospitales. A los pies de mi cama había una butaca y una persona sentada en ella. No la pude distinguir bien en la penumbra y supuse que era la Enfermera. Volví a dormirme de nuevo durante otras horas mas, sin pensar en nada, o al menos no me acuerdo si pensaba en algo.<br /><br />- Despierte, despierte.<br /><br />Entreabrí los ojos al oír la voz y me fui espabilando poco a poco. Empecé a notar que me dolía todo el cuerpo. Era la Enfermera la que me llamaba y noté mas luz en mi habitación.<br /><br />- Vamos, despierte solo un poquito, es por su bien, tiene que tomarse estos calmantes si no quiere que le duela todo el cuerpo.<br /><br />- Ya me duele todo el cuerpo.<br /><br />- Pues tómese esto e intente dormir de nuevo.<br /><br />- ¿Qué hora es?.<br /><br />- Querrá decir que día es hoy. Lleva dos días enteros durmiendo.<br /><br />- Tengo hambre y me parece que tan solo haya dormido unas pocas horas.<br /><br />- Ya ha comido antes.<br /><br />- No me he enterado.<br /><br />- Son los efectos de los calmantes.<br /><br />- Gracias por velar mis sueños.<br /><br />- No hay por qué darlas, ha estado usted la mayor parte del tiempo solo.<br /><br />- Pues yo he visto una mujer ahí sentada.<br /><br />- Estaría soñando, nosotras no éramos.<br /><br />- ¿Es que no me va a dejar en paz?.<br /><br />- ¿Le estoy molestando?.<br /><br />- Usted no, perdone, lo digo por ella.<br /><br />- Debe descansar otro rato mas, le vendrá bien.<br /><br />Pero noté algo incómoda a la Enfermera. Cuando salió de la habitación la esperaba otra compañera y la oí comentar:<br /><br />- Te digo que otra vez me ha parecido que había alguien mas en la habitación. También él ha debido ver algo y me ha preguntado.<br /><br />- Aquí pasa algo raro, lo sé.<br /><br />Cuando noté que se habían alejado eché otro vistazo por la habitación, pero no parecía haber nadie allí.<br /><br />- Sé que estás por aquí. Ya te ha debido ver todo el mundo.<br /><br />- Lo sé Theo, casi me pilla unas cuantas veces la Enfermera.<br /><br />- Te has propuesto vengarte y me vas a fastidiar mis días de descanso y mi nuevo libro.<br /><br />- No, aquello ya pasó, no estoy enfadada y de ti depende el que no me vuelva a enfadar. Te recuperarás pronto y empezarás a escribir de nuevo. Son solo unos cuantos días mas aquí.<br /><br />- Y mi coche a hacer puñetas.<br /><br />- Eso solo es algo material, lo importante es que estás vivo.<br /><br />- Ya, pero casi estoy todo roto por tu culpa.<br /><br />- Fue un repente que tuve, lo siento.<br /><br />La puerta se abrió de golpe y entraron la Enfermera y el Doctor. Se miraron nerviosamente.<br /><br />- ¿Con quién hablaba?.<br /><br />- Con nadie, estoy ensayando mi nuevo libro.<br /><br />- Nos pareció que había alguien mas con usted y no son horas de visitas.<br /><br />- Bueno Doctor, pues ya ve que estoy yo solito y bastante aburrido. ¿Qué tal esas pruebas?.<br /><br />- Bastante bien. Dentro de pocos días se le irán los dolores por completo y podrá abandonar el Hospital. Afortunadamente no tiene lesiones internas y nada roto por ahí.<br /><br />- Estoy ansioso por irme.<br /><br />- Pronto, muy pronto, tenga paciencia. Nosotros nos vamos ya, procure descansar un poco mas.<br /><br />- De acuerdo, me aburriré otro poco.<br /><br />- Hasta luego. ¡Ah! Y siga ensayando, le sale muy bien la voz de mujer.<br /><br />Cuando ambos se iban pude comprobar la irónica sonrisa del Doctor y la asustada mirada que la Enfermera me dirigió. Y como yo no quería hablar mas con nadie procuré dormir de nuevo. Pero en mi cabeza resonaban aun todas y cada una de sus palabras y me di cuenta de que ellos no eran tontos y algo habrían visto. En fin, que ya tenían algo sorprendente que contar a sus nietos.<br /><br />Unos días después me dieron el alta en el Hospital. Por supuesto no me había aburrido porque mi bella desconocida me visitó unas cuantas veces y tuvimos largas y amenas charlas. El Doctor y la Enfermera casi nos pillan otras tantas veces y al irme, cuando salía, no pudieron reprimirse.<br /><br />- ¿Quiere hacer el favor de firmar aquí?. Puro trámite, es su historial clínico.<br /><br />- Por supuesto que si, deme un bolígrafo.<br /><br />- ¿Ha ensayado bien su libro?.<br /><br />- Bastante, ya va por buen camino.<br /><br />- ¿Practica usted el espiritismo?.<br /><br />- No, pero casi. Algo parecido. Lo que pasa es que a ella la da vergüenza que la vean otros.<br /><br />- Ya comprendo.<br /><br />- Ustedes que van a comprender. Nunca lo entenderían.<br /><br />- Está bien, usted sabrá lo que hace.<br /><br />- Adiós Doctor y gracias por todo.<br /><br />- Tenga mas cuidado para la próxima vez.<br /><br />- Descuide, procuraré que no haya una próxima vez, empiezo a odiar los coches.<br /><br /></div></span><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Llamé un Taxi y me llevó a la Estación de trenes. Allí miré en un panel muy grande los horarios y encontré el que me venía bien y que me dejaba justo en el pueblo adonde me dirigía.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-634431871116418362009-02-22T08:57:00.006+01:002009-02-22T09:27:05.730+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo XIII - Mi Golpe)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkRHujATw1mGvJel_JHoIF8ILezvhEoMZSkYLBtRPP3L8dQjMl8djW4dy8kt_I_qhYCTr0a_djqOBm_z5SDd3-QE4qaY7heifXqovzax5Lg7cxV__I_CRJZOe8i5aAbfYvuJLP3rolDZ1V/s1600-h/x1pN1mp8dKYgTHSJD0DVVeu_jNrw_AHybQSQPkPZKNKN9iYjFoAyerGjHSfqciqFhUAsSnC5dYnBinXgoxEwdh0mFdG_BEq91qG7Imgqe2Mxm0.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5305533042992399458" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkRHujATw1mGvJel_JHoIF8ILezvhEoMZSkYLBtRPP3L8dQjMl8djW4dy8kt_I_qhYCTr0a_djqOBm_z5SDd3-QE4qaY7heifXqovzax5Lg7cxV__I_CRJZOe8i5aAbfYvuJLP3rolDZ1V/s400/x1pN1mp8dKYgTHSJD0DVVeu_jNrw_AHybQSQPkPZKNKN9iYjFoAyerGjHSfqciqFhUAsSnC5dYnBinXgoxEwdh0mFdG_BEq91qG7Imgqe2Mxm0.jpg" border="0" /></a><span style="font-family:trebuchet ms;">Mientras recuerdo estos años pasados voy por la autopista, al volante de mi coche nuevo. Necesito una especie de pausa en mi vida para ponerme en orden las ideas y además, para empezar a trabajar en mi nuevo libro. Y he decidido marcharme yo solo a la costa. A un adorable pueblecito del Norte que ya conozco, tranquilo, con buenas gentes y bellos paisajes. Atrás he dejado la ciudad, hace horas, a mis amigos, a mi familia y a mi bella desconocida. Antes de partir realicé algunas llamadas por teléfono para avisarles de mi decisión de unas minivacaciones.<br /><br />- Dígame.<br /><br />- Jesús, soy Theo, me voy unos días fuera, a un pueblecito de la costa.<br /><br />- Estupendo chico, que envidia me das. Con gusto me iría contigo, pero el trabajo es el trabajo y en esta época del año tengo mucho y debo aprovecharlo. Si fuese en otras fechas...<br /><br />- No, si yo lo que quiero es irme solo. Necesito concentrarme y empezar un nuevo libro. Tan solo te llamo para que lo sepas, que me voy.<br /><br />- Que te diviertas. Ya me contarás a tu vuelta.<br /><br />Mi hija me comprendió perfectamente cuando la llamé para decírselo.<br /><br />- ¿Te vas a bañar en el mar?.<br /><br />- No lo se, depende del clima. En esta época del año suele llover mucho por allí.<br /><br />- Tráeme alguna caracola, o unas conchas de la playa. Las puedes coger mientras paseas por la playa. O algún recuerdo, bueno, lo que a ti te parezca. Me gustan las sorpresas.<br /><br />- Descuida, no me olvidaré de ti.<br /><br />- Y espero que sea muy bonito lo que escribas y me lo dejes leer a mi primero.<br /><br />- Prometido, hija. Dila a tu madre que se ponga al teléfono un momento.<br /><br />- No puede en estos momentos, está en la ducha. Si te esperas un poquito no tardará en salir.<br /><br />- Déjala, no importa. Era para despedirme de ella simplemente. Cuando salga de la ducha la dices que he llamado, se lo cuentas y la das un beso.<br /><br />- ¿De tu parte?.<br /><br />- Si, pero no la digas que es de mi parte. Hasta la vista hija y pórtate bien.<br /><br />Y Angélica tenía el día en clave de humor, como casi siempre.<br /><br />- Pero mira que eres pendón. ¿Y a que pueblo dices que vas?.<br /><br />- No te lo voy a decir porque quiero estar yo solo y eres capaz de ir a hacerme una visita.<br /><br />- Oye, no te habrá cazado alguna cualquiera y os vais a daros la gran juerga.<br /><br />- ¿Piensas eso en serio?.<br /><br />- Que no, hombre, que no. Era una broma. Que poco me conoces Theo.<br /><br />- Te conozco bastante bien... ¿Angélica?...<br /><br />- ¿Si?.<br /><br />- Te voy a echar de menos.<br /><br />- Gracias, no esperaba menos de ti.<br /><br />- Me debes una.<br /><br />- Cuando regreses por aquí. Cuídate.<br /><br />En casa no estaban mis compañeros y no aparecieron mientras estuve haciendo mi equipaje. Y les tuve que dejar una nota en el tablón de avisos. Por supuesto tampoco a ellos les dije el lugar adonde yo iba. Antes de salir de casa me lo pensé mejor y escribí en otra nota un número de teléfono por si había alguna emergencia y me tenían que localizar. Pero esta segunda nota no la puse junto a la primera. En vez de eso opté por deslizarla bajo la puerta de la habitación de Marta. Confiaba en ella.<br /><br />Ya cerca de la costa tomé una pequeña desviación saliendo de la autopista que me llevaría, a través de una sinuosa carretera costera, hasta ese hermoso pueblecito. Ya era de noche cerrada y yo confiaba en encontrar a alguien despierto aún que me enseñara donde encontrar alojamiento.<br /><br />- Theo, ¿Qué pretendes?.<br /><br />La voz me sobresaltó tanto que a punto estuve de salirme de la carretera. A mi lado se había aparecido, de repente, mi bella desconocida.<br /><br />- ¿Pero que demonios haces tu aquí?.<br /><br />- Contéstame tu primero. ¿Qué pretendes largándote así, sin mas?.<br /><br />- Yo no me largo de nadie. Me has dado un susto de muerte, perdón, quiero decir, me has dado un buen susto, que leches.<br /><br />- Quieres alejarte de mi, lo presiento. Has avisado a todos de tu viaje, menos a mi.<br /><br />- Mira guapa, si no te he dicho nada es porque supongo que tu lees mis pensamientos y esto hace tiempo que lo tengo decidido. Por eso deberías también saber que no pretendo alejarme de nadie, solo de la ciudad, que necesito una tranquila temporada.<br /><br />Paré el coche en el arcén y me noté aún temblando de pies a cabeza.<br /><br />- Yo todo eso no lo se. Te leo el pensamiento, es verdad y se que presiento que tu pretendes alejarte de mi lado. Lo otro que dices no lo veo por ningún sitio.<br /><br />- ¿No estarás perdiendo poderes?.<br /><br />- No te rías. Mira, voy a decirte un secreto. Contigo hay veces en que no puedo leer tus pensamientos.<br /><br />- ¿Qué me dices?, ¿Tu?.<br /><br />- Si, hay ratos que te bloqueas pensando en algo y no puedo acceder a ti.<br /><br />- ¿Pensando en que?.<br /><br />- Eso no te lo voy a decir. No lo se, solo lo supongo. Además podrías utilizarlo en mi contra.<br /><br />- No seas absurda. Entonces, ¿Es cierto que no sabías nada de este viaje?.<br /><br />- Nada, en absoluto.<br /><br />- ¿Y vienes hasta aquí?, ¿Y te presentas así, de golpe?.<br /><br />- Yo estoy en todas partes a la vez.<br /><br />- Estás loca. Escucha, puede que buscar la tranquilidad sea para mi alejarme de todo y de todos. Pero siempre os llevo en mi pensamiento allí donde vaya.<br /><br />- Eso es mentira, solo piensas en...<br /><br />- Vamos dímelo, ¿En qué pienso?.<br /><br />- No, vamos a dejarlo así. Dejémoslo en un malentendido nuestro.<br /><br />- Nada de malentendidos, chica.<br /><br />Puse de nuevo el coche en marcha y durante un buen rato mantuvimos silencio. Verdaderamente me había enfadado y ella lo sabía. Así fuimos durante varios kilómetros.<br /><br />- Nunca creí que pudieras hacerme una cosa así.<br /><br />- Escucha preciosa, o te vas, o te quedas, o te pierdes de una vez. Yo quiero tan solo tranquilidad. ¿Me entiendes?. Tan solo pido eso.<br /><br />- Pero piensas todo lo contrario a lo que me dices.<br /><br />- ¡Mierda!, ¿Quieres dejar en paz ya este asunto?.<br /><br />- ¿Quieres que me vaya?, ¿Verdaderamente quieres que yo me vaya?.<br /><br />- Vaya, pues si. Vete a tu maldito trabajo y déjame a mi con el mío.<br /><br />- ¿Ves?, ahora no te puedo leer el pensamiento, Theo. ¿En que estás pensando?.<br /><br />- ¿Ahora?. Ahora estoy pensando en..., no, ahora soy yo el que no te lo digo.<br /><br />- Dímelo, Theo me estás enfadando.<br /><br />- Me da igual, yo creí que ya lo estábamos hace rato.<br /><br />Y antes de que yo pudiese reaccionar, ella agarró el volante con una mano y tiró de él hacia la derecha, hacia el barranco. Lo último que pude ver era que todo el interior del coche daba vueltas y mas vueltas. Ella ya no estaba a mi lado y cuando llegué al fondo de la pendiente tampoco apareció por allí.<br /><br />Poco después todo a mi alrededor había desparecido y un negro vacío inundaba mi campo de visión. Todo era absoluta oscuridad hasta el horizonte. Poco a poco todo empezó a clarearse con una mortecina luz, hasta quedar en una penumbra sobrenatural. Ante mi pude divisar un montículo de piedra y sobre el montículo una especie de silla o trono, también de piedra. Una conocida figura apareció por mi izquierda y deslizándose lentamente, mas que caminar, tomó asiento frente a mi en ese trono.<br /><br />- ¿Dónde me has traído?.<br /><br />- Theo, ahora vamos a hablar seriamente tu y yo, pero en mi terreno.<br /><br />- Primero dime una cosa. ¿He sobrevivido al accidente?.<br /><br />- Sobrevivirás, aún no te he querido hacer mucho mal. Mañana por la mañana te encontrarán y despertarás al atardecer en la cama de un hospital.<br /><br />- Entonces, dame asiento y hablaremos cuanto quieras.<br /><br />- No, te quedarás así. Ahora soy yo la que lleva la ventaja.<br /><br />- Pero si siempre la llevas tu.<br /><br />- No siempre. Acuérdate del taxista, o de nuestro pacto. Yo os di a escoger.<br /><br />- Luego, eso, es una ventaja.<br /><br />- Digamos que es un anticipo, nada mas.<br /><br />- Habla pues, mujer, te escucho.<br /><br />Calló durante unos instantes y me entretuve en observarla atentamente. Iba vestida tan solo con una túnica negra muy transparente y además evitaba mirarme a los ojos.<br /><br />- Theo, lo que pasó entre nosotros no es normal.<br /><br />- Pues según los libros de historia no es así.<br /><br />- La historia miente. La historia la escribís los hombres a vuestra forma, no como sucede realmente.<br /><br />- ¿Me quieres hacer creer que me concediste un privilegio único?.<br /><br />- Así es. Créetelo.<br /><br />- Y que me dices de Jesús, el taxista. ¿También te acostaste con él?.<br /><br />- Con nadie.<br /><br />- Entonces, ¿Cómo le convenciste?.<br /><br />- Le traje aquí mismo.<br /><br />- No me comentó nada de que le provocaras un accidente.<br /><br />- No fue con el coche. Fuimos a tomar unas copas y bebió mas de la cuenta. Siempre creerá que fue un sueño de borrachera.<br /><br />- Pero te cogió miedo.<br /><br />- Tu también me tienes miedo.<br /><br />- Al principio de conocerte me dijiste que como yo había habido otros.<br /><br />- Exacto. Me salen muchos amantes siempre. Pero, créeme, solo a ti te hago caso.<br /><br />- ¿Y por qué yo?.<br /><br />- No lo se, tienes algo, no se. Debe ser que me hago vieja.<br /><br />- Tu ya eres tan vieja como el mundo.<br /><br />- Déjalo, me cogerás mas miedo.<br /><br />- Pero, al menos yo se como combatirte.<br /><br />- ¿Bromeas?, ¿Aquí y ahora?, ¿En mi terreno?.<br /><br />- Aquí y ahora, bonita.<br /><br />Y comencé a avanzar hacia ella. Noté como daba un respingo en su trono de piedra, me miraba a los ojos y juntaba nerviosa sus manos sobre su regazo.<br /><br />- Theo, no lo hagas.<br /><br />- ¿Ahora me tienes miedo tu a mi?.<br /><br />- No lo hagas, por favor, no.<br /><br />Llegué hasta ella y la acaricié el rostro con ambas manos. Cerró sus ojos, entreabrió sus labios y su hermoso pecho lo acercó hasta mi. Confieso que tuve que hacer un esfuerzo muy grande, pero logré dominarme.<br /><br />- Tienes razón, aquí y ahora no. Otra vez será. Y en mi terreno, no en el tuyo.<br /><br />- Miserable, te acordarás de ésta.</span></div><br /><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;">Y la vista se me nubló poco a poco.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-50367913937266877992009-02-15T09:48:00.005+01:002009-02-15T09:58:12.658+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo XII - Su Trabajo)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWcS59IAx90SEAejHq1SzyinxVSnBZplvQnpEakFNoGpCwzLuvYK8yLVEgFJODMOHDMh2V1fvyoe77yuhkip8E-lWdWlSvoYOwGrTddZKxNmgzJ6ElUSOu9Ry4qICTyhouawM3gIuVMlEy/s1600-h/x1pN1mp8dKYgTHSJD0DVVeu_nNfhMbY3BqfjXqd5OVbbUXH29mBF7cdwIlE5n28azrXgYbeY1kMC5EFuPshQs0VNJrrwPVS6bziK5--vMAwqOA3YyVEOgm6VA.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5302945220913401554" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWcS59IAx90SEAejHq1SzyinxVSnBZplvQnpEakFNoGpCwzLuvYK8yLVEgFJODMOHDMh2V1fvyoe77yuhkip8E-lWdWlSvoYOwGrTddZKxNmgzJ6ElUSOu9Ry4qICTyhouawM3gIuVMlEy/s400/x1pN1mp8dKYgTHSJD0DVVeu_nNfhMbY3BqfjXqd5OVbbUXH29mBF7cdwIlE5n28azrXgYbeY1kMC5EFuPshQs0VNJrrwPVS6bziK5--vMAwqOA3YyVEOgm6VA.JPG" border="0" /></a><span style="font-family:trebuchet ms;">Años después, pocos para mi gusto, las cosas de la vida parecían irme muy bien. Tuve la suerte de encontrar una buena Editorial que se hizo cargo de mi nuevo libro y volví otra vez a figurar en las listas de éxito, entre los cinco escritores mas leídos. La verdad es que todo el mérito era del taxista puesto que mi libro trataba de su Diario, o de la mayor parte de él que yo pude recordar, modificar y ponerle un final bonito.<br /><br />A mi bella desconocida, ahora también conocida, tuve ocasión de encontrármela varias veces y en los sitios mas variopintos, cumpliendo con su trabajo, con ese trabajo suyo que muy poco la gustaba, pero que siempre tiene que cumplir. Y aún siento un no se qué cada vez que la veo, esa mezcla de amor por ella y ese miedo de ella. La única diferencia que la noté fue, a mi parecer, ese nuevo interés suyo por mí, por mis asuntos. Creo que los papeles se han invertido y últimamente es ella la que me busca y me desea. La última vez que la vi tuvimos una patética conversación.<br /><br />- ¿Qué tal te va, Theo?.<br /><br />- No me puedo quejar.<br /><br />- ¿Aún no te vienes conmigo?.<br /><br />- No lo se, cielo. Sigo indeciso.<br /><br />- ¿Tanto tiempo indeciso?.<br /><br />- Todo el tiempo que duren mis amigos.<br /><br />- No te van a durar siempre.<br /><br />- Espero que si, tengo mucha fe en ello.<br /><br />- ¿Tu solo te mueves en base a tu fe?.<br /><br />- Solo. Mira, sigo pensando que algo me falta aún por hacer y no se el qué.<br /><br />- Ten cuidado, no me gustaría tener que venir a por ti sin que tu me hayas llamado.<br /><br />- No te daré motivos, aunque me gusta verte de vez en cuando.<br /><br />- Por mi, todas las veces que quieras. Me tengo ya que marchar, Theo. Cuídate.<br /><br />- ¿No me das un beso?.<br /><br />- Por supuesto que si.<br /><br />Y es que no es fácil, para un hombre como yo, olvidar ese melocotón de mujer. En una ocasión fue ella la que me buscó a mi. Pero aún se lo estoy agradeciendo. Yo me había comprado un coche recientemente, harto de buscar siempre algún transporte público bajo la lluvia. Me lo compré un día lluvioso (en mi ciudad llueve mucho), lo vi al pasar por el concesionario y entré a protegerme de la lluvia. El amable vendedor me convenció y a los pocos días me entregaron el coche. Bueno, pues ya hacía otros pocos días mas que yo tenía el coche y con él entré, una noche, en un parking público. De pronto me sucedió como una especie de ramalazo por mi cabeza, una nueva idea fenomenal para escribir un nuevo libro. Busqué un sitio vacío, aparqué y me quedé al volante pensando y dejando volar mi imaginación. Pasado un buen rato llegó mi bella desconocida, abrió la portezuela del coche y se sentó a mi lado.<br /><br />- Theo, ¿Tienes un rato para mí?.<br /><br />- Pues claro, cielo.<br /><br />- Escucha, quiero respetar nuestro pacto.<br /><br />- ¿Y hay algún problema?.<br /><br />- Que no me has llamado ahora, por eso estoy aquí. Apaga el motor de tu coche que te vas a asfixiar con los gases del escape.<br /><br />- ¡Ah!, gracias. De verdad, no me había dado cuenta. Hace poco que lo tengo y aún no me acostumbro a él.<br /><br />- Lo se.<br /><br />- Y también sabes que no te he llamado.<br /><br />- También lo se.<br /><br />- A veces me gustaría que fueses una mortal.<br /><br />- Déjalo así. Ahora he de irme. Hasta pronto.<br /><br />Suena paradójico que ella precisamente quiera, se empeñe, en salvar mi vida. Pero la sigo teniendo miedo. Sobre todo desde que un día la vi como era su trabajo. Sucedió hará casi un año y ese capítulo nunca se me borrará de la mente. Yo salía de una tienda de papelería, de comprarme un paquete de folios para escribir y casi me tropecé con ella, que estaba apoyada en la pared, al lado de la tienda.<br /><br />- ¡Hola!. Que sorpresa. ¿Qué haces tú por aquí?.<br /><br />- Theo, márchate, te lo ruego.<br /><br />- ¿Hoy no quieres hablar conmigo?.<br /><br />- No es eso, de verdad. Por favor, márchate ahora mismo.<br /><br />- ¿Qué te sucede?.<br /><br />Pero antes de que ella me dijese nada lo pude ver con mis propios ojos. Un muchacho, casi un niño, bajaba por la calle montado en su bici, con demasiada velocidad. Una anciana se disponía a cruzar esa misma calle en ese momento y el muchacho no pudo esquivarla y la alcanzó de pleno. Ambos cayeron al suelo y rodaron juntos. Finalmente el chico acabó golpeándose la cabeza contra el duro bordillo de la acera. Corrí a ellos mientras observaba como el chico se convulsionaba unos instantes para quedarse rígido después. Cuando me acerqué, el muchacho había dejado de existir. Un montón de gente se acercó también y al levantar la vista y mirar ya no la vi a ella en el mismo sitio, ni entre la gente que allí se agolpaba. </span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;"><br />Ella no podía haberse esfumado tan rápidamente. Corrí a la siguiente bocacalle y llegué justo a tiempo para verla doblar otra esquina y desaparecer de mi vista. Y juraría que era ella porque ya la conozco tan bien que podría diferenciarla entre un millón de mujeres. Pero dudé de ello porque me pareció que esa mujer llevaba a su lado a un muchacho, de la mano. Y al otro lado la acompañaba una anciana. Un terrible presentimiento me invadió y volví al lugar del accidente. Allí me enteré de que la anciana atropellada por la bicicleta también había fallecido. Y me entraron unos sudores fríos, la vista se me comenzó a nublar y tuve que sentarme en el bordillo de la acera. Cuando se me pasó el mareo y dejaron de zumbarme los oídos descubrí, de pié a mi lado, a un policía, libreta en mano, observándome para luego tomarme declaración. Se lo dije todo. Todo menos lo relativo a mi bella desconocida.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-53937065895857838032009-02-08T11:34:00.006+01:002009-02-08T11:42:50.361+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo XI - La Decision)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihH6BM6NE3E-Xko39pT_608a1MRH75Auqj3vlo8jsG2OtrjNiP1eUTE9PCXzDBBt81-dtaN683H-oxjMhrbzP9BR_mb9-IrxAYg-D5XUNdQkfb8_KKj5D1E8-5lvOCUUkklfzaO-ZFi4wH/s1600-h/julio_400.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5300373692535204834" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihH6BM6NE3E-Xko39pT_608a1MRH75Auqj3vlo8jsG2OtrjNiP1eUTE9PCXzDBBt81-dtaN683H-oxjMhrbzP9BR_mb9-IrxAYg-D5XUNdQkfb8_KKj5D1E8-5lvOCUUkklfzaO-ZFi4wH/s400/julio_400.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:verdana;">Como siempre, cuando quiero que no me molesten, empezó a sonar el teléfono. Dudé bastante entre descolgarlo o ignorarlo. Al final me venció la curiosidad. Era mi bella desconocida.<br /><br />- Sí, dígame.<br /><br />- Theo, ¿Estás preparado?.<br /><br />- Lo estoy.<br /><br />- ¿Me amas?.<br /><br />- Demasiado.<br /><br />- ¿Voy a buscarte?.<br /><br />- No, espera, mas tarde. Antes tengo que arreglar unas cosillas. Luego te esperaré en la Iglesia que ya conoces.<br /><br />- De acuerdo. Te concedo unas horas más para que te lo pienses.<br /><br />- No hay nada que pensar sino que hacer.<br /><br />- De todas formas piénsatelo, te doy el privilegio de arrepentirte, hasta el último segundo.<br /><br />- Gracias.<br /><br />Una vez que ella colgó, yo marqué un número conocido. Pregunté por mi Editor. Su secretaria me mandó a la mierda, de parte de él. Eso si, muy respetuosamente, que para eso tenía la moza todo un curso hecho de relaciones sociales. Marqué otro número y al otro lado me dio línea ocupada. Era el de mi hija. Seguramente estará hablando con alguna de sus amigas. Volví a marcar otro y en este si me contestaron.<br /><br />- ¿Si?.<br /><br />- Hola, cielo.<br /><br />- Theo, tengo que verte, ahora. Yo sé, bueno, me imagino, lo que estás tramando y no me gusta nada.<br /><br />- Verás, Angélica, hay cosas que deben estar predestinadas, suceden y no gustan a veces, pero, no las podemos cambiar.<br /><br />- Dentro de un rato paso a buscarte.<br /><br />- No estoy en casa.<br /><br />- No tardaré nada, tengo mi coche a la puerta de mi casa.<br /><br />- Cuando llegues ya no estaré.<br /><br />- Voy para allá. Hasta luego.<br /><br />Y colgó. Calculé que aún podía concederme unos minutos y volví a marcar otro número.<br /><br />- Taxi-Servicios. Dígame.<br /><br />- ¿Puede pasarle un aviso a uno de los taxistas?. Se llama Jesús y es joven.<br /><br />- ¿Jesús?, si, digo... no. Ese coche descansa hoy precisamente.<br /><br />- Entonces, por favor, deme su teléfono de casa.<br /><br />- Lo siento, no nos está permitido.<br /><br />- Gracias de todos modos.<br /><br />Hoy no es mi día de teléfonos. He perdido ya más tiempo de lo que calculé y Angélica estará al llegar. He de darme prisa. Me asomo a la ventana y la temperatura exterior está bastante fresca. Decidí ponerme una de mis cazadoras y me precipité escaleras abajo, sin esperarme al ascensor. Al llegar a la calle me camuflé entre la gente, recorrí varias manzanas de casas y llegué a la Iglesia.<br /><br />Al entrar en su interior todo ya me resultaba muy familiar. Me acomodo en el primer banco, delante mismo de la imagen y me siento a esperar, a meditar, a terminar. Nuevamente miré a los ojos de la imagen, pero hoy allí no había nadie, era tan solo una figura en la penumbra del templo. Para las horas que son que poca luz penetra desde el exterior. Comencé a darle vueltas a todo este asunto. Jesús se había vuelto atrás y decidió olvidarla. Mis ánimos no iban por ese camino. ¿Qué nos dijo él en el Bar?. Si, que él aún tenía unos ideales y unas metas a largo plazo y que este asunto nunca se lo había planteado ni de remota casualidad. Creo que Angélica entonces le dijo que a lo suyo se le llamaba esperanza y no lo confundiese con ideales y metas. Que gran amiga esta Angélica. Y Marta, con su velada amistad. Parece como si ahora a todos les diese por practicar la amistad. La verdad es que la mayoría de las veces no nos parece que alguien la practique. Y en cambio, ahí está, latente unas veces, agazapada otras, derramada las menos. ¿Y mi hija?, ¿Cariño, amistad, amor filial?.<br /><br />A partir de aquí sucumbí en profundos pensamientos filosóficos. Primero situé el valor amor y luego el valor amistad. Amor a la izquierda y amistad a la derecha. Con ello conseguí dos listas y a cada una le apliqué otros valores para ver hacia donde se inclinaba la estadística de la balanza. Iba perdiendo la lista del amor con partes tan negativas como celos, abandono, hastío, conformismo, contrato de por vida, sexualidad fingida, sociedad de consumo, traiciones, engaños. Y en la lista de la amistad me desdoblé en dos caminos: sincera e interesada. Adonde la sinceridad perdía puntos de forma alarmante. Pero en mi caso concreto, en mi vida, la amistad sincera me sobrepasó el listón de puntos y se colocó en cabeza de lista. Por supuesto el amor ni siquiera pudo entrar en la lista al acumular tantos negativos.<br /><br />Bueno, yo tengo un trasero, como todo el mundo. Y ahí me han dado todos su puntapié. ¿Qué pasaría si yo ahora me pongo mis botas nuevas con punteras y me lío a dar patadas?. Pensé en nuevos proyectos de libros. A partir de ahora podría escribir buenos libros color-de-rosa, pero en base a la amistad sincera. Y dejaría que otros escribiesen libros de ciencia-ficción en base de amor. Al final resulta que voy darle la razón a mi editor. Pero por culpa de las experiencias adquiridas en mi propia carne. En clave de amor, si un día no estás cariñosos, “es que ya no me quieres”. En amistad, en el mismo caso, te cogen de la mano y te dan un abrazo. En amor, si estás triste, se enfadan contigo. En amistad, te cuentan un chiste.<br /><br />Y yo aquí, como un tonto, esperando a mi Diosa, por amor. ¿seré más feliz con ella?. Posiblemente no. Entonces es que también me atrae su cuerpo, si, pero no es el único melocotón del mundo. Levanté la vista y volví a mirar la imagen, esta vez de nuevo con vida en sus ojos. La pregunté si ella, antes de imagen, qué había sido más, si melocotón o amiga. Y sus ojos sonrieron. Y me hicieron sonreír. Acababa de ganarme otra velada amistad.<br /><br />De repente un ruido procedente del portón de entrada y un ligero tintineo de la luz de las velas me dieron a entender que ella había llegado ya a buscarme. Esperé un tiempo sin volverme, pero ella no dijo nada. Después de bastante rato ambos seguíamos en la misma posición, sin dirigirnos ni una palabra, ni una mirada. A juzgar por el cosquilleo que yo sentía en la nuca, supuse que ella tenía sus ojos clavados en mí, esperándome. Pero yo ahora, precisamente, no tenía prisa alguna.<br /><br />Es curioso, además ahora ya ni me acordaba de su rostro tantas veces soñado, ni de su cuerpo, a pesar de haberla tenido, horas antes, entre mis brazos. Mi mente seguía llena de rostros mas familiares, mas conocidos, sin cuerpos, solo rostros, pero rostros queridos al fin y al cabo. La imagen seguía regalándome sonrisas con su mirada, sin importarla si yo se las devolvía. Me pasaba igual que una vez, recordando de cuando yo era pequeño. Había un mendigo en la calle al que le faltaban las dos piernas y tenía delante de sí, extendido sobre los baldosines de la acera, un pañuelo mugriento donde iba poniendo las monedas que le daban los caritativos transeúntes. Yo iba camino del Kiosco con mi moneda de Peseta en la mano y me relamía de gusto de solo pensar en la barra de regaliz que iba a comprarme. Al pasar junto al mendigo me paré en seco. Nunca había visto que un señor pudiese vivir sin las dos piernas. El me miró a mi altura, porque no levantaba más del suelo, y entonces yo alargué la mano y le di mi Peseta. Luego marché a mi casa sin acordarme ya para nada de la barra de regaliz. Lo que yo tardé, varios años después, en comprender, era, el por qué, mientras a mi se me escapaba una lágrima de pena al darle la Peseta, el mendigo me sonreía con su imperturbable rostro de felicidad. ¿No debía ser al revés?, él debía llorar su desgracia y yo reír mi suerte. Y tardé mucho en comprenderlo, mucho.<br /><br />La luz del templo comenzaba ya a palidecer aún más y calculé que debían de haber pasado ya muchas horas. Me dolía el trasero por culpa del duro banco de madera y los ojos de no apartarlos de la imagen. Al rato, con un familiar eco de bisagras oxidadas, el viejo cura salió de su sacristía. Hizo una reverencia al cruzar entre la imagen y yo, me miró y siguió caminando hasta la entrada del templo. Le oí hablar con ella en voz muy queda, como creo que solo saben hablar los curas. Pero la voz femenina que le contestaba también era inaudible.<br /><br />Al rato, el viejo cura se acercó a mi y bajando mucho la voz me susurró al oído.<br /><br />- Al lado de la puerta hay una señorita que pregunta por ti, hijo.<br /><br />- Ya lo sé.<br /><br />- Quiere saber si vas a tardar mucho.<br /><br />- ¿Tiene mucha prisa?.<br /><br />- Sí que debe tenerla.<br /><br />- ¿Usted también sabe quién es ella?.<br /><br />- Así es.<br /><br />- Mire padre, por favor, dígala que yo no estoy ya tan seguro de acompañarla. Que aún la quiero, pero puedo tardar horas o incluso años en decidirme. Dígala que cuando eso suceda yo mismo la llamaré a mí.<br /><br />- Así lo haré, hijo.<br /><br />- Gracias.<br /><br />- Es tu voluntad.<br /><br />Nuevamente el viejo cura regresó a la entrada y volví a oír los susurros. Al instante noté cómo una especie de cálido beso en mi nuca y acto seguido el ruido del portón al cerrarse. El sacerdote regresó a su sacristía envuelto en su familiar eco de bisagras, no sin antes detenerse un rato a mi lado.<br /><br />- La señorita no ha dejado dicho nada, pero se ha ido llorando.<br /><br />Asentí con la cabeza como dándome por enterado de su observación. Y decidí quedarme un rato más. Había llegado a gustarme, desde el primer día, este rincón de la ciudad. Cada persona seguro que necesitamos alguna vez en la vida un rincón así de agradable y apacible. Pero terminé por levantarme y enfrentarme a la cotidiana ciudad.<br /><br />Me pasé un buen rato caminando por las calles, abstraído aún en mis pensamientos. De una cosa ya estaba seguro, volvería a escribir, con más fuerza. Si conseguía recordarlo, podría comenzar con el famoso Diario que rompí, del taxista, que además ya tenía un final bonito y muy apropiado. En él yo quería resaltar palabra por palabra el triunfo de la amistad-velada-o-sincera sobre el amor-color-de-rosa. Y si no se contentaba mi Editor, pues me buscaría otro al que romper algún día su nariz.<br /><br />Seguí caminando y al llegar a mi calle divisé a Angélica montada en su coche. Ella también me vio, bajó del auto y cerró las puertas. Cuando llegué a su altura me miraba sonriente y yo la devolví un gesto de resignación. Pero nunca, nunca, me llegó a preguntar nada de lo sucedido, cosa que yo la he agradecido siempre. Seguí mi camino y ella se me unió, a la par, a mi lado.<br /><br />- Theo, me debes un café. La última vez te invité yo.<br /><br />- A eso vamos, Angélica, a eso vamos. Aquí cerca, donde siempre.<br /><br />Sonreí y la miré de reojo y ella seguía mirándome y sonriendo. Y me di cuenta de que me gustaban mas ese tipo de sonrisas que las de las Diosas. Porque, en confianza, las Diosas no saben sonreír.<br /><br />Fin de la Primera Parte.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;">Mayo de 1990</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-40084341123707739662009-02-01T17:40:00.005+01:002009-02-01T18:06:54.149+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo X - La Noche)<div align="justify"><a href="http://lila69.blogspot.com/"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5297875339828187938" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwutFsRHtcekiW4XTqjf8KxmqQMfAaTzpmbk39T8yw2_ijPiQwP4Pvn-FkpPOCogth0u5X5g-dD9-0_df85vhBwGPG-A7vVC3Lq8d7eYy7Ljhr1UfPtmLQ66seL2GsRpbJODUgK-RAX1YK/s400/lila06.jpg" border="0" /></a><span style="font-family:verdana;">Esa noche no me divertía y Marta tampoco. La noté aliada, indirectamente, de Angélica, de Jesús, de todos los que parecía que se habían puesto de acuerdo en ese día para ponerme los pies en tierra. Es la famosa solidaridad común de diversas personas, desconocidas entre sí, ante un problema o causa concreta de alguien conocido. Marta y yo nos dedicamos luego a contemplar los rostros de las personas que nos rodeaban, la mayor parte de ellos ya con el límite etílico en los ojos y en sus gestos. Coincidimos en la opinión de cuán ridícula es la gente y que es lo que harían si se vieran, ellos mismos, seriamente, así de ridículos. Ella también me dejó caer, durante la espaciada conversación, que posiblemente yo fuese haciendo el ridículo cuando estaba junto a mi Diosa.<br /><br />- ¿Cómo se llama ella?.<br /><br />- No lo sé, no debe tener un nombre. Pero creo que se la llama de diversas formas en diversos sitios.<br /><br />- Eso es que tú ya sabes mucho sobre ella.<br /><br />- Demasiado. También sé de ella lo que no debería saber nunca.<br /><br />- ¿Es algo malo?.<br /><br />- Si Marta, si. Es algo demasiado horrible para todos.<br /><br />- ¿Quieres contármelo?.<br /><br />- No, aquí y ahora no. Tu procura divertirte lo que puedas. ¿Ves?, hoy no es mi noche. Sales conmigo y no te diviertes. Y mañana yo me lo voy a jugar a una sola carta.<br /><br />- ¿Qué es lo que te vas a jugar?.<br /><br />- Mañana cambiaré mi vida por su amor. Lo tengo ya decidido.<br /><br />- ¿No suena eso muy trágico?. Theo, de verdad que me estás asustando.<br /><br />Recogí mi cubata y me fui hasta la pista de baile. Me encontré con muchos conocidos y conocidas. A todos fui saludando con gestos impersonales, vacíos. Una admiradora mía, después de plantarme dos besos con carmín, me pidió uno de mis libros dedicado. El alcohol me empezaba a hacer efecto y yo la decía que si a todo. Luego, avanzando desde un rincón de la sala, se me acercó, sonriendo, mira tú por donde, la conocida figura de mi Editor. Creo que él venía de buenas intenciones.<br /><br />- Theo, muchacho, que pocas veces se te ve de juerga.<br /><br />Por toda contestación mía, concentré mis fuerzas y lancé mi puño directamente a su nariz, se la rompí limpiamente, me salpicó de su sangre y empezó a tambalearse y girar como una peonza. Cayó a continuación, cuan largo era, en medio de la pista, entre la multitud. Rápidamente me sujetaron por todas partes y en un segundo, el guarda de seguridad de la Discoteca, me acompañó duramente hasta la salida, me puso de patitas en la calle con un empujón y se quedó tan tranquilo de la facilidad con que yo me había dejado, sin darle complicaciones serias. Tras nosotros salió Marta, por su propio pié. Vio que yo me había sentado en el bordillo de la acera e hizo lo mismo, a mi lado.<br /><br />- ¿A que no te encuentras mucho mejor?. ¿Por qué lo hiciste?.<br /><br />- Es otra idiotez mía, otra más para añadir a mi ya larga lista. Lo siento, he hecho el ridículo entre mis conocidos y lo peor, que a ti te he dejado en ridículo también.<br /><br />- Vámonos a casa.<br /><br />Nos levantamos lentamente y nos fuimos caminando despacio. Durante el trayecto hasta casa no nos dirigimos ni una palabra y ambos nos fuimos dedicando a beber la noche y a respirar el silencio de la ciudad y sus vacías, tranquilas y descontaminadas calles. Deberíamos vivir siempre de noche y dormir de día. Aunque, si todo el mundo lo hiciese, se llenarían también las oscuras calles de vida y todos añoraríamos nuevamente el día.<br /><br />Llegando al portal de nuestra casa, Marta quiso poner una nota de humor para acabar bien la velada de esta maltrecha noche.<br /><br />- Theo, ¿Te das cuenta de que eres el primer hombre que subo a dormir a mi casa?.<br /><br />- Bueno, si, pero si abro con mis llaves, entonces seré yo quien te suba a dormir a mi casa.<br /><br />Entramos al hogar y los demás dormían profundamente. Casi parecía un sacrilegio encender las luces. Cada cual nos fuimos a nuestras habitaciones.<br /><br />- Buenas noches. Y descansa que te hace falta.<br /><br />- Tú también, Marta. ¡Ah!, oye... Y gracias por todo.<br /><br />- Idiota, no entiendes nunca nada.<br /><br />Y desapareció en su cuarto. Antes de entrar yo en el mío eché un vistazo a mis recados del tablón de anuncios, arranqué todos, los hice una bola y los tiré a la papelera, sin apenas leerlos. Después entré en mi habitación, mi celda como suelo llamarla, y me tumbé vestido sobre mi cama. Me quedé dormido al instante y tuve unos misteriosos sueños, rozando las pesadillas, tenebrosos. Soñé con mi bella desconocida, con Jesús el taxista, con Marta, con Angélica, con mi hija. Íbamos en un extraño avión que yo pilotaba y en el cual todos iban de pasajeros involuntarios. Y el avión comenzó a caer, a caer y todos imaginaban lo que se les avecinaba y cundió el pánico. Yo, por mi parte, trataba de calmarles a todos. Tranquilos, tranquilos, no pasa nada, vamos a caer blandamente sobre el agua y este aparato flota. Que cantidad de tonterías se sueña.</span><br /><br /><span style="font-family:verdana;">Como casi nunca despierto tranquilamente de mis sueñecitos, un fuerte sobresalto me disparó fuera de la cama y aterricé, pero yo solito, sin los demás pasajeros, en el duro suelo de mi habitación. Me incorporé como pude y comprobé que ya era completamente de día. A lo mejor me pongo un cinturón de seguridad en mi cama para poder dormir a gusto. Para colmo de todo descubrí que no había cambiado las sábanas del día anterior, cuando ella estuvo conmigo. Y el mágico olor de ella impregnaba todo, absolutamente todo, trayéndome a cada instante recuerdos y sensaciones, hasta embotarme los sentidos. Mi Diosa, mi tenebrosa amiga, la única que podía perderme. Y lo estaba haciendo. Miré el reloj. Era ya tarde pero, sentí como si no tuviese prisa alguna. Las próximas horas las dedicaría a hacer algunas llamadas de despedida y a dejar todo en regla. Después me iría a esa Iglesia donde, seguramente, me sería mas fácil encontrarme si ella me buscara.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-723482481352111112009-01-25T13:51:00.005+01:002009-01-25T14:11:06.507+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo IX - Amor y Sexo)<div align="justify"><a href="http://lila69.blogspot.com/"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5295214145934234722" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 520px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaM7lDd5Sj678kZnzSTooogSgd8f_CmHPOSmeQ_RACkKy6lBZpR3lr_8oG4us2Lft1ig6m-1DbDkYb2nuxNQD7bRILGWsAmrVucDwsFFXCgJosmn7zOvyheTjPObh2yrazKG2CVGrmkqcx/s400/feliz_a%25C3%25B1o.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:verdana;font-size:85%;">¿Tan fuerte era el recuerdo de ella que creí lo iba a encontrar en esta imagen?. Signo inequívoco de que me había calado muy hondo en mi sentimiento. Pensé que no iba a poder renunciar nunca a ella y en realidad no puedo, no quiero. Hacía unas horas que la dejé con el taxista y ya la echaba de menos. ¡Dios mío!, con qué fuerza la deseaba en estos momentos. Nunca creí volver a enamorarme con tanta intensidad. La necesitaba, quería verla otra vez. Miré de nuevo el rostro de la imagen mientras pensaba en ella, la otra divinidad. Y ese rostro me devolvió lágrimas en su mirada. Y yo comencé a hablarla con el pensamiento. Tu me comprendes porque eres mujer y madre, y sabes de cariños y de amores eternos. Pero quizás no comprendas con qué fuerza puede bombear mi corazón un “Te quiero” en cada latido. Quiero a mi bella desconocida, la necesito. Si ahora pudiera ella oír mi pensamiento la gritaría hasta quebrar mis sesos por el esfuerzo; te quiero, ven a mi lado, te quiero...<br /><br />- Te quiero. Por favor, al menos dame el amor, te quiero.<br /><br />Estaba hablando en voz alta sin darme cuenta y de repente un ruido a mis espaldas me hizo callar y volver la cabeza.<br /><br />- Theo, yo también.<br /><br />No lo pensé dos veces, con la emoción nublándome los ojos y ahogando mis palabras en mi paladar, eché a correr hacia ella y ambos nos fundimos en un fuerte abrazo y un beso demencial.<br /><br />- No puedo creerlo, mi desconocida, me has escuchado, al fin me has escuchado.<br /><br />- Calla por favor, calla. Abrázame y calla, el silencio siempre puede ser maravilloso.<br /><br />- ¿Por qué me quieres tu también?.<br /><br />- Eres el único que no me ha temido, el único que me ha amado y me ama con tanto cariño encendido.<br /><br />- No me dejes nunca más. No me importa quién seas, pero no me dejes. Te acompañaré siempre donde quiera que vayas.<br /><br />- Antes tienes que oírme, Theo.<br /><br />- No, no quiero saber nada ahora. En estos momentos estoy contigo, me quieres y te quiero, no quiero saber nada mas.<br /><br />- De eso se trata, es importante.<br /><br />- ¿Qué puede ser más importante que esto?.<br /><br />- Escúchame con atención. Si de verdad tanto me quieres mañana yo te busco y te vienes conmigo. No, no digas nada aún y escucha. Antes me tienes que prometer que vas a analizar y meditar profundamente sobre lo nuestro. Pero te doy un consejo; no te dejes llevar por tu corazón.<br /><br />- Me parece que estás desvariando.<br /><br />- Ve con cuidado y no te lo tomes a broma. Esto va en serio, muy en serio. Escucha, habla con Jesús el taxista, dice que va a romper el Diario. Yo he hablado con él y ha decidido olvidarme.<br /><br />- ¿Y me deja a mi el campo libre contigo?.<br /><br />- ¿Quieres escucharme?. Tuvimos una larga conversación, de vuelta del Hospital. Le dejé bien claro todo lo respecto a mi persona y entonces él, y solo él, decidió hacerse de tripas corazón, querer romper su querido Diario y empezar una nueva vida olvidando. No es un cobarde, no, sencillamente es una persona sensata, como tantas otras que me conocieron. A ti te diré lo mismo que a él y tu decidirás, no yo.<br /><br />- Acaba de una vez, cariño.<br /><br />- Theo, yo no puedo ocultarte que me gustas, me he enamorado de ti igual que de muchos otros, mucho antes. Digamos que casi soy la novia ideal de muchos de los que en algún momento pasaron en su vida por un rato delicado. Por eso mismo, solo a ti te daré a escoger entre tu vida en libertad o yo, tú decides.<br /><br />- ¿Tan especial eres?.<br /><br />- Yo soy, sencillamente yo.<br /><br />- ¿Y tu quién eres?.<br /><br />- No, aquí no. Acerquémonos a tu casa y lo hablaremos. Este no es el mejor sitio para decírtelo.<br /><br />Salimos juntos de esa Iglesia y caminamos en silencio hasta mi casa. Sin acordarme de que ella podía leerme el pensamiento, empecé a divagar sobre la auténtica identidad de la chica. Por mi cabeza me pasaron ideas absurdas y no tan absurdas. Llegué a relacionarla con un mundo de espías, de vida intensa y peligrosa, de ciudad en ciudad. Pero tuve que descartarlo al mirarla y comprobar que se estaba riendo mientras me miraba. Su mirada parecía decirme frío, frío, igual que en los juegos infantiles de adivinanzas. La iba a resultar muy difícil cambiarme de opinión, ya que interiormente yo tenía decidido dejarlo todo por ella y seguirla al fin del mundo si ella me lo pidiese. Además, en esos momentos yo me encontraba en la gloria, camino de mi casa y llevando de la cintura a una semidiosa que seguramente despertaría envidias entre todos los que nos viesen. Pero no sucedía así. Estábamos pasando desapercibidos y eso no era posible.<br /><br />Cuando llegamos a mi casa no había nadie y estaba desierta. El tablón de los avisos estaba lleno de llamadas telefónicas con recados, pero no me entretuve en leer ninguno, hoy no, ahora no. Ella, sin decir palabra se encaminó a mi habitación y yo detrás. Sin dejar de mirarme comenzó a quitarse los botones de su ajustado vestido y dejó que éste se deslizase hasta caer a sus pies. Envuelta solamente en su desnuda belleza se recostó sobre mi cama y mi mente se bloqueó del mundo que nos envolvía, anticipó imágenes de futuras caricias y llenó la estancia de un deseo animal de prisas por apagarlo. Nunca llegué a saber que deseaba más con tanta fuerza, si su amor o su cuerpo.<br /><br />Debí quedarme dormido, sin darme cuenta, hasta que el insistente timbreteo del teléfono me sacó de mi sopor. Ella no estaba a mi lado, ni en la ducha, ni en el resto de la casa. A juzgar por las inequívocas señales hacía rato que ella se había largado. Descolgué el teléfono y era Jesús, el taxista.<br /><br />- Theo, tengo que hablarte.<br /><br />- Yo también. Me ha sucedido algo extraordinario.<br /><br />- Entonces baja aprisa que te espero. Estoy aquí en el Bar de la esquina de tu calle.<br /><br />Comencé a vestirme sin dejar de pensar en ella. Me parecía irreal que esa chica hubiese estado conmigo. Que extraño me estaba resultando todo ahora. Al abrir la puerta de la calle casi me di de cara con Angélica, una chica estupenda, buena amiga mía y que nos une una curiosa historia. Digamos que Angélica para mi es algo así como mi Diario secreto y a su vez yo lo soy para ella.<br /><br />- ¿Y que son esas prisas, Theo?.<br /><br />- Hola, cielo. Baja conmigo y te lo explico, me está esperando alguien abajo.<br /><br />Mi vida y la de Angélica se cruzaron hace un tiempo porque ambos estábamos buscando un piso compartido, cuando ambos nos dolíamos de un amor que no pudo ser y necesitábamos de una mano amiga. Posteriormente a aquello, si alguna vez alguno de nosotros se notaba desfallecer, con una llamada y una cita en algún coqueto Bar, ambos nos devolvíamos las fuerzas. Gracias a ella me conseguí superar de una época en la cuál comencé a escribir solo para mí y me negaba a dar a conocer mis trabajos. Pero Angélica tiene una fuerza increíble en personalidad. Consiguió convencerme para publicar esos trabajos y me hizo ver mis valores como persona. Estúpido de mí que, últimamente, no había acudido a ella cegado por completo en esta historia. Y ahora, cruzando nuestras miradas, me arrepentí seriamente de no haberlo hablado mucho antes con Angélica.<br /><br />- Angélica, estoy muy confuso.<br /><br />- ¿No puedes anular esta cita?. Podemos irnos a algún sitio y lo hablamos.<br /><br />- Imposible. Ven conmigo a ver a esta persona y me das tu opinión sobre este asunto. Me vas a decir que llegas demasiado tarde, pero creo que he tomado un camino sin señalizar, no se donde va y además hace rato que dejé atrás la parte asfaltada.<br /><br />Llegamos al Bar y la presenté al taxista. En un momento Angélica estuvo al hilo de la historia y también se enteró, conmigo, de la última parte que yo aún no conocía. Jesús nos lo contó con pelos y señales, me dejó pálido, mi estómago dio un vuelco y salí corriendo a los servicios. En ellos dejé mi asco y mis fuerzas, pero no pude dejar el amor.<br /><br />De vuelta a la mesa del Bar observé que ninguno de los dos hablaba. Me senté y Angélica tapó con su mano la mía, que descansaba sobre la mesa. En un gesto cariñoso y con una mirada de ternura oprimió levemente mi mano. Aún no se la intención de su gesto, pero yo lo interpreté como si Angélica prefiriese sacrificarse ella por mí, dándome a entender que me amaba, veladamente, más que a nada, que olvidase mi Diosa y marchase con ella. Empezaba a anochecer, el día había pasado demasiado rápido para mí y el día siguiente era decisivo, muy decisivo. Yo no encontré palabras y me levanté decidido a irme a casa. Ni Angélica ni Jesús dijeron nada, pero ella retuvo, dolorosamente, mi mano hasta que la tensión de la separación la hizo soltarla. Pero como gran mujer que es no dijo nada y consiguió dejarme un buen recuerdo de la escena.<br /><br />De regreso a mi casa, al entrar, seguía el piso casi vacío. Sobre el sofá del salón descansaba, su menuda figura, nuestra compañera de piso Marta. La saludé al pasar y me fui a mi habitación. Allí estaba el Diario del taxista. Lo cogí con rabia y comencé a partirlo con furia, con desesperación. El ruido atrajo a Marta a mi cuarto que, se quedó apoyada en el marco de la puerta, observándome.<br /><br />- Theo, ¿Estaría feo si te dijese que me apetece irme de copas contigo esta noche?.<br /><br />- ¿Hay algo que celebrar?.<br /><br />- Nada en absoluto. En serio, no me interpretes mal. Dos compañeros de piso pueden salir a tomar unas copas, supongo.<br /><br />- ¿Esta noche, ahora?.<br /><br />- ¿Por qué no?, nunca hemos salido juntos, siempre estás muy ocupado de aquí para allá.<br /><br />- Marta, llévame contigo. Quiero hoy desahogarme de algo y no se de qué.<br /><br />Marchamos juntos y ella me llevó a una Discoteca de esas que suelen estar abiertas hasta el amanecer. Bebimos unos cubatas y nos contamos mutuamente nuestras vidas. Es curioso, vivir tanto tiempo junto a unas personas y no conocerlas. Quiero decir, que no sabes de su vida personal, de sus problemas, de sus anhelos, de su trabajo. Y son personas, vidas humanas a tu lado, tan cerca de ti, compartiendo el mismo techo. Creo que debo dedicarme, de ahora en adelante, a conocer más y mejor a las personas que tengo más cerca de mí todos los días.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-74073955040471910072009-01-18T11:50:00.004+01:002009-01-18T12:07:32.073+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo VIII - El Amor)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwxGHodmZJUvq_QpSI7hiKhiZZaeFteJiuWTbA4-fMYygvNCfzip2Ewcpn8SnZoiWryo3IYODaiB-UcEheA66DoY7mU7nA1E1koO6o-nIyUrVnvj9gE0yihdqJYgLw4X588W8FsFZTD-Gb/s1600-h/OJOSLOBOMUJER.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5292588026831687346" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 500px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwxGHodmZJUvq_QpSI7hiKhiZZaeFteJiuWTbA4-fMYygvNCfzip2Ewcpn8SnZoiWryo3IYODaiB-UcEheA66DoY7mU7nA1E1koO6o-nIyUrVnvj9gE0yihdqJYgLw4X588W8FsFZTD-Gb/s400/OJOSLOBOMUJER.JPG" border="0" /></a><span style="font-size:85%;"><span style="font-family:verdana;">Como una bala Jesús sacó sus llaves del coche y corrió a abrir las puertezuelas. Tras él echó a andar la bella desconocida y luego les seguí yo. El morbo me hizo contemplarla más detenidamente de espaldas. Por detrás se la veía tan bonita como por el resto de sus ángulos. Sé que es absurdo pero, secretamente escudriñé cada rincón de su anatomía por ver si la descubría algo parecido a una tapadera de caja o algo así. Lo gracioso podría ser si me encontraba con alguna inscripción “Made in Japan”.<br /><br />- Escritor, ¿Por qué no empleas tu humor en cosas mejores?.<br /><br />Esta vez si que me pude quedar helado. Y si no reacciono a tiempo, el taxista arranca con su suave costumbre y me arrastra por tierra, agarrado a mi portezuela.<br /><br />- ¿Tienes el don de la telepatía?.<br /><br />- No quieras saber demasiado.<br /><br />Y me regaló una sonrisa. ¡Madre mía!, era la primera vez que la vi sonreírse. Y me había sonreído a mí. Abandonó por un instante su gélido semblante para sonreírme a mí.<br /><br />- Venga ya, Theo, decidme de qué va el chiste.<br /><br />Jesús se había molestado, o, ¿Parecían celos?. Yo estaba sentado delante, a su lado, y la chica iba sola en el asiento posterior.<br /><br />- No es nada, Jesús, si lo comparas con el global de lo que está ocurriéndonos últimamente. Nos ha resultado que podemos comunicarnos con ella por el pensamiento.<br /><br />- Algo de eso ya he notado yo antes. ¿Puedes realmente leernos el pensamiento?.<br /><br />- Hace un rato te diste cuenta de que no has ido a por ese neumático que dejaste arreglando en el taller.<br /><br />- ¡Asombroso!, es cierto, me acordé antes del puñetero neumático. Chica eres un fenómeno.<br /><br />- Y además es bonita, ¿Verdad?.<br /><br />- Estoy muy contento, Theo. Ayer mismo me deshacía en penas por esta mujer y ya empezaba a dudar de mi mismo y de los rumores. Y ahora, aquí estoy, llevo toda la mañana en su compañía y me gusta, me gusta, que carajo, Theo, estoy feliz.<br /><br />Al volverme a mirar al asiento de ella tuve que borrar mi sonrisa. Ella le estaba mirando a Jesús y su bonito rostro reflejaba pena y amargura. No quise comentar nada, que extraño fenómeno.<br /><br />- Ya estamos llegando.<br /><br />Y como suele suceder en las ciudades pequeñas, el trayecto era corto y no daba para más. Entramos con el Taxi hasta la rampa principal y Jesús aparcó en un reservado cerca de la entrada.<br /><br />- Ahora podéis marcharos.<br /><br />- Ni hablar, aquí te esperamos preciosa. Ya te dije esta mañana que hoy voy a ser tu sombra hasta que no averigüe algo más sobre ti y no acepto tus negativas.<br /><br />- Jesús, deberías dejarla que...<br /><br />- Bien, tu lo has querido. Espérame aquí que no tardo nada.<br /><br />Y acto seguido se bajó del coche y la vimos entrar, como dos tontos, por la puerta del Hospital.<br /><br />- Theo, has estado a punto de estropearme el plan. ¿Qué te propones?, ¿Quedártela para ti solito?. Es mía, comprendes lo que te digo, la conoces gracias a mí y no voy a consentir que me la quites. Amigos o no quédate con mi maldito Diario, ya no me hace falta para nada. Ni tú tampoco, quédate al margen de esto.<br /><br />- Mira Jesús, razona un poco. A mi me gusta también la chica, caramba. Pero no te enfades tanto, olvida tus celos y escucha, escúchame primero un rato. Esta mujer es muy extraña, bastante. ¿No has notado algo raro en ella cuando entraba ahí, en el edificio?.<br /><br />- ¿Y que tenía que notar?, la he observado ya muy detenidamente y he notado lo que ya sabía yo desde un principio, que está buenísima, imponente.<br /><br />- Ahí es donde quiero ir a parar. Este monumento de mujer, capaz de dejar las braguetas masculinas en pié de guerra allí por donde pasa, acaba de cruzar esa puerta. Antes de entrar ha visto un señor de mediana edad, dos enfermeros de esa Ambulancia, un jubilado y al celador de la puerta.<br /><br />- ¿Si?, y qué.<br /><br />- Pues bien, todos ellos la han mirado y la han ignorado. Vamos, que yo me cruzo con un bombón así y me notan todos la cara de tonto que pongo al verla.<br /><br />- ¿Y ellos la han ignorado?. ¿Por qué?.<br /><br />- Jesús, antes me decías del miedo, del terror que te producía esa chica. Yo también tengo es misma sensación a su lado.<br /><br />- ¿De ahí provienen esas preguntas tontas en tu portal?.<br /><br />- Es parte de eso, de mis sospechas. Y cada vez tengo más sospechas. Y estas me sugieren una teoría.<br /><br />- Explícamelo, me gustan las novelas esas que escriben de misterio.<br /><br />- Jesús, creo que cada hombre la mira de la forma que ella quiere que la vean. Dicho en otras palabras. Yo soy muy detallista y debido a ese, llamémoslo don, escribo mis libros. Veamos pues uno de los detalles. ¿Por qué en tu Diario la describes físicamente como a una mujer rubia?.<br /><br />- Anda, mira este. Porque salta a la vista que tiene unos cabellos rubio platino de estrella de cine.<br /><br />- Jesús, apúntame un tanto. Si llego a diez puntos prométeme que nos largamos corriendo de aquí. Mira, para mi, para que te enteres, tiene una preciosa melena negra de ébano. Y sus ojos son dos preciosos dardos de color gris acero.<br /><br />- Son azules, Theo, azules como el cielo de una hermosa tarde de verano.<br /><br />- Apúntame otro tanto. Y van dos. Voy a por el tercero. Su tez es morena, casi de gitana, pero muy brillante.<br /><br />- Su tez es blanca, algo sonrosada, con unas graciosas pecas diminutas a ambos lados de su nariz y su cara parece fruta madura de melocotón.<br /><br />- Ya me apuntas cinco y voy por la mitad. No tiene pecas, tan solo un gracioso lunar diminuto cerca de su boca. Y en cuanto a su cara, no tiene melocotón, pero está igual de rica. ¿Te rindes?.<br /><br />- Entonces, según tu teoría, mismamente esos la habrán visto como a una anciana, quizás.<br /><br />- Exacto, Jesús, has dado en el clavo.<br /><br />- ¿Y quién es ella?. En tu portal la hiciste ciertas preguntas... ¡Claro!, piensas que es una marciana.<br /><br />- Tu ríete, pero la situación puede resultar tan grave como ella mismo dice. No se por qué me salieron esas preguntas. Ahora estoy convencido de que esa chica es de la estratosfera para abajo.<br /><br />- Una Diosa, una vidente, una bruja. Algo de eso me comentabas ayer en el Taxi. Si, me preguntabas que te parecía que me hubiese enamorado de una Diosa. ¿Puede ser eso, una Diosa?.<br /><br />- No. Tiene cuerpo de Diosa, pero no creo que lo sea. Ni bruja, ni vidente.<br /><br />- Entonces, ¿Qué nos queda, lo sobrenatural?, ¿Un espíritu burlón o algo así parecido?.<br /><br />- No, tampoco creo eso. Y no te rías que esto va muy en serio.<br /><br />- ¿Sabes lo que te digo?, que mires, allí viene otra vez. Ahora, Theo, vas a ser bueno y nos vas a decir que tienes que hacer una visita a un amigo enfermo y te bajas del coche, te excusas y hasta pronto, nos dejas a ella y a mi solitos. Ya te contaré a qué sabe su melocotón de Diosa.<br /><br />- De acuerdo, señor grosero. Tu sabrás lo que haces y ya me contarás, pues claro que me lo tienes que contar. No olvides que me dejaste tu Diario, tengo una historia para un libro, pero me debes un final que no tengo, para el libro, me lo debes, engreído. Y por si acaso estábamos equivocados, me debes al menos el favor de ser tu padrino de boda.<br /><br />- ¿El padrino?, ¿Qué coño de padrino?.<br /><br />- Si, porque es el segundo en besar a la novia después del novio.<br /><br />- ¿Sí?, pues acuérdate, escritorcillo de mierda, que en nuestro sueño tu te llevabas la peor parte.<br /><br />Ese comentario suyo pareció volvernos a la realidad. Nos quedamos observándonos en silencio. Ninguno dijo nada, las pruebas de que algo raro nos pasaba eran irrefutables. Unos segundos después ella llegó, abrió la puerta del coche y se sentó, pero no llegó a decir nada. Jesús y yo nos volvimos a mirarla y ambos comprobamos que su semblante era triste.<br /><br />- Chicos, no me gusta mi trabajo. Vámonos.<br /><br />- Ahora mismo nos vamos.<br /><br />- Espera Jesús, me parece que yo me quedo, he de hacer una visita importante.<br /><br />Ninguno dijo nada, pero pude ver en el taxista algo parecido a una súplica en su rostro. Realmente en su interior él no deseaba que yo me fuese. Me bajé del Taxi, cerré la puerta y les vi marchar. Ella me contempló durante unos instantes a través de la ventanilla trasera. Se despedía de mi con la mirada. Al rato comenzó a llover. Miré el reloj y vi que era tarde para comer y mi estómago protestaba. Decidí entrar en algún Bar y picar de algo sólido que me sirviera como de comida y merienda. Pero los únicos que vi por esa zona estaban sirviendo ya el café y la copa a sus clientes y de comer no tenían ya nada por la barra. Pedí un café, por todo alimento, en uno de ellos.<br /><br />Mis pensamientos divagaron y por un largo rato me desconecté del mundo de alrededor. Allí estaba yo, sentado solo, reflexionando sobre todo lo sucedido anteriormente durante poco mas de 24 horas, contemplando el sucio despojo de una taza vacía de café. Entonces empecé a valorarme, era mi yo cuerpo en discordia con mi yo razón. Descubrí que seguía enamorado de esa endiablada mujer. Analicé profundamente mi existencia, mi vida. Estaba en paz con mi trabajo, tan solo debía un libro a mi Editor, nada mas. Suelo regalar cariño, pero ahora ni me lo deben, ni lo debo, ni tengo a quién regalarlo. Vivo en casa acompañado de mucha gente, pero estoy solo. Tengo demasiados amigos, pero sigo solo. Dejo mi solitaria huella allí por donde paso y tengo la mala costumbre de mirar mas hacia atrás que hacia delante. Quizás porque dejo un camino con luz y ante mi solo diviso la entrada de un oscuro túnel. No se lo que hay al otro lado, ni tan siquiera lo intuyo. No hago planes para ese futuro. A mi edad se que puedo llegar perfectamente al año 2000 en la plenitud de mi vida y sin embargo aún se me antoja una fecha de Ciencia Ficción. Quizás mi obra póstuma e importante sea, tan solo, un epitafio sobre mi tumba.</span><br /><br /></span></div><p align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Al final decidí salir a la lluvia porque mi cabeza ya se estaba llenando de imágenes de mi funeral. Caminé largo rato y me mojé bastante. De pronto, sin saber donde me encontraba, empezó a darme la sensación de que ese momento ya lo había vivido una vez en mi vida o en sueños. Recordaba cada detalle, la calle, la acera, la lluvia, pero no la tarde. Giré sobre mis talones buscando un local o portal de referencia y contemplé extasiado una fachada que no me era desconocida. Inmediatamente reconocí la Iglesia y la escena. Tan solo faltaba el Taxi de Jesús a la puerta. Igual que un autómata me encaminé a la puerta principal y penetré en su interior. La misma nave, el mismo olor, el mismo viejo cura. Y al fondo, sobre el altar, la misma imagen que me contemplaba. Me acerqué observándola detenidamente, con una corazonada en mi pecho. Pero no era ella. La imagen era muy hermosa, si, pero no era mi bella desconocida, ni sus ojos. Me senté frente a ella y el viejo cura me observó. Debí resultarle conocido porque no me dijo nada y se fue a su sacristía envuelto en el mismo eco de bisagras</span></p>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-28526976153459624012009-01-11T09:36:00.005+01:002009-01-11T10:13:34.931+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo VII - La Pesadilla Sigue)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRynh5TZTo9v6TCpMw9Gw1Q0RfhrlBonLwZTtRh63nqLgMxBtKaEj1HnNP6M7vbGxnU4ARk0tpcthubMgTmd7yvj6Khm4pTwBi5n2XxC92E_OmDwRDsvawex50zJAgbsHoVfMZmFjogjsS/s1600-h/untitled4.BMP"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5289953308225817138" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 600px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRynh5TZTo9v6TCpMw9Gw1Q0RfhrlBonLwZTtRh63nqLgMxBtKaEj1HnNP6M7vbGxnU4ARk0tpcthubMgTmd7yvj6Khm4pTwBi5n2XxC92E_OmDwRDsvawex50zJAgbsHoVfMZmFjogjsS/s400/untitled4.BMP" border="0" /></a> <span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Y cuando pude articular una palabra procuré que mi voz la llegase lo más natural posible. Algo difícil en esos momentos.<br /><br />- Bien ya estás a gusto. Aquí estoy yo en mi casa, hablando tranquilamente contigo, no me ha pasado nada y tu anoche tuviste una sesión continua de pesadilla. Lo que debes hacer es no cenar tanto nunca antes de acostarte.<br /><br />- Pues cené lo normal, como todos los días. ¿Sabes una cosa?. Es que si no te lo digo reviento.<br /><br />- Hija, dímela.<br /><br />- Mi madre tiene hoy un enfado, de los de morro que se lo rasca a distancia.<br /><br />- ¿Qué la pasa?. ¿Lo sabes?.<br /><br />- La he preguntado y dice que no es nada, tan solo que ha pasado una mala noche. Que también ha tenido pesadillas... contigo.<br /><br />- Mira hija, luego te llamo yo. Han llamado a la puerta y no estoy muy presentable. Hasta luego.<br /><br />- Hasta luego, llámame. Y... Papi, cuídate mucho, por favor.<br /><br />- Descuida hija, adiós.<br /><br />Mentira trapera, no habían llamado a la puerta. Pero si no cuelgo rápido hubiese hecho aguas menores encima. Del sudor frío había pasado a la piel de gallina, conforme iba la niña explicándose. Y de repente, como guinda del pastel, al decirme lo de su madre, me entró una tremenda necesidad del bajo vientre y me abalancé dentro del cuarto de baño. Mi sexto sentido ya para entonces tenía los fusibles a punto de estallar. Esto no es nada normal pero no me hacía falta preguntar a su madre qué tipo de pesadilla tuvo esta noche. Como digo, mi sexto sentido y mi séptimo y mi octavo, todos, todos, me decían que, algo había hecho alguien para que tres personas tuviesen el mismo sueño.<br /><br />Claro que podía suceder que su madre hubiese tenido otra clase de pesadillas. Incluso yo aún las tengo de ella. Una que se me repetía mucho y que ahora ya voy olvidando, tiene que ver con un viaje que me resultó sonado. A mi siempre me ha gustado el campismo y, desde pequeño que me iba con mis padres, en cuanto tengo la ocasión agarro la “Canadiense” y me voy de acampada. Incluso, ya en nuestra Luna de Miel enganché una “Roulotte” y nos fuimos a la Costa Mediterránea. Pero esa fue otra pesadilla. La actual es otra algo parecida. Ya en el Verano de 1989, en un intento de salvar el matrimonio, decidimos irnos de vacaciones. Digo decidimos por algo decir. Es realidad siempre ella me dejaba a mi las decisiones, pero, al final, como quién no quiere la cosa, ella se salía siempre con la suya. Aunque los dos somos del mismo signo Tauro zodiacal y algo cabezotas, como digo, ella siempre se salía con la suya. Es una mujer que no la debe gustar la responsabilidad de tomar decisiones. Siempre que la preguntaba, al salir de paseo, o al ir a comprar algo, para cualquier cosa, siempre me contestaba lo mismo: “Lo que tú digas, lo que tú quieras, donde tú digas”. Al final, aquí el mortal humano se equivocaba, como siempre nos equivocamos los hombres. Y luego venían las frases de ella: “Tú lo decidiste, no yo”, “Es culpa tuya”, “Tú lo quisiste”. Es parecido a lo de ordenar el tirar una piedra y una vez roto el escaparate el pagano es siempre el propietario de la mano que la lanzó.<br /><br />Pero es curioso. Yo terminaba decidiendo, me equivocaba y acabamos haciendo lo que ella quería y así nunca se equivocaba. De todas formas ella tiene un poder de fuerza de voluntad increíble. Cuando se la mete algo entre ceja y ceja los demás sobramos, si no somos de su utilidad y entonces tenemos que apartarnos. Muy fría y calculadora y muy querida de sí misma. Solo cariñosa cuando no hay problemas económicos por medio. A ella no la vale el dicho ese de “Contigo pan y cebolla”. Amiga de subirse a caballo de los demás cuando algo se propone y una vez llegado a su destino deja al caballo extenuado y ella se baja tan fresca. Es que solo se quiere a sí misma.<br /><br />Pues aquél verano puse un enganche al coche. Mi padre nos dejó su “Roulotte” y empezó el viaje a la pesadilla. La primera preocupación surgió de ella y era, como no: “¿Tienes suficiente dinero para irnos de vacaciones?”. Mi respuesta: “Es igual, llevo doce años sin unas largas vacaciones de Verano, me quiero ir a la costa, respirar o reviento en la Ciudad”. La segunda preocupación era el lugar. Se presentaba un Verano muy caluroso y me apetecía ir al Norte, me gusta más el Norte, me gusta mucho, más fresquito, a la orillita del Mar, cerca de esas verdes costas. Ella deseaba ir al Sur que no conocía y también, a la orilla del Mar. Al Sur en pleno Verano Español, que locura. ¡Ah!, pero es que el coche tiene Aire Acondicionado. ¡Leches!, pero la “Roulotte” no. Ni que decir tiene que me senté al volante y me enfrenté al duro recorrido de la Carretera Nacional del Sur. ¡Que viaje!.<br /><br />Ya puestos me apetecía ir a Huelva, a un Camping tranquilo cerca del Parque Nacional del Coto de Doñana. ¡Oye!, si el Presidente del Gobierno va allí en sus vacaciones, ¿Por qué yo no?. Nada, que acabamos en el Puerto de Santamaría, en Cádiz, en un Camping Municipal y con un montón de kilómetros en mi cuerpecito serrano. Ese Verano me quedé sin ver Huelva y Doñana y juré regresar a verlo al año siguiente. ¿Por qué acabamos en Cádiz?, porque a ella la apetecía. El resultado no fue el reflote de nuestro matrimonio, sino, el naufragio. Tampoco sirvió de nada el alto que habíamos hecho en el camino, en Sevilla, la Ciudad Romántica, Perla del Guadalquivir.<br /><br />Como digo, ese Verano prometía ser muy caluroso y lo fue. Se registraron las mayores temperaturas del Siglo XX. Yo agarré una insolación tremenda paseando por las calles de Cádiz y para colmo un corte de digestión por culpa de unos huevos con tomate en uno de sus restaurantes. Y allí me encontraba yo, a cientos de kilómetros de casa, con 39 de fiebre, una diarrea impresionante, vómitos de angustia, dentro de una “Roulotte” a pleno sol, con 40 grados de temperatura en el exterior y unos 70 en el interior, en un Camping que sufría cortes de agua todos los días a partir de las nueve de la noche por la sequía de los pantanos.<br /><br />No llegué a morirme, pero no me acuerdo de nada, ni del tiempo que pasé en ese estado febril. Solo recuerdo vagamente mis continuos paseos a los retretes y que nunca encontraba ninguno limpio y sin moscas. Pasados unos días mi primer alimento recomendado por un camarero, consistió en un Gazpacho Andaluz, muy bueno, fresquito, que me quitó todos los males y me puso el estómago en su sitio, o sea, de la boca para abajo. No así el trasero, pura herida ya, que pedía a gritos “polvitos de talco”, como a los niños pequeños escociditos.<br /><br />Pero la vuelta al hogar no fue mejor que la ida. La temperatura exterior, cruzando Sevilla y Extremadura, iba en aumento, y a pesar del Acondicionado se pasaba mucho calor en ese infierno. Me pasé todo el camino rezando sin quitar la vista del indicador de temperatura de motor del coche, que se obstinaba en sobrepasar la zona crítica. Si hervía el agua del radiador no era por el esfuerzo del coche arrastrando el remolque. Era porque afuera la temperatura del aire estaba fundiendo el asfalto.<br /><br />Posteriormente a aquél Verano, concretamente a primeros de 1990, en Invierno, la siguiente decisión obstinada que ella tomó fue pedirme la separación. Y aún hoy sigo creyendo que fue la única en la que ella acertó, por una vez en su vida.<br /><br />Mientras me acuerdo de todo esto descargo mi vejiga y me hago de cruces pensando en la coincidencia de tantos sueños. ¿Y que hacía el taxista en los sueños de personas que si siquiera le conocen?. Vete tú a saber. A ver si resulta que en vez de una novela de amor voy a encontrar material suficiente para escribir una de Ciencia-Ficción. Ahora voy a cambiarme que ya he perdido demasiado tiempo.<br /><br />Casi no oí que llamaban a la puerta. Y yo continuaba en pijama. Y como pasa el tiempo últimamente. Corrí a abrir y me topé cara a cara con el taxista.<br /><br />- Si, no me lo digas, aún estoy sin arreglar y no te lo tomo en serio.<br /><br />- Pues date prisa que ya está bien contigo. Los demás nos molestamos y tu tan ricamente.<br /><br />- ¿Dónde está la chica, decías que venía contigo?.<br /><br />- Ha quedado abajo y no quiere subir. Temo que se nos escape. Venga, corre a vestirte.<br /><br />- Bien, siéntate ahí y me esperas. En seguida me cambio y bajamos rápido.<br /><br />Corrí a mi habitación, me vestí en un instante y pasé al cuarto de baño. Mientras tanto, Jesús se había sentado en la sala de estar y curioseaba todo. Traté de imaginarme otra vez, cuál sería el final de esta rocambolesca historia. Se me antojaban varios finales que siempre les ponemos los autores de novela, que, al fin, la chica se casaba con el escritor y que además resultaba ser una hermana del taxista que emigró de pequeñita con unos tíos suyos y que ahora se habían reencontrado. Muy bonito, ojalá fuera así mismo de fácil.<br /><br />Cuando entré en la sala de estar, el taxista se estaba mordiendo las uñas.<br /><br />- Dime Jesús, ¿Nos daría tiempo a charlar tu y yo un ratito antes de bajar?.<br /><br />- No quiero arriesgarme a llegar abajo y que ella se haya perdido de nuevo.<br /><br />- Está bien, te advierto que ya ardo en deseos de conocerla. Vámonos, levanta de ahí.<br /><br />- Podemos ir hablando mientras bajamos. Especialmente sobre ese sueño de anoche y que tu y yo conocemos bien.<br /><br />Intenté quedarme helado, pero no fui capaz. En vez de eso abrí, como un tonto nervioso, la puerta de la calle y acto seguido salimos ambos de casa. Mientras esperábamos al ascensor noté que él se había dado cuenta de que acababa de dar en la diana. Pero no añadió ningún comentario más.<br /><br />- Jesús, ¿Qué está pasando realmente?.<br /><br />- Hablé con ella, Theo, es extraordinaria. La encontré por la calle esta mañana, la llamé y al principio me rehuyó. Pero luego la acorralé y acabó cediendo... un poco nada más. Me habló de ti y de mí. Theo, ¡Sabía que la buscábamos!, ¡Dios mío!, ¿Te das cuenta?. Me dijo lo mismo que antes a ti por teléfono, que la olvidáramos. Y mientras me hablaba, frente a mí, yo la deseaba aún más, la miraba y la deseaba. Y sé que después de mi historia, mi Diario y de todo esto, tú también la quieres, me lo ha dicho ella misma. Y yo te partiría tu cabeza, por ella, por celos simplemente. Tranquilo, no lo voy ha hacer. Pero solo me detiene un motivo.<br /><br />Yo le miraba boquiabierto y no le quise preguntar nada. Entonces él prosiguió.<br /><br />- Mira Theo, la quiero, sabes que la quiero con toda mi alma. Paro cuando la tengo frente a mí, tan hermosa y deseable, al alcance de mi mano, tengo miedo. No es miedo tímido, no. Simplemente que la misma atracción que ella me produce, me repele al mismo tiempo, se me erizan los cabellos, tengo miedo, Theo, miedo no, terror, sí eso es, siento terror.<br /><br />Antes de que pudiese contestarle la puerta del ascensor se abrió y me quedé fascinado. Al fondo del portal, al trasluz de la puerta había una figura. Era ella, con toda su magnitud de belleza. Tal y como la había deseado. Ella me miró y entonces nuestros ojos se encontraron y creí morirme. Me pareció como si me fuese a zambullir en esos dos preciosos estanques cristalinos y entonces la fuerte sensación de vértigo me invadió y a punto estuve de perder el conocimiento. Me recuperé inmediatamente porque cerré mis ojos y esa misteriosa fuerza desapareció. Volví a abrirlos y procurando no mirarla fijamente empecé a interesarme por ese fenómeno.<br /><br />- Mujer, ¿Quién eres?.<br /><br />- Nadie.<br /><br />¡Dios mío!, hasta su voz era perfecta.<br /><br />- ¿Qué quieres de mí?.<br /><br />- Vosotros me habéis llamado, no yo.<br /><br />- ¿Eres de ésta Ciudad?.<br /><br />- Soy del Mundo.<br /><br />La situación era ridícula, una entrevista de locos en un portal. Para acabar de rematarlo una idea surcó mi cabeza.<br /><br />- ¿Eres una extraterrestre?, ya sabes visitante del espacio exterior, enviada para alguna misión.<br /><br />- Nadie me envía. Solo soy yo misma.<br /><br />- ¿Eres algún robot humano, hecho con alguna especie nueva de energía, quizá?.<br /><br />- Todos somos energía, él, tu y yo.<br /><br />- ¿Qué te trae a ésta Ciudad?.<br /><br />- La vida es así.<br /><br />- ¿Por qué nos conoces tan bien?.<br /><br />- Vosotros me hacéis perder el tiempo. Ahora que me habéis visto alejaros de mi. Aún no estáis preparados, no os convengo.<br /><br />La situación se me escapaba de las manos. La había preguntado pero no me había dicho nada, absolutamente nada. Como empecé a intuir una buena historia, rápidamente me puse a pensar en cómo convencerla para seguir a su lado. Antes de que algo ocurrente se me viniese a la cabeza Jesús se me adelantó.<br /><br />- ¿Cómo te llamas?.<br /><br />- Tengo muchos nombres.<br /><br />- Mira, preciosidad, como te llames. Antes no me lo has querido decir y ahora tampoco. ¿Qué te parece, si tienes de verdad tanta prisa, que te lleve en mi taxi y así ganas tiempo?. Y no me digas un no porque no te lo acepto.<br /><br />- Bien, llévame. Peor para ti.<br /><br />- Esperad un momento, un momento. Que yo también voy con vosotros.<br /><br />- Tú eres más listo que él. Vuelve arriba, a tu casa. Aún estás a tiempo.<br /><br />- Ni hablar. Donde vaya Jesús voy yo. Eso lo tengo más que súper decidido, preciosa.<br /><br />- Y yo estoy de acuerdo con Theo.<br /><br />- Escucha, escritor. De mi puedes que saques una buena historia, nada más, pero no vivirás para escribirla.<br /><br />- ¿Tan peligrosa eres?.<br /><br />- Dicho está que no te conviene mi presencia a tu lado.<br /><br />- Venga ya, vámonos los tres, me dices donde te llevo y todo esto lo vamos hablando por el camino, si tanta prisa tienes.<br /><br />- Sois muy testarudos. Bien, taxista, llévame al Hospital Clínico, que tengo algo que recoger allí.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-6835006994978586952009-01-06T10:01:00.005+01:002009-01-11T10:11:54.850+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo VI - La Pesadilla)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjP0C5kXiD69G9uMpYmMDreOhhxbzm-9hjeVrGC1a2ZxIHP2O0gwJ7rmqIkJ2PLZTd2a8BebqrUxElt8H9UAIVCDTkaKLKerbgBgyY-1Xh0m6c-MvrMWZnilie6lbN5a0ceSDE4XxKexGwy/s1600-h/x1pPHu2K6HCG6qSFpI7MKavIdwXL5lmLTXa57J3Amyv7x0o-Ekh2NykAxgcSd9uv14ZyfTGYHBHFhjlIa7ZC3gy-dcVU9wUxYdyPMAojCsHctw.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5289954647149714450" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 350px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjP0C5kXiD69G9uMpYmMDreOhhxbzm-9hjeVrGC1a2ZxIHP2O0gwJ7rmqIkJ2PLZTd2a8BebqrUxElt8H9UAIVCDTkaKLKerbgBgyY-1Xh0m6c-MvrMWZnilie6lbN5a0ceSDE4XxKexGwy/s400/x1pPHu2K6HCG6qSFpI7MKavIdwXL5lmLTXa57J3Amyv7x0o-Ekh2NykAxgcSd9uv14ZyfTGYHBHFhjlIa7ZC3gy-dcVU9wUxYdyPMAojCsHctw.JPG" border="0" /></a> <span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Volver a mi cuarto y cerrar la puerta se me antojó otra dimensión. Ese maldito Diario me atraía con fuerza. Una vez acostado en mi cama volví a sucumbir a su magnetismo al abrir sus hojas, como drogado, robándome mi voluntad. Ya no se trataba de curiosidad, ni de una simple lectura. Prácticamente me estaba devorando de página en página, y algo, posiblemente alguien, empezaba a tomar una especie de determinada forma en mi cabeza, adaptándose como un gorro interior. Había algo mas, algo muy superior, presente en cada palabra escrita, escondido tras los sucesivos puntos y comas de cada frase.<br /><br />Llegado un momento de la lectura me descubrí a mi mismo casi dormido y como si alguien me fuese recitando cada palabra. Y parecía voz de mujer. Con un respingo me reincorporé en mi cama, encendí el resto de las luces y me llevé las manos a la cara. Me estaba dejando llevar por un miedo infantil con la luz apagada. Tranquilízate, Theo, aquí no hay nadie más, solamente estás tú y estás cansado y con sueño, nada más. Mis amigos tienen razón, últimamente te cuidas poco y la debilidad suele traer mareos y alucinaciones. Pero acabé dejando encendidas todas las luces.<br /><br />Comencé a meditar sobre todo esto y sobre nada. Contemplé el reloj, demasiado tarde, casi es la hora en la cual hasta Drácula se va a dormir. El Diario estaba casi ya agotado y tan solo quedaban algunas páginas más que presentían el final. Había alguien más pero ahora ya debía estar dentro de mi. En el siguiente momento no supe lo que era y atraído, una vez más, por el cuaderno, me propuse acabar de leerlo de una vez. Como dice esa canción de un grupo conocido: “El amante de fuego; siento alguien dentro que me quema y me da miedo, que me habla y me dice que viva, que le tengo que ser fiel, que mi amor es de él”.<br /><br />Total, unas hojas más, además ardía en deseos por saber el final de tanta maravilla que me estaba dejando un cierto regusto como el de los vinos malos, falsificados con etiquetas de vinos de calidad; Te llenan los ojos, te llenan la boca, pero el sabor que te dejan al final, delatan su triste origen.<br /><br />Entonces, digo, reanudé la lectura y al pasar la siguiente hoja encontré el resto de ellas en blanco. No había final. Me sentía algo así como estafado. De pronto recordé que esto era un Diario, no un libro, por eso es lógico que esté inacabado. Pero, ¿Cuál sería el final?. Divagando en ello y clasificando mentalmente varios posibles finales, me quedé en los mismísimos brazos de Morfeo. Y soñé, vaya que si soñé. Nada más y nada menos que soñar intensamente, con escenarios reales, o casi reales y también... allí estaba Jesús y había alguien más con él. Cuando el taxista, en mi sueño, me vio puso cara de espanto y abriendo mucho su boca me hacia gestos, no, hablaba, pero yo no le oía, solo veía sus gestos de que me marchara, estaba él visiblemente muy preocupado. Y yo no le oía, no le oía. No es que yo no quisiera oírle aunque me esforzaba. Es que no existía ruido alguno. Yo solo veía un mogollón de muecas y ningún sonido. Para desesperación de él empecé a avanzar hacia la otra persona, que se encontraba situada de tal modo que me daba la espalda, aunque, por su porte y figura, se adivinaba en la corta distancia de que se trataba de una mujer. Lentamente ésta comenzó a dar la vuelta sobre sí misma, hasta quedarse cara a cara conmigo. Era ella, ella, la chica que el taxista me describió, si, la destinataria de las más hermosas frases que él vertió en su íntimo Diario, ella, en síntesis, una mujer, por qué no decirlo, excepcional, haciendo posible eso de que una imagen tenga más valor que mil palabras.<br /><br />Cuando los ojos de ella chocaron con los míos hubo tal fulgor que boté sobre mi cama, derribé la mesita de noche con el despertador y demás objetos, casi me abrí la cabeza y con todo ese jaleo me desperté, bañado en sudor, bañado en agua del vasito, con mis narices pegadas a una de mis zapatillas y con un despiste tal cual un camello en un garaje. Una sola cosa llenaba mi mente y comprendí todo lo que sentía mientras había leído el Diario... Me había enamorado, yo mismo lentamente, de la misma dama en discordia. Había caído, como tantos otros quizás, en el deseo y amor de una mujer fabricada con letra y rumores.<br /><br />Creerlo es imposible. Lentamente, ese maldito Diario había sido el vehículo, el tornillo que taladró mi dura corteza. Estaba en un compromiso. Debía decírselo a Jesús que me había ocurrido a mi también. Pero Jesús podía ser celoso, yo lo soy algo. Era una situación embarazosa. Comprobé alarmado que estaba a punto de amanecer y yo aún estaba agotado, con mucho sueño. Pero sentía mi corazón como a los veinte años. Tal vez pudiese conseguir dormir otro ratito. Entonces el miedo se apoderó de mi. Deseaba entender, querer saber, ¿Qué quería decirme, advertirme Jesús en mi sueño?. Recordaba su cara de espanto, no parecía la cara de un hombre celoso que ve acercarse a un posible competidor. Había algo más. Últimamente, mi sexto sentido estaba demasiado alerta y queriéndome decir algo. Pero... la cara, los ojos femeninos de ella aún me llenaban de nuevo y, mi amor, el corazón entero, se me volvía de una asquerosa ternura y... ¿Miedo?, si mucho miedo. Siempre era también ese maldito miedo.<br /><br />Luego pude conciliar el sueño. Peri si soñé de nuevo no me acuerdo. Unas horas después, que se me pasaron solo segundos, el fuerte timbreteo del teléfono me despertó. Sobresaltado, (¿Por qué ando yo de sobresalto en sobresalto?), y con el corazón ya en plan locomotora exprés miré el reloj. Entraba demasiada luz solar en mi habitación. Rápidamente me incorporé, con un quejido ahogado en mi garganta. Era ya tarde, muy tarde, quizás Mediodía y seguro que el del teléfono era el taxista protestando por mi “plantón” en la Iglesia donde habíamos quedado. Pero él no tiene mi número de teléfono y en las guías yo no figuro con el nombre que él conoce. Aturdido, más aún, levanté el auricular...<br /><br />- Sí, dígame.<br /><br />- ¿Eres tú, Theo?.<br /><br />Estupendo, era voz de mujer.<br /><br />- El mismo, ¿Qué ocurre?, ¿Quién eres?.<br /><br />- Eso no importa mucho, escucha, tu amigo, el taxista, te espera hace rato. Habla con él y abandonad inmediatamente esta locura.<br /><br />- ¿Qué me dices?. ¿Pero quién eres?. ¿De qué locura me hablas?.<br /><br />- No va a beneficiaros en nada. Es muy peligroso. La vida es corta, muy corta, aprovechadla.<br /><br />- ¡Por Dios!, chica, ¿Quién eres?.<br /><br />- No preguntes lo que tu ya sabes.<br /><br />Clic.<br /><br />- Espera, ¿Oye?...<br /><br />Por el auricular ya solo se escuchaba el sonido de la estática. Era claro que mi interlocutora ya no estaba al otro lado del hilo. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. ¡Era ella!. ¿Pero, cómo?... ¿Cómo demonios sabía lo de nosotros y ella?. Me sentí más confuso aún y mi cabeza despejada ya al máximo, sin sueño. Pensé en darme una buena ducha y reflexionaría esta locura. Ni siquiera me dijo su nombre. ¿Por qué dijo eso de que debíamos aprovechar la corta vida?. Era una diosa, una bruja, una adivina. Tonterías, mi imaginación siempre sale a volar antes de tiempo. Esto debe ser una broma. Si, eso es, una broma. Porque, vamos por partes y en orden: Un taxista, al que no conozco de nada, me abre su corazón para ganar mi amistad. Me habla de una mujer, de tal forma que prenda en mí, con toda seguridad, un interés por ella. El y ella ya se conocen, son amigos, novios o vete tú a saber. Luego ella me llama y me siembra incertidumbre. Posteriormente, si no me equivoco, ella se dejará ver por mí y... ¿Y qué. No le veo sentido alguno. ¿Una estafa?, yo no soy rico. ¿Un secuestro?, y quién me iba a echar de menos a mí. Pudiera ser que quisiesen publicar su Diario gracias a mi conexión. Entonces, ¿Qué otra cosa pretenderán de mí, o, a través de mí?. Me molesta ser utilizado por alguien sin saber yo el motivo. Me pondré en estado de alerta, voy a seguirles la corriente. Por algún resquicio tienen que resbalarse y descubriré todo ese pastel. Ya se sabe que la imaginación es, a la vez, la mejor amiga y la peor enemiga del hombre.<br /><br />Siempre tengo que tener cuidado con esta ducha y me he vuelto a abrasar con el grifo de agua caliente. No puede ser, me integro tanto en un tema que luego se me escapan los mínimos detalles cotidianos. Pronto, el teléfono volvió a sonar insistentemente y dudé entre salir desnudo de la ducha o dejarlo sonar. A estas horas del Mediodía no hay nadie en esta casa, solo yo, luego, esa llamada debe ser para mí. Pero si lo dejo sonar a lo mejor luego llama otra vez quien sea. De todas formas me temo que, un día de estos, tenemos que poner un aparatito de esos con contestador automático. Los odio, pero no tenemos otra solución, se nos está haciendo más imprescindible día a día. Y este teléfono que sigue sonando. Y yo que sigo en la ducha. Decidido, el que sea que vuelva a llamar más tarde.<br /><br />Y el “puñetero” teléfono volvió a sonar. Y yo volví a sobresaltarme. Menos mal que esta vez me pilló en la cocina.<br /><br />- ¿Sí?, dígame.<br /><br />- ¿Theo?, soy Jesús.<br /><br />- ¿Y como demonios tienes tú mi teléfono?.<br /><br />- Ella me lo ha dado.<br /><br />- ¿Ella?, ¿Quién ella?.<br /><br />- La misma que ambos estamos pensando. Escucha, tengo que verte urgentemente, ahora mismo, Theo.<br /><br />- Pues mira tú que prisas. Primero tengo que vestirme, arreglarme y si estás lejos de aquí lo que tarde yo en ir a tu encuentro.<br /><br />- Pues ven desnudo o volando o como quieras, pero ven rápido. Estoy con ella en un Bar y no quiero que se me escape. ¡Por favor, amigo, ayúdame!.<br /><br />¡Tate!, el pastel empieza a tomar forma. Antes me ha llamado ella y seguro que ya se encontraba junto a él, esperándome juntos. Y ahora me llama él, con la excusa de la prisa. Tendré que ir con pies de plomo.<br /><br />- ¿Jesús?, y digo yo que te acerques tú por mi casa y de paso te la traes a ella contigo. Vamos, si el traerla aquí no te supone el que tengas que secuestrarla.<br /><br />- Un momento...<br /><br />Oigo, mejor dicho, no oigo nada. Jesús ha debido tapar el aparato con la mano y estarán decidiendo juntos lo que van a hacer. Sigo con pies de plomo. Aunque se que me estoy arriesgando mucho, porque, no me acerco al cebo que me han puesto y sin embargo traigo al cazador a mi propia guarida.<br /><br />- ¿Theo?.<br /><br />- Dime.<br /><br />- Me ha costado convencerla, pero vamos los dos para allá, a tu casa.<br /><br />- ¿Ya sabes donde vivo?.<br /><br />- Si, me lo ha dicho ella.<br /><br />¡Zás!, lo dicho, ella está implicada y me ha seguido a mi casa. Bueno, dentro de lo malo posible, por lo menos la voy a conocer. Porque, tengo que reconocer, que me ha sabido llegar al corazón sin tan siquiera conocerla. Y ahora, en estos momentos, creo que siento algo más por ella.<br /><br />- Está bien, aquí os espero y mientras me iré arreglando.<br /><br />- De acuerdo, allá vamos.<br /><br />Deben creer que tengo cara de tonto y que me estoy tragando todo eso. Si al menos salgo ileso de ésta podré escribir toda la historia al completo. Lo que no tengo claro es si va a ser una comedia o un drama. Y..., otra vez el teléfono. ¿Dónde he visto que venden esos contestadores?.<br /><br />- ¡Dígame!.<br /><br />Ya con un tono duro, algo enfadado. Hay que ponerse en mi lugar. Y como siempre... he vuelto a meter la pataza.<br /><br />- ¡Hola, Papi!.<br /><br />- ¡Hija mía!, perdona, no iba contigo el enfado, creí que era otra persona. Tienes un padre que es un bocazas.<br /><br />- Mira rico, no me gusta que te insultes, además, yo me alegro de oír tu voz. Te llamo porque estaba sobresaltada con un sueño que he tenido y parecía tan real que tenía mis dudas. Después de mucho pensarlo he decidido llamarte. Ahora estoy mas calmada después de oírte y sé que todo era un mal sueño.<br /><br />- Espera no me lo digas, yo te lo adivino. Seguro que soñabas que tu padre estaba con una chica extraña.<br /><br />No sé como me salió así, pero así lo tiré.<br /><br />- Exacto nene. Pero fallas en una cosa. Sí que era una mujer, pero no una chica. Era una mujer muy vieja.<br /><br />- Y yo, ¿Qué hacía en tu sueño?.<br /><br />- Corrías hacia otro amigo, no se quién de ellos, no lo vi claro o no lo reconocí. El caso es que ese amigo te hacía señas para que tu no te acercaras a él.<br /><br />- ¿Y la mujer vieja?.<br /><br />No sé si ella me lo notaba en la voz, pero yo estaba temblando de pies a cabeza.<br /><br />- Ella estaba frente a tu amigo, de espaldas a ti, y, cuando te acercabas a ella, se volvió sonriendo. Te lo juro, era tan fea como una bruja de esas de los cuentos infantiles. Y te miró fijamente. Y tu... tu caíste fulminado ante ella.</span><br /><div align="justify"><br /><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Su voz me llegaba entrecortada. Una pesadilla así, en una niña aún, tratándose de su propio padre es catastrófica. Lo que ella no sabía, en estos momentos, es que yo hacía rato que me había dejado los temblores, luego, el sudor posterior y ahora me estaba quedando frío completamente.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-63147048164798281912009-01-04T14:18:00.008+01:002009-01-11T10:10:50.102+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo V - El Despertar)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimMb0zC-VnOdyMtjrzDOVE_HzkrvICRLy9GWBYqHp3Z35v6iHBTPpz7_B00ZkDXqydALRAkG-4ge0WpzFZP15Za3eWG4OTADVuoqBpxEpWdi1-1RXWMQtEvdCLtTA0ziE5yWxq7ZKgEM3F/s1600-h/ALAS-27.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5289955334716781250" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 450px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimMb0zC-VnOdyMtjrzDOVE_HzkrvICRLy9GWBYqHp3Z35v6iHBTPpz7_B00ZkDXqydALRAkG-4ge0WpzFZP15Za3eWG4OTADVuoqBpxEpWdi1-1RXWMQtEvdCLtTA0ziE5yWxq7ZKgEM3F/s400/ALAS-27.JPG" border="0" /></a> <span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Rápidamente me encerré en mi habitación después de comprobar que la casa estaba vacía en esos momentos. Realmente tenia sueño, porque esa mañana había “madrugado” para acudir a la Editorial. No obstante, el Diario del taxista me llamaba la atención y decidí echarle una ojeada. Al abrir el cuaderno me llevé varias sorpresas: La primera al comprobar que su letra era corriente y bien legible. La segunda sorpresa fue el encabezamiento de primera página, que rezaba así: “Amar a una Diosa...”. Otra sorpresa fue el aluvión de divinas palabras que continuaban y que se presentían escritas con el corazón, por alguien capaz de beberse un océano por el amor de una hembra.<br /><br />Como dislumbré una larga y amena lectura, me situé mas cómodamente, no sin antes acudir, en primera visita a la cocina, a prepararme un buen tazón de café. Pronto el timbre de la puerta me sobresaltó, no esperaba visitas. Era mi hija.<br /><br />- ¡Hola, majo!. Por fin te dejas ver.<br /><br />- ¡Hola, preciosa!.<br /><br />- ¿Estás muy ocupado o puedes recibirme?.<br /><br />- Para ti sabes que nunca estoy ocupado. Otra cosa es que no me encuentres en casa cuando vienes.<br /><br />- Ya.<br /><br />- Es raro verte a estas horas por aquí. ¿Quieres algo?.<br /><br />- Si. Quiero ver a mi padre.<br /><br />- Bueno, pues, aquí me tienes. Y sabes que me ves muchas veces.<br /><br />- Ya, pero no todas. Y tu también sabes que lo que me gustaría es verte todos los días.<br /><br />- Mira, creo que nosotros aun no hemos tenido una conversación en serio. Pasa a mi cuarto y hablaremos mas tranquilamente. Creo que se a lo que vienes.<br /><br />- Tu siempre sabes todo, pero no te enteras de nada.<br /><br />- Ya empezamos. Habla de una vez... ¿Qué te pasa?.<br /><br />Por toda contestación, se arrancó a llorar. Mi corazón pegó un vuelco estrepitoso. Nunca he conseguido superar el ver a una mujer llorando, pero tratándose de mi hija sentí mayor dolor. Al abrazarla sentía su cuerpo tibio contra en mío convulsionado y a mi mente acudieron los recuerdos. ¡Hace tan poco tiempo que yo la mecía entre mis brazos!. De repente la ví pequeña, tan pequeña. Si todavía era una niña. Pero llorando ya utiliza sus armas de mujer.<br /><br />- Venga, venga, cariño. Ya pasó. Cálmate.<br /><br />- No puedo, hoy me toca la vena sensiblera.<br /><br />- Vamos cuéntamelo todo. Hablándolo se ve distinto.<br /><br />- No se como empezar, quizás te moleste lo que te diga.<br /><br />- No me va a molestar nada de lo que tu me digas. Un padre está para escuchar a su hija, entenderla, ayudarla en todo, nos moleste o no. Deja de llorar que te pones fea, siempre te lo digo. Además, sabes que eres lo único que quiero en este feo mundo.<br /><br />- De eso se trata. Que soy la única. ¿Y mi madre?.<br /><br />- Creí que eso ya lo teníamos superado, hija. Lo de tu madre pasó y así está la situación. No puedo ocultarte que después de tantos años de quererla, de estar día a día enamorado de ella, aún no se me ha borrado nada, ni creo que nunca se me borre. Siempre quedará ahí, en cada recuerdo y en cada rincón donde ambos estuvimos alguna vez juntos.<br /><br />- ¿Y no crees que a ella la pase lo mismo?.<br /><br />- Puede, pero su orgullo la obliga a superarlo. No olvides que fue ella la que me pidió la separación y que sus motivos tendría para dar un paso tan importante. Por supuesto que contábamos con tu reacción al tema.<br /><br />- Pero os daba igual que yo opinase que no. Cuando me lo comunicasteis ya lo teníais todo decidido. ¿Y que me quedaba?. ¿Qué hubierais hecho si me planto y os digo que yo no estaba de acuerdo?. ¿Daríais un paso atrás?.<br /><br />- Por mi parte sabes que si. Ella ya lo tenia decidido y hubiese pasado por encima de ti y de mi para conseguirlo. Mira, hija, tu puedes venir cuando quieras a verme, incluso puedes pasar las noches que quieras en mi casa, cuando a ti te apetezca. Tan solo se lo tienes que comunicar a tu madre por anticipado.<br /><br />- Pero a ella no la gusta que venga tanto por aquí y menos a pasar alguna noche. Debe creer que me vais a pervertir entre tanto bruto suelto por esta casa.<br /><br />- Mira, la decisión de venir es tuya y harás lo que te venga en gana. Solo tienes que decírselo a ella antes. Si a ella la gusta o no, que se lo aguante. Nosotros dos somos los perjudicados por su capricho y estamos en el mismo barco. Si ella pidió la separación y nos hizo tanto daño a ambos, a ti y a mi, y hemos llegado a esta situación por su culpa, encima que no nos pida mas egoísmos y que aprenda a callar de vez en cuando. Ya tiene lo que quería y nosotros no. No dejemos que nos haga mas daño y entre tu y yo nos tenemos que acomodar a esta mala situación lo mejor posible. Una solución ya no la tiene.<br /><br />- ¿Tu crees de verdad que no tiene solución?. ¿Y si volvéis?. Ese es un fuerte deseo secreto que yo tengo. Veros juntos de nuevo.<br /><br />- Hija, si algo tengo muy claro en mi vida es una sola cosa. Si tu madre algún día me pidiese volver de nuevo junto a ella yo no acudiría. Por muchos motivos.<br /><br />- Dime alguno.<br /><br />- No soy rencoroso pero ella, con su decisión me hizo daño, mucho daño. Si vuelvo siempre estaré con la duda de que vuelva a repetirse la escena tarde o temprano y otra vez yo a preparar maletas. Y un nuevo golpe no podré resistirlo. Te confesaré que de resultas de todo esto se me ha quedado la fea costumbre de ponerme en guardia, a la defensiva, cada vez que se me acerca una mujer. Sabes ya que soy muy sentimental, cariñoso y yo me pregunto siempre que voy a hacer con tanto amor que tengo dentro, que se está desperdiciando. Pues bien, basta que una mujer se me acerque, digamos cariñosa para que, como un resorte, me ponga a la defensiva. Pero todo ello por un motivo: No quiero que ninguna otra me haga daño otra vez, que empiece una relación seria y cuando tenga ganado hasta el último aliento de mi cariño, entonces me abandone como un trapo usado. Porque me dejaría así emocionalmente, como un trapo roto y sucio. Ya te digo que no soy rencoroso, que aguanto todo el daño que ella me hizo, pero, el daño que a ti te hizo no se lo perdonaré jamás, jamás. Los padres deberían anteponer siempre el interés de sus hijos al egoísmo propio.<br /><br />- Pero, ¿Volverías con mi madre por mi?.<br /><br />- Por ti yo me tragaría mis miedos e incertidumbre y sufriría cualquier martirio, llegando incluso a empeñar el resto de mis días, a cambiar infelicidad por felicidad. Pero para ti no seria conveniente vernos de nuevo juntos, no seria lo mismo. Notarias a cada instante que es un amor fingido, forzado, y seria peor. Y acabarías añorando, igual que ahora, aquellos ratos felices del pasado. Y el pasado es el pasado y el presente es lo que importa y el futuro es lo que tememos. Hay que pensar en el futuro, preparándolo en el presente y con la experiencia del pasado.<br /><br />- En pocas palabras, que me va a dar lo mismo vosotros juntos que separados.<br /><br />- Exactamente. Lo importante ahora es seguir siendo padre e hija, sin distanciamientos, vivir felices nuestro presente, ayudarnos para el futuro que nos amenaza y dejar el pasado solo para algunas ocasiones especiales, para algunas largas tardes de invierno, por ejemplo, en que los dos juntos demos un repaso al álbum de fotos.<br /><br />- Me tengo que marchar ya. No me llevo soluciones pero ya me encuentro un poco mejor. Perdona si me pongo tonta algunas veces.<br /><br />- No hija, si en eso has salido a mi. Yo tengo muchísimos ratos tontos, que se le va a hacer.<br /><br />- Lo peor será cuando lleguen los días mas señalados de Navidad y otras fechas también señaladas.<br /><br />- Para entonces hablaremos de nuevo y lloraremos otro poco.<br /><br />- Dame un beso, y hasta la vista.<br /><br />- Hasta la vista, hija.<br /><br />Debieron pasar varios minutos hasta que me di cuenta de que yo seguía allí, de pié, frente a la puerta de la calle por donde ella marchó, mirando a la nada. Durante esos momentos volví a recordar aquella niña pequeñita, llorando entre mis brazos, tan inocente e indefensa y los maravillosos ratos que nos proporcionó a su madre y a mi contemplarla dormidita en su cunita, una niña tan bonita. Reflexioné ante la inocencia de los hijos. Y luego dicen de las calamidades que deben afrontar los padres. Y no se piensa en que la peor parte la llevan siempre los hijos, que no tienen la culpa de venir a este mundo, que no son llamados, que nosotros los traemos. Que sufren la llegada inicial con un llanto y nosotros con una alegría. Que sufren una educación que nosotros les imponemos y que creemos justa. Y por último, que sufren una separación del cariño de sus padres porque nosotros también se lo imponemos. Entonces, ¿Qué les queda a ellos para imponernos?. ¿Qué les queda para defenderse de nosotros?. ¿Por qué no puedo sufrir yo solo y sin que también tenga que sufrir un inocente?.<br /><br />Hundido y destrozado emocionalmente volví a mi habitación y me encerré con rabia. Interiormente para aislarme del mundo y de esa pesada carga. Pero no se puede disfrazar una realidad, ni en la Ciudad, ni en el desierto. Siempre será una realidad y solo nos queda la medicina de la fantasía para deformarla por un rato. Me tropecé con el Diario, de nuevo el Diario. He aquí una fantasía momentánea, una medicina para ayudarme ahora a olvidar un ratito la realidad. Volví a abrir sus páginas y su fantasía comenzó a absorberme, comenzaba a hacerme efecto su droga. A medida que avanzaba entre los renglones del cuaderno empecé a descubrir un mundo completamente distinto, casi sobrenatural. Este loco de Jesús llenaba páginas y mas páginas, ora con sus sueños, ora con sus divagaciones. Y allí estaba yo, leyendo los mas recónditos secretos de un corazón humano rematadamente loco de amor. Y parece mentira lo que es capaz de hacer el amor, y el cerebro, nuestro cerebro, es capaz de imaginar las mas hermosas palabras y también las mas obscenas y soeces, pero, el amor consigue abrir solo las compuertas de las primeras y deja las segundas para cuando otra viscosa adrenalina inunda nuestra materia gris y nuestro bajo vientre.<br /><br />Avanzar en esa lectura era alucinante. Pasadas algunas horas y absorto en él, descubrí que ya no me encontraba solo en casa. Diversos ruidos familiares y una música de decibelios al límite de la frecuencia del tímpano humano me retornó, de nuevo, a la realidad. Miré el reloj para sorprenderme de que me había “perdido” durante varias horas entre un enorme conglomerado de sopa de letras. Casi entumecido abrí la puerta de mi cuarto y los presentes, habitantes conmigo del resto de la casa, se quedaron inmóviles al verme. Estaba claro que yo era ahora el centro de atención y eso me incomodó un poco.<br /><br />- ¿Estamos molestando, Theo?.<br /><br />- No, descuida, solo quiero comprobar que he vuelto a al realidad de la casa.<br /><br />- Oye, que si te hemos cortado el “plan”, perdona chico, no nos dimos cuenta que estabas ya en casa y bien acompañado.<br /><br />- Pero, ¿Qué decís?, si estaba yo solito, leyendo.<br /><br />- Pues por la cara que tienes parece como si estabas “faenando”.<br /><br />- Si no me crees, Alberto, entra en mi habitación y comprueba tu mismo. Estaba yo solo y leyendo un libro que hoy me han prestado.<br /><br />- Theo, deberías cuidar un poco tu salud, te aseguro que parecías tal que un zombi saliendo de tu cuarto y si tu rostro ahora no está reflejando las secuelas de una batalla entre sábanas y muy dura, por cierto, es que andas mal de salud y eso en ti es preocupante, bastante.<br /><br />- Yo siempre he creído que las batallitas entre sábanas estaban recomendadas como el mejor ejercicio, y no al revés. Gracias por preocuparos por mí. Tenéis toda la razón, necesito descansar y voy a dormir un poco. Procurad ser buenos.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-38544492211242029202008-12-24T11:48:00.004+01:002009-01-11T10:09:23.175+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo IV - El Diario)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWlQE5IQfL50h1JjJkUZEoVQJOBV0HNkOyHTJ6501AwiMIAOeKJ-w92-nPbvmPcaaVbaf1d7nEpm8TKb60csf7QFaLedjq94k-ZvNCVYeEiW_dmVbDty7pjsSOj3ocGoaCr_lS2Rb7_3mC/s1600-h/Kissnhum.GIF"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5289956403642991362" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 550px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWlQE5IQfL50h1JjJkUZEoVQJOBV0HNkOyHTJ6501AwiMIAOeKJ-w92-nPbvmPcaaVbaf1d7nEpm8TKb60csf7QFaLedjq94k-ZvNCVYeEiW_dmVbDty7pjsSOj3ocGoaCr_lS2Rb7_3mC/s400/Kissnhum.GIF" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Apenas hablamos durante la comida, cada cual con sus pensamientos. En la mesa de al lado dos camioneros hablaban a voces y hacían comentarios soeces sobre la anatomía de Fulanita, mezclado con experiencias propias de pistones y bielas de sus máquinas de trabajo. Afuera parecía dejar de llover y los hogares absorbieron a la gente corriente alrededor de cada mesa para quedar las calles desérticas. Jesús y yo comimos verdaderamente bien y barato, todo hay que decirlo, y decidimos rematar con un buen café. Bendito ritual de cada día.<br /><br />- ¿Theo?.<br /><br />- Dime.<br /><br />- No, nada.<br /><br />- ¿Lo hemos hablado todo?.<br /><br />- Que va, aún nos falta mucho que decir.<br /><br />- Pues tu dirás.<br /><br />Pero volvió la vista y no dijo nada de momento. Le miré fijamente y me dio la sensación de que él estaba luchando interiormente por algo, quizás por tomar una decisión. Le noté inquieto y algo indeciso. Pensé en mi mismo, sentado, a esas horas de la tarde, en un restaurante de un barrio cualquiera delante de un tal Jesús, una persona a la que acababa de conocer y que, sin embargo ya me parecía que fuésemos amigos de toda la vida.<br /><br />- ¿Theo?.<br /><br />- Vamos, suéltalo ya, Jesús.<br /><br />- Esa mujer no puede existir.<br /><br />- ¿En qué quedamos?.<br /><br />- Theo, yo... no sé explicarme bien, no he nacido buen orador. Lo que quiero darte a entender es la facilidad con que se piensa en ella. Mira, punto por punto. Se piensa fácilmente en ella, quiero decir, se piensa fácilmente en la existencia de ella, pero se hace difícil el saberla ser en la realidad.<br /><br />- Una de dos, Jesús, o me he perdido o creo entenderte.<br /><br />- Explícamelo mejor tu, por favor.<br /><br />- Bien, dime si me equivoco. Antes debo aclararte algo que tienes muy confuso. Jesús, estas enamorado y una persona enamorada siempre ve todo a través de un cristal propio, que siempre te da una imagen bonita de ello. Si la chica es fea, la ves como la mas hermosa. Si tiene un defecto físico, tartamudea, etc., para ti siempre ella tendrá una buena figura y su voz será suave y melodiosa. Con ello no pretendo desilusionarte, yo creo en el amor, en el amor puro, en el autentico. Fíjate si te creeré en lo que me dices que pienso escribir tu historia y darle con ella en las narices a mi editor, que piensa que el amor ha muerto, quizás porque a el la vida le ha tratado de otra forma distinta. Espera..., no digas nada aun, déjame terminar a mi. Se supone que tu estas mentalizado primordialmente en que existe el rumor de que ella vive, que es real. Posteriormente la idealizas en tu cabeza y das rienda suelta a tu amor, quizás mucho tiempo oculto, escondido en tu profundidad. Un día crees ver en una cliente a la susodicha chica y zás..., le das la imagen, la forma, a todas tus fantasías. Señores ya teníamos el patrón base, a partir de ahora ya podemos dar forma al tejido hasta conseguir el traje a medida.<br /><br />- Por ahí van los tiros.<br /><br />- Entonces, tu problema es sencillo darle solución. Y como siempre debe existir un “pero”, el tuyo resulta ser el que no la has vuelto a ver, ni la conoces bien. Así nunca podrás declararla tu amor por ella. ¿Y si te resulta casada, o monja?.<br /><br />- Te burlas de mi, pero estas en lo cierto en todo cuanto me dices. Y no me importa que esté casada o monja.<br /><br />- Y cambiando un poco de tema, Jesús, que te parece si nos vamos ya de aquí. Tengo la cabeza demasiado cargada y somos los únicos que aquí quedamos y los camareros llevan un buen rato mirándonos.<br /><br />- Si, son las cinco de la tarde, se nos ha pasado el tiempo volando. Vámonos fuera.<br /><br />Recogimos todo y nos marchamos de aquel local, no sin antes pagar la cuenta. Y salir al exterior fue como bajarse en un pinar después de cuatrocientos kilómetros de autopista. Agradecí sobremanera el aire fresco con el suave y siempre embriagador olor a tierra mojada de lluvia. Había dejado de llover hacia bastante rato porque el Taxi estaba ya completamente seco.<br /><br />- ¿Dónde quieres que te lleve?.<br /><br />- Lo primero sácame de este barrio y me dejas en cualquier lugar del centro que a ti te venga bien. Ya te has molestado mucho conmigo y creo que hoy tu negocio será ruinoso. Deberías aprovechar lo que te queda del día para trabajar un poco.<br /><br />- Tienes razón, monta y te acerco al centro de la Ciudad. Luego me trabajaré unas cuantas “carreritas”, pero debo confesarte que, a mi entender, hoy no he perdido el tiempo. El hablar contigo ha sido muy relajante, como si me hubiese quitado un peso de encima. Además, espero haber ganado un amigo y que nos sigamos viendo con más frecuencia.<br /><br />- Eso, por supuesto, Jesús, por supuesto.<br /><br />La vuelta a mis calles conocidas fue como una competición de Fórmula Uno. Este chico no tiene remedio y se notaba que el acelerador era como su especie de droga, que le servía de desahogo. Por desgracia hay demasiados como él que al volante desprecian su propia vida y por si fuese poco también la vida de los demás. La llegada fue apoteósica con un saldo de tres semáforos en rojo, cuatro frenazos muy justitos, veinte improperios peatoniles, mil exabruptos de taxista, un Municipal echando mano al talonario rosa y una abuelita inscrita en los Juegos Olímpicos en la modalidad de carrera y salto.<br /><br />- ¿Siempre vas así, Jesús?.<br /><br />- No siempre. La verdad, lo hago inconscientemente, mi mente está en otro sitio y mi cuerpo se convierte en un autómata.<br /><br />- Pues para otra vez dime donde tiene el enchufe ese autómata.<br /><br />- Lo siento, venia tratando de decidirme y creo haber tomado una buena decisión. Theo, toma mi Diario, léelo, por favor, objetivamente y mañana quedamos, nos vemos de nuevo y me das tu opinión. ¿Vale?. Y ahora déjame, tengo algo que hacer.<br /><br />- Veo que para ti es muy importante. Bien, acepto esa enorme responsabilidad. Vale, Jesús, mañana a la misma hora, en la misma Iglesia de esta mañana.<br /><br />- De acuerdo, allí estaré. Recuerda, léelo a tu modo, pero objetivamente, confío en ti. Solo a una persona de tu sensibilidad se la puede confiar algo semejante. Noventa y nueve de cada cien se reirán de lo que aquí llevo escrito en estos últimos meses.<br /><br />Nos despedimos con una mirada que todo lo decía por si misma. En el fondo parecía un buen chico este Jesús. Le vi alejarse, a toda velocidad por supuesto. Entonces miré por primera vez lo que me había entregado. Era una bolsa de plástico plegada, de unos grandes almacenes conocidos. En su interior se podía apreciar algo parecido a un cuaderno escolar, rayado y con una espiral de alambre. Decidí no hojearlo aun y me encaminé a casa. El buzón del portal me lo habían hinchado de propaganda y cuando me disponía a tirarla, un pequeño papel se deslizó hasta el suelo. Desde mi altura, antes de agacharme a recogerlo ya sabia lo que era.<br /><br />¡Cielo Santo!, es la letra de mi hija!. Maldita cabeza la mía, había quedado con ella para comer juntos en mi casa, entre clase y clase de su colegio. Recogí el papel en cuestión. La nota era bastante clara: “Papi, veo que no estas en casa, he comido en el Bar de al lado que me conoce el dueño. Pasa luego a pagarle la cuenta. Besos...”.<br /><br />Pocas palabras y mucho significado, así es mi pequeña, lista y paciente. Aunque por el tono de la frase “que me conoce el dueño” adivino que estaba algo enfadada, ya me conoce bien, pero, no tengo remedio. La llamaré esta noche, la pediré disculpas y la insinuaré otra vez más que me regale la Agenda en el Día del Padre. Esta niña casi mujer, a sus doce años, demasiado tiene con lo que está pasando en su interior. Ella aún tiene reciente el día en que su madre me pidió la separación conyugal y que yo acepté, no sin antes hablarlo ambos con nuestra hija. Por entonces ella pareció entender, pero, como es muy callada, la procesión iba por dentro. Creo que aún hoy en día no entiende por qué tiene que tener a sus padres en dos casas distintas. Por supuesto ella prefiere tenernos juntos, pero eso pasó y bien que a mí me duele. No por mi exmujer, que ya lo tengo casi superado, sino por la niña, una inocente entre dos fuegos. Ahora debo ocuparme más de ella puesto que es la única persona en el mundo que quiero más que a mi vida. Antes eran ellas dos, madre e hija.<br /><br />Pero, aún enamorado de mi mujer, ya he desistido de una reconciliación y entonces solo me queda mi hija. También es la única que sabe de mis penas y de mi vida, mis confidencias y mi mejor amiga. A veces me pregunto que estará pasando por su cabecita, pero siempre choco con su mentalidad reservada. Es un amor.<br /><br />Casi tiro también la bolsa de plástico con el Diario de Jesús. Ello me volvió al actual y nuevo problema. Subí a mi ático en ascensor y entré en casa. Mi casa. Da gusto regresar al hogar. Como siempre digo al llegar a él: “Hogar dulce hogar, te quiero”. Nada más entrar ya se percibe el olor a tabaco por todas las habitaciones. En la mía tengo un potente ambientador de limón, pero siempre dejo el cenicero con un montón de colillas y un día tras otro, el ambientador pierde su aroma, ante el rancio olor, su batalla particular. Alguien, posiblemente alguno de mis compañeros, ha revuelto mis libros para buscarse algo de lectura.<br /><br />Comer, lo que se dice comer, se come poco en esta casa, pero se devoran libros para leer. Es lo malo de estos pisos compartidos, aunque, también tienen su lado bueno. Después de que mi mujer me pidiese la separación y en mis condiciones sentimentales, yo tenia claro entonces que no me apetecía vivir solo. Y lo más sensato era alquilar un pisito céntrico, de cuatro habitaciones, entre cuatro amigos, tres chicos y una chica, unidos por el mismo problema. Y entonces encontramos este ático, bonito, luminoso, tranquilo. Este es el lado bueno de él, y lo contrario es cuando deja de ser bonito con los muebles que cada cuál aporta y que forman una mezcolanza de maderas y colores variados y con formas determinadas. Deja de ser tranquilo cuando cada cual está a su “rollo”, unos con música, otros con televisión y las largas charlas hasta altas horas de la noche. Y deja de ser luminoso cuando últimamente solo lo habitas de noche, porque te pasas el día durmiendo como consecuencia de esas largas charlas nocturnas. El resultado llega a ser un horario marcado por ojeras, cenas rápidas a base de bocadillos y un fregadero de cocina que solo conoce, de la vajilla, los vasos, todos pegajosos de las “sanas” bebidas que se liban.</span><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><br />En el capítulo concerniente a lo femenino es otro cantar. Aparte de la compañera que vive con nosotros, normalmente algunas nos visitan, en estos porcentajes, casi siempre: Tres de cada diez son de la familia. Otras tres son compañeras intelectuales literatas, que nos amenizan las veladas con hermosas tertulias. Otras tres son amigas de las primeras y de las segundas, digamos entre dos aguas. Y por último, una de cada diez es un “plan” ocasional, y desde mi punto de vista con algo de masoquistas, porque, no solo nos aguanta una noche o más, sino que, compadecida o avergonzada ataca, mandil y guantes, la montaña de vidrio que rezuma del fregadero. Y no es porque nuestra compañera sea descuidada, sino que ella no tiene por qué hacer lo nuestro y no lo hace.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-34212576005836056722008-12-21T08:58:00.006+01:002009-01-11T10:08:08.485+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo III - La Coincidencia)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXHpF4dgj0zH5qFDEcUkDcNo37aakJdUFj0yZqEvG6mVMaD8qTiD3w4eHphUmhpZMuqbvhSDtkDCMhvo7QtIpIzFbCmfMoHTnyfLMj51TWYYHzrj4B0lBo01X3s4FgYMQgNYgDXFnMIzJS/s1600-h/ALASS-25.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5289957161222874306" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 550px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXHpF4dgj0zH5qFDEcUkDcNo37aakJdUFj0yZqEvG6mVMaD8qTiD3w4eHphUmhpZMuqbvhSDtkDCMhvo7QtIpIzFbCmfMoHTnyfLMj51TWYYHzrj4B0lBo01X3s4FgYMQgNYgDXFnMIzJS/s400/ALASS-25.JPG" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Menos mal que el taxista no me oyó la opinión que se merecían esos expertos. O la oyó pero la ignoró.<br /><br />- ¿Cómo dices?.<br /><br />- Nada, taxista, cosas mías.<br /><br />- Pues si que me has caído raro.<br /><br />- Creo que ambos tenemos hoy mal día.<br /><br />Como un milagro, de repente, un silencio nos retiene y durante largo rato ninguno de los dos acierta a decir palabra alguna. Uno de esos mágicos momentos, sublimes y tranquilos, relajantes para la mente y que los entendidos dicen con acertada expresión: “Está pasando un ángel”. Miro borrosamente a través del cristal de la ventanilla, salpicado con multitud de gotitas de lluvia y mi pensamiento se me va lejos, no sé donde, amodorrado con el calorcito de la calefacción y el suave ronroneo del motor.<br /><br />- Si no molesto, me gustaría hablar contigo.<br /><br />La sacudida es impresionante y mi cerebro vuelve, con tremendo ruido de absorción, al interior del coche, con mil veces la velocidad de la luz. Le contesto.<br /><br />- La verdad es que casi lo prefiero, porque empezaba a aburrirme.<br /><br />- Se trata de mi problema que antes hemos comentado.<br /><br />- Perdona, pero, creo que no habíamos comentado aún nada.<br /><br />- Si, de antes, cuando te comenté de mis problemas amorosos.<br /><br />- Ya, tu iniciaste el tema pero no llegamos a comentarlo. No obstante, puedes hablarme cuanto quieras. Soy todo oídos.<br /><br />- Verás, estoy en una etapa muy mala. Me enamoré y sigo enamorado y resulta que no sé que hacer.<br /><br />- Eso tiene fácil solución si ella también lo está de ti.<br /><br />- Es que no sé siquiera si ella lo sabe.<br /><br />- Bueno, pues díselo.<br /><br />- No puedo, no la conozco.<br /><br />- Esta sí que es buena. ¿Te estás quedando conmigo?.<br /><br />- No, esto va muy en serio.<br /><br />- Entonces es una actriz de cine o algún amor platónico.<br /><br />- No, pero no la conozco, tan solo he oído hablar de ella.<br /><br />- Veamos, empieza por orden desde un principio y baja un poco la velocidad de ésta máquina que no me concentro.<br /><br />- ¿Y si mejor paramos un rato?. Vamos, si a ti no te importa, dentro del coche nadie nos molestará. Además te voy a parar el taxímetro y esta carrera no te la cobro. Me has caído simpático y yo necesito, también, hablarlo con alguien tranquilamente o me volverá loco este asunto.<br /><br />- De acuerdo, tenemos todo el tiempo que tú quieras por delante, por cierto, ya te he dicho que soy escritor, pero no mi nombre. Me llamo Theo.<br /><br />- El mío es Jesús y soy taxista.<br /><br />- Ya lo veo. Y empieza de una vez, Jesús.<br /><br />- Está bien.<br /><br />Con gran pericia detuvo el coche junto a la acera en una calle de esas que te parecen que nunca has estado en ella y que por supuesto no conoces. Era una calle tranquila y el momento se daba al diálogo. Jesús apagó el motor, se revolvió en su asiento para verme mejor en mi asiento posterior y empezó.<br /><br />- Oyemé, Theo, ¿No eres maricón, verdad?.<br /><br />- Descuida, me gustan mucho las faldas pero de la forma que a todo hombre. Es decir, envolviendo un cuerpo femenino.<br /><br />- Es por que mi caso quiero que lo analices como hombre. Prefiero digamos, comentarlo con otro hombre y así saber si soy yo solo o si es normal esta situación.<br /><br />- Suéltalo ya, Jesús.<br /><br />- De acuerdo, de acuerdo... Yo soy, o al menos me considero, una persona feliz. Estoy soltero, salgo con chicas, me divierto con mis amigos y mi oficio me favorece para conocer a mucha gente. Hace poco tiempo y estando con unos compañeros del Taxi, de charla, hablando de todo un poco y sobre todo de clientes, me comentaron, no se muy bien quién, que se sabía de cierta señorita que usaba los servicios del Taxi con cierta regularidad y sobre ella circulaban ciertos rumores.<br /><br />- ¿Qué clase de rumores?.<br /><br />- Pues, ya sabes, de su persona, su físico. Dicen que es preciosa, una monada de mujer. Se rumorea que cuando monta en tu coche se te vuelve el mundo maravilloso. Que todo en ella es maravilloso, su elegancia, su belleza, su sencillez al hablar. Sus palabras son como música y sus ojos tienen esa mirada capaz de transportarte a un mundo de placer sin necesidad de contacto físico con ella.<br /><br />- Parece tal que me hablaras de una Diosa.<br /><br />- Algo de eso debe tener. El caso es que se habla de ella y no se para. Se ha extendido el rumor entre los compañeros y todos deseamos conocerla. Lo curioso de ello es que a todos los que pregunto lo saben, lo han oído, pero aun no encuentro a ninguno que la haya tenido de pasajera y no la conocen. Se dice, también, que siempre va sola y que usa los Taxis sin un horario fijo.<br /><br />- Algún cachondo mental de tus compañeros se ha inventado esa mujer o la ha soñado, estando dormitando en alguna parada, al volante de su coche.<br /><br />- Que no, Theo, que no. Sabemos a ciencia cierta que ella existe. Bueno, digamos que sé a ciencia cierta que es real, que es algo más que un rumor, aunque nadie la conozca.<br /><br />- Bueno, pues que me lo expliquen. ¿Cómo se llama?.<br /><br />- No sabemos tan siquiera su nombre.<br /><br />- Esta si que es buena.<br /><br />- Lo que yo te diga. Nadie la ha visto y todos la conocen y mientras, el rumor, cada vez es más fuerte.<br /><br />- Y tú vas y te enamoras de un rumor, de una misteriosa mujer bella entre bellas y que dudosamente es real y física.<br /><br />- Que no. Ya te digo que yo sé que es real. Pero por qué me parece que yo debo ser el único que la conoce. Creo que alguna vez la he llevado en mi coche.<br /><br />- Acláramelo, Jesús, que ya me tienes con la “mosca” detrás de la oreja.<br /><br />- Está bien. Hace un tiempo, en un día de mucho trabajo y de lluvia, como hoy. A veces llega un momento en el cual circulas mecánicamente y los clientes que van montando y pasando se te antojan personas sin rostro y hablas con unos de algo, con otros de nada. Se te adormecen los pies con los pedales y en poco tiempo te recorres los cuatro puntos cardinales de esta Ciudad varias veces. Ese día, conociendo ya los rumores, me sucedió que me quedé “ensimismado” y casi me pego la bofetada por un semáforo en rojo. Pisé a fondo el pedal del freno, con todas mis fuerzas y mis ojos volaron al retrovisor esperando que el coche de atrás frenase a tiempo, cosa que hizo, aparte del susto. Y solo entonces caí en la cuenta de que tenía a alguien en el asiento de atrás. Te juro que allí estaba ella, había una mujer y yo veía su perfil. Ella estaba mirando a través de la ventanilla lateral, hacia la calle y parecía como ausente. Cuando yo iba a preguntarla a dónde me había dicho que la llevara, me miró repentinamente, me pagó el importe de la carrera que marcaba este aparato y allí mismo, en el mismo semáforo, se bajó del coche y se perdió entre la gente.<br /><br />- Y dices que era ella.<br /><br />- Estoy absolutamente seguro, ahora, de que fácilmente podría ser ella. Y si no era ella, otra muy parecida a la descrita. Todo concordaba, su pelo su físico sus ojos, su mirada. Pero lo más extraño fue la enorme sensación de vacío que dejó en mi coche. Cuando pude reaccionar me pasé el resto del día circulando por las calles de esa zona, como un autómata, por ver si la podía ver otra vez. Cosa que no sucedió hasta ahora.<br /><br />- Pero si dices que nadie la conoce y que tú tampoco...<br /><br />- Es que se me hace raro pensarlo. Quizás no era ella, quizás si. Estoy seguro de que era ella y no otra, pero algo raro dentro de mi parece dudar a veces. Por eso quiero verla otra vez, para fijarme mejor en ella y así salir de esta duda que me corroe.<br /><br />- Y te enamoraste como un loco colegial de una sombra de mujer.<br /><br />- Si, y no me da vergüenza decirlo, completamente loco por ella, por esa sombra, sea quien sea esa mujer. Lo peor ha sido después, que he tenido sueños o visiones, casi reales, en las cuales yo estaba en sus brazos y ella me hablaba con voz armoniosa y me decía que me quería llevar con ella, para ella.<br /><br />- Esto es nuevo. ¿A dónde te quiere llevar?.<br /><br />- No lo sé, pero soy capaz de seguir a esa mujer hasta la muerte.<br /><br />- Pues sí que te ha dado fuerte este asunto.<br /><br />- Y tanto, hasta escribo algo en unos papeles, es un Diario personal, donde pongo todo lo que siento.<br /><br />- ¿Un confidente neutro?.<br /><br />- Si, hasta hoy no había confiado a nadie mi secreto y temo hablarlo con mis compañeros por temor a que se rían de mí o peor aún, a que me quiten a esa mujer.<br /><br />- Pues te confieso que a mi ya me están dando ganas de conocerla.<br /><br />- Hablo en serio, Theo. No todos pueden tener esa sensibilidad que teneis los escritores para estas cosas. Mira, ya es Mediodía, te propongo que entremos a comer por ahí, en algún lugar aquí cerca. Y si prometes no reírte, ni sacar conclusiones tontas, puede que te deje leer mi Diario.<br /><br />- Hecho, la verdad es que tengo hambre y tu propuesta me fascina. Puede que tu historia me sirva como base de argumento para escribir algún libro.</span><br /><p align="justify"><br /><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Salir del viciado aire del interior del Taxi fue, por un segundo, un soplo de aire fresco, sensato. En un momento Jesús cerró puertas y ambos, en silencio, caminamos hasta un local sugerente y que ya empezaba a atraernos con sus vapores de olor a comida, que comenzaban a trabajarnos las glándulas salivares. Entrar y sentarnos no fue dificultad alguna. El local estaba casi vacío por lo pronto de la hora y aún andaban camareros colocando mesas y sillas para el comienzo del ritual diario que mantiene el ser humano desde el principio de sus tiempos. Un televisor a todo color escupía, como siempre a la misma hora, noticias cruentas, sangrientas, como preludio de una buena digestión, como queriendo caer dentro de los pucheros, para ser cocinados, como si de carne cruda se tratase, las cruentas imágenes de desastres y cadáveres. Pero es que, hoy en día, solo la sangre es noticia y comemos y cenamos con ella todos los días.</span></p>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-7326041753696024922008-12-16T19:22:00.005+01:002009-01-11T10:06:05.943+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo II - Se Conocen)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqmPyZ_Oug0S7a0XUVu7Pi357oFEz7wzTC-i94MfR10k6UEhlub487S5hHikXYGdeMEmHnQVR5B0ELbB8mX5tCXiaGsY5j48hQ3_WrVoV0W5_2IW9PUHvFddwhAkE02k56QxeOsffRWZrZ/s1600-h/Nueva+imagen2.GIF"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5289957732254019170" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqmPyZ_Oug0S7a0XUVu7Pi357oFEz7wzTC-i94MfR10k6UEhlub487S5hHikXYGdeMEmHnQVR5B0ELbB8mX5tCXiaGsY5j48hQ3_WrVoV0W5_2IW9PUHvFddwhAkE02k56QxeOsffRWZrZ/s400/Nueva+imagen2.GIF" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Alguien dijo alguna vez, o dejó escrito, que los Taxis están hechos de azúcar y que cuando llueve se disuelven y desaparecen. Yo no encuentro ninguno y los pocos que aciertan a pasar van ocupados. Decido entrar de nuevo al edificio de la Editorial y pedir un teléfono.<br /><br />- ¡Por favor!, ¿Un teléfono?.<br /><br />- Aquí tenemos por norma no dejar llamar a los de fuera. Pero dos portales calle abajp tiene usted un Bar con teléfono.<br /><br />- Muchas gracias.<br /><br />Sé que son unos egoístas y que no les cuesta nada dejarme llamar o llamarme ellos a un Taxi. Espero que esos dos portales no estén lejos, no me pase lo que en la España rural, donde te dicen que lo que buscas está a un “tiro de piedra” y luego resulta que poseemos, sin saberlo, el secreto tan buscado por las grandes potencias militares del misil tierra-tierra y propulsado sin consumo alguno de carburante. Pero los espías que todo lo ven y oyen, pronto nos lo copiarán porque no hemos sido cautos y ya hemos derribado un helicóptero militar con una piedra y a plena luz del día. Y a plena luz del día continuo mojándome cuando, por fin, entro en el Bar y acto seguido me abalanzo sobre el pobre aparato telefónico. Tan solo marco de memoria las cifras.<br /><br />- Taxis-Servicio, Buenos días.<br /><br />- Si, por favor, mándeme un coche a...<br /><br />- Me temo que va a ser imposible señor, tengo la totalidad de los vehículos ocupados por culpa de la lluvia. Y no parece que deje pronto de llover.<br /><br />- Pero, es que, yo lo necesito ahora que llueve y además ni me ha dejado decir la calle.<br /><br />- Le digo que imposible, señor, estamos saturados, haga el favor de colgar y dejarme la línea libre.<br /><br />- ¿Es que se han disuelto todos?.<br /><br />- ¿Cómo dice?.<br /><br />- Nada, hija, pensaba en el azúcar.<br /><br />Tendré que salir y mojarme. Pero antes me tomaré un café y en el sitio más indicado para ello... en este Bar. Pido uno, que me sirve un camarero con cara de sustos, me lo tomo rápido y después de pagar salgo al exterior. Resignación, seguiré caminando bajo el agua, total, ya estoy empapado completamente. Hay mañanas en que es mejor el quedarse en casita.<br /><br />De repente, noto que alguien o algo me está mirando y como una orden que frenase mis pasos, vuelvo la cabeza a mirar y me encuentro con el portón de entrada de una Iglesia. Es raro, no recuerdo el haber visto nunca una Iglesia en esta calle. No tengo ganas de mojarme más y decidido penetro en su interior.<br /><br />Pues, por el aspecto que tiene esta Iglesia lleva aquí desde antes de la existencia de este barrio. Dentro huele a viejo, a cera y a madera carcomida, húmeda, a viejo, si. No veo ninguna persona salvo un anciano cura que se acerca a mí y me sonríe.<br /><br />- Perdone joven, el culto es por las tardes, pero si lo que quiere es hablar un ratito con el Señor pase y siéntese.<br /><br />Por toda contestación mía, el buen hombre, recibe un ligero asentimiento de cabeza, que él comprende perfectamente y discretamente se retira. La verdad es que me encuentro mucho mejor desde que he entrado en ésta nueva, para mí, dimensión urbana, en esta colosal nave de silencio, aire rancio y frío sepulcral. Contemplo como el viejo cura llega a su sacristía, se oye un quejido de bisagras y un cerrar de puertas que el eco, aquí dentro, se encarga de transformar amplificándolo. En el centro del altar, una fría y hermosa imagen, que, parece, se sonríe. La miro fijamente y nuestras miradas se cruzan por un instante. Noto como si alguien estuviera paseándose y rebuscando en el interior de mi cerebro, en lo profundo de mi conciencia, buscando mis pensamientos y solo acierto a dejarle hacer. Finalmente, uno de mis pensamientos más secretos, una súplica, aflora a la superficie y acto seguido alguien o algo la hace suya y me la lee. La mirada de la imagen parece ahora más triste y solo procedo, muy confuso, a darme media vuelta y abandonar ese templo a la carrera.<br /><br />Una vez en la calle, bendigo la lluvia que moja mi rostro y me saca de mi abstracción. Frente a mí un Taxi vacío, al borde de la acera y su conductor que me mira estupefacto.<br /><br />- ¿Le pasa algo, Señor?.<br /><br />- Nada, nada, estoy algo aturdido solamente, debe ser el olor de la cera de ahí adentro.<br /><br />- ¿Quiere que le lleva a algún sitio?.<br /><br />- Vaya, pues si, hombre, llevo toda la mañana buscando un Taxi, vamos, vámonos, sáqueme usted inmediatamente de ésta zona.<br /><br />- ¿A dónde vamos?.<br /><br />- Me es igual, usted tire adelante, daremos un pequeño paseo. Hace tan solo un rato he creído volverme loco.<br /><br />- Estos tiempos son difíciles. Las prisas, los nervios, la contaminación. Yo tengo días en los que parece como si el tráfico me absorviese y cuando vuelvo a la realidad ni recuerdo nada de por donde he circulado. Ya sabe, la costumbre, el conocerse muy bien la Ciudad. Yo creo que si dejo el coche solo ya sabe circular sin conductor.<br /><br />- En eso influye el poco tiempo que dedicamos al descanso corporal y mental. El cerebro humano, sobre todo, se fatiga antes si le forzamos mucho durante el día. Fíjese que de la mañana a la noche le hacemos almacenar datos, dar órdenes a nuestro organismo, calcular números, palabras, le obligamos a estar atento y en guardia en el caos urbano y mientras, le estamos pidiendo ideas, pensamientos, recuerdos. Posiblemente habrá ratos del día en que, el cerebro, esté manejando hasta un millón de datos al mismo tiempo, temperatura corporal, nivel de glóbulos rojos, blancos, estómago, aire que penetra, bacterias, un músculo para parpadear, etc.<br /><br />- Que bien habla. ¿Es usted Médico?.<br /><br />- No, yo soy solo un escritor.<br /><br />- ¡Ah!.<br /><br />- ¡Ah!, ¿Qué?.<br /><br />- No, curiosidad tan solo. Pero también me alegra saberlo.<br /><br />- ¿Puedo saber por qué?.<br /><br />- Pues, si, claro que si. Es que últimamente he pasado por una etapa muy mala, mire usted, sucedió que me enamoré como un colegial y podrá suponer que es una tontería, a mis treinta años.<br /><br />- El amor no es ninguna tontería, ni la edad tampoco. Cuando Cupido golpea no respeta a nada ni nadie. ¿Y que tiene que ver esto con nosotros os escritores?.<br /><br />- Pues, verá usted, yo veo muchas películas y leo muy pocos libros. En mi casa, como en otras muchas, he cambiado las estanterías para almacenar películas de vídeo. Siempre he creído que para vivir me bastaba leer y conocer el Código de Circulación y demás Reglamentos de ésta profesión. Pero hace algún tiempo, desde que eso me sucedió, no dejo de comprar y leer libros de amor y de buscarle una solución a mi problema.<br /><br />- Pues no vea usted, según mi editor, lo poco que se lee de ese tema. Por cierto, que mi edad es la tuya aproximadamente y te digo, sinceramente, que me revienta no tutear a los de mi edad. Y no es por faltar al respeto ni mucho menos.<br /><br />- Me pasa lo mismo, pero en esta profesión mía tengo que acostumbrarme.<br /><br />- Bueno, ya que nos tenemos algo de confianza, permite que te diga, que no vamos a ninguna parte en especial y que no hace falta que corras tanto. Llevo un buen rato que me tienes con el alma en vilo, muchacho.<br /><br />- Es el tráfico, te encarrilan y obligan a ir con ellos a la par. Si te retienes protestan y si aceleras dicen que vas como loco.<br /><br />- Entonces tú procura salirte por calles menos concurridas. Yo lo que necesito ahora es tranquilidad.<br /><br />- De acuerdo, además tú pagas.<br /><br />- Por cierto, ¿Eres de Taxi-Servicios?.<br /><br />- Exacto, mira, en el cristal de atrás llevo la pegatina.<br /><br />- Ya lo he visto, pero no te oigo la emisora.<br /><br />- Es que la he desconectado. Oye, ¿No serás tú un ladrón?.<br /><br />- No, tranquilízate. Es porque me choca el que llevo, antes, un buen rato buscando Taxi, incluso he llamado a vuestra Central y me dicen que no había coches.<br /><br />- Depende. En las horas de lluvia hay mucho trabajo por la calle, entonces yo desconecto la emisora que solo me sirve para marearte con su voz impersonal y monótona y con el barullo que se prepara.<br /><br />- Pero, si todos los Taxis hacen lo mismo, no me extraña que la Central no tenga uno libre que enviarme.<br /><br />- Bueno, no todos lo hacemos, no es obligatorio tener la emisora encendida y atender las llamadas. Sencillamente, yo pienso, como la mayoría, que la emisora solo nos viene útil en el rato que no hay casi trabajo por la calle, cuando solo te queda el dar vueltas y más vueltas en vacío. En esos ratos conectas la emisora y alguna llamada te sale por la zona que circulas.<br /><br />- No se si me entrometo pero creo que así perdereis clientes.<br /><br />- Puede, pero si los mas expertos del sector lo hacen, por algo será, digo yo.</span><br /><div align="justify"><span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;"><br />- Ya, y si esos expertos que tu dices resultan unos ignorantes y se tiran al río, los demás vais, como tontos, detrás también.</span></div>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-3357159977827762152008-12-14T12:41:00.009+01:002009-01-11T10:03:37.937+01:00LAS DIOSAS NO SABEN SONREIR (Capitulo I - La Presentación)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq9RN_ICMcap0qc3j-mpge7ZHifg-VHH1t-nFi3W2-IbxLBXeRBax8GPVPrihGfRS_tVH5FhwxGy4zRWvoSLsAs5SSNxbYqH0BJtV_ioqeG-YWpqlh2z2dWvu8CB9a2SHdClntjZs5K2qX/s1600-h/Templo+y+LUNA+(S).JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5289958523566698434" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 420px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq9RN_ICMcap0qc3j-mpge7ZHifg-VHH1t-nFi3W2-IbxLBXeRBax8GPVPrihGfRS_tVH5FhwxGy4zRWvoSLsAs5SSNxbYqH0BJtV_ioqeG-YWpqlh2z2dWvu8CB9a2SHdClntjZs5K2qX/s400/Templo+y+LUNA+(S).JPG" border="0" /></a> <span style="font-family:trebuchet ms;font-size:85%;">Dos horas. Dos horas esperando en la antesala del despacho del editor. Hundido en mis recuerdos. La calefacción demasiado alta para mi gusto, pero agradable, reconfortante. Todo el edificio es agradable, muy moderno, buen estilo. Le deben ir bien los negocios a esta Editorial. ¿Quién dijo que se leen pocos libros en este País?. Me acerco ala ventana. ¡Impresionante!, que vistas tan maravillosas desde aquí arriba. Toda la ciudad a mis pies. Pero encuentro un poco lento éste ascensor, ó, ¿Debería llamarlo descensor?.<br /><br />¡Pero que hijo de su madre!. Dos horas preciosas vacías, esperando, recordando. Cuanta prisa en acabar mi libro, solo porque él me lo pidió y luego... un fracaso. Si, eso me acaba de decir, un rotundo fracaso. Algo me ocurre y él lo sabe, no soy el mismo desde la primera vez. Aquel libro primero, ¡Que maravilla!, ¿Pero, cómo pude escribirlo yo mismo?. Tampoco se lo explica mi propio editor. Mis amigos, mi familia, todo el mundo conocido diciéndome que ese era un libro muy bueno y que debería dedicarme al oficio de escritor. Me animé y se lo llevé a una Editorial y resultó todo un éxito, premiado, agotado en librerías y vuelto a editar una y varias veces.<br /><br />Luego me han pedido que escriba otro libro, deprisa, porque el público quiere más obras del escritor. Mi segundo libro, el libro de las prisas, de los argumentos rebuscados, sin musas, vacío. Y tan vacío que, luego de leérselo y de hacerme esperar en su maldita antesala dos horas, su rostro apareció en la puerta muy encendido, demasiado. No quiere un libro de amor. Dice que en pleno siglo XX a nadie le interesan ya las historias de amor, ni de romances tiernos, ni nada por el estilo, que las historias color-de-rosa solo son ya resultonas en las quinceañeras y que, hoy en día, en alguna quinceañeras.<br /><br />Pero, ¿Se puede leer un libro en tan solo dos horas?, que record tan estúpido. Para mí que solo lo ha leído muy por encima. ¡Toma claro!, porque un editor siempre está muy ocupado y algunos son tan avispados que te huelen un buen libro con solo leerse el principio y parte del resto, ó, a veces, solo con el título. Y que le voy ha hacer si a mí solo me gustan las historias de amor. Pero prometo no volver a escribir ninguna más, ya está, a partir de ahora buscaré buenos argumentos y me pensaré muy despacito mi próximo libro. Aunque tarde mil años en escribirlo. Me tienen que reconocer como lo que soy, un escritor. Ahora solo necesito tiempo, irme a un lugar tranquilo en el campo, un buen argumento y..., vamos, que no soy tan tonto de engañarme a mí mismo, seguro que lo del primer libro fue como la flauta esa que sonó de “casualidad”.<br /><br />¿Y cómo es que este ascensor-descensor va tan despacio?, lo que me faltaba para añadir a mis crecientes depresiones. Porque yo me deprimo fácilmente. Creo que ya soy sueldo fijo para los médicos. Me hacen ya poco caso y me dicen que soy un tipo de esos que se derrumban fácilmente. Y...<br /><br />¡Cielo Santo!, esto se mueve, se ha puesto en marcha él solito, entonces qué... Tranquilizate Theo, acabarás volviéndote loco de un momento a otro. Piensa un poco chico. Esto solo quiere decir que yo no he tocado ni un solo botón de éste ascensor desde que entré en él y ahora, seguramente alguien, lo ha llamado desde otra planta. Estos “lapsus” de mi memoria al comienzo de mis depresiones me van a causar un serio disgusto algún día. Lo que ahora tengo que hacer es controlarme, relajarme y... Bien, buena suerte, mira tú por donde acabo de llegar a la planta de la calle...<br /><br />- ¡Buenos días!, señora, disculpe...<br /><br />- No deberían dejar fumar en los ascensores. ¡Vaya peste!.<br /><br />Sí, un asco. Mi peste es fumar como un carretero, mi único vicio además de los cafés. Y eso me sugiere que me apetece tomarme un cafecito ahora mismo. Me largo al primer Bar que encuentre y puede que lo mismo pida alcohol y me emborrache. Otra bobada más. Se muy bien que no bebo absolutamente nada de alcohol, que más de una vez he intentado emborracharme, pero no puedo, es superior a mis fuerzas y mi estómago. Es que en cuanto lo huelo me suben las náuseas a la lengua. Y así me voy destrozando despacito, con mis nervios mal contenidos, el cuerpo saturado de cafeína and nicotina. El día menos pensado mis cables nerviosos me pueden jugar una mala pasada.<br /><br />¡Lo que me faltaba!, el colmo de hoy, está lloviendo afuera y no he traído paraguas. Tendré que tomar un taxi.<br /><br />Que gran invento, el paraguas, siempre me he preguntado si su inventor lo patentó para cobrar derechos, porque, si es así deben ser millonarios sus herederos. Porque, que yo sepa, nadie ha inventado otra cosa mejor para circular bajo la lluvia y que al mismo tiempo no tenga ruedas. Si señor, un buen invento, el paraguas, usado mundialmente por millones de personas, tan popular. Pero no existen los Paraguas-Taxi, con un señor, o señora, incluido. Muy divertido ver pasar uno de esos de vacío, llamarlo, arrimarte a él o ella y “Lléveme a la calle...” . La lógica me pide a gritos que deje de desvariar y busque un Taxi de ruedas. Y eso hago.</span>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6153558127592841007.post-38621007182856120522008-12-07T18:01:00.003+01:002009-04-12T10:06:51.168+02:00SALUDOS<center><a title="ImageShack - Image And Video Hosting" href="http://img165.imageshack.us/my.php?image=62916jbhljyp6g4mr4.gif" target="_blank"><img src="http://img165.imageshack.us/img165/6222/62916jbhljyp6g4mr4.gif" border="0" /></a><br /></center><p align="justify">He creado este Blog para publicar en él y en la web toda una recopilación de unos Relatos, Cuentos, Novelas, etc. que escribí entre los años 1965 - 1990 y bajo el pseudónimo de Sito Bern. </p><p align="justify">Estos escritos jamás se publicaron en Editorial alguna, los manuscritos simplemente fueron tecleados en mi primer Ordenador Personal, utilizando un editor de textos primario y luego impresos, fotocopiados, encuadernados y distribuidos entre mi familia y mis mejores amigos. </p><p align="justify">Algunos de estos escritos fueron adaptados para guiones en películas de Cine Amateur y presentados a Concursos , quedando en algunos casos finalistas.</p><p align="justify">Espero que tambien gusten aquí y disfruteis de su lectura.</p>BIGARIATOhttp://www.blogger.com/profile/07317016347702314683noreply@blogger.com0